Un equipo de astrónomos del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian cree que podría haber exoplanetas habitables muy cerca de la Tierra. La idea se basa en el análisis de los datos de la misión Kepler y revela que el «gemelo» más próximo a nosotros podría estar solo a 13 años luz de distancia
Estudiando los datos estadísticos del Kepler, el mayor «cazador de planetas» del que dispone actualmente la NASA, los investigadores han descubierto que hasta el 6% de las estrellas conocidas como «enanas rojas» tienen en órbita planetas del tamaño de la Tierra. Y que además esos planetas se encuentran en sus «zonas de habitabilidad», es decir, en la franja orbital que permite la existencia de agua en estado líquido.
Si tenemos en cuenta que las enanas rojas son el tipo de estrella más abundante de nuestra galaxia, y que la más cercana a la Tierra está solo a 13 años luz de distancia, las posibilidades de encontrar «otra Tierra» cerca de la nuestra aumentan de forma considerable.
«Pensábamos que había que buscar a enormes distancias para encontrar un mundo como la Tierra —asegura Courtney Dressing, autora principal del estudio— . Pero ahora nos hemos dado cuenta de que esas otras tierras podrían estar en nuestro propio patio trasero, esperando a ser descubiertas».
Las enanas rojas son estrellas pequeñas, relativamente frías y mucho menos brillantes que el Sol. De hecho, una enana roja típica tiene apenas un tercio del tamaño del Sol y su brillo es unas mil veces menor. Por eso, y aunque muchas estén cerca de nosotros, no es posible distinguirlas a simple vista en el cielo nocturno.
Sin embargo, y a pesar de su oscuridad, este tipo de estrellas son excelentes candidatos a tener planetas parecidos al nuestro. Y, como se ha dicho, su número es enorme: tres de cada cuatro estrellas de nuestra galaxia, en efecto, son enanas rojas. En total, unos 75.000 millones.
A estas cifras se añade, además, otra ventaja. Debido a su pequeño tamaño, resulta mucho más sencillo identificar un planeta en tránsito, esto es, un planeta que pase entre la estrella y nosotros, ocultando una parte de su brillo. Una ventaja que aumenta si ese planeta se encuentra en la zona de habitabilidad, que en el caso de las enanas rojas está muy cerca de la propia estrella.
Los investigadores creen que un mundo del tamaño de la Tierra que esté en la zona habitable de una enana roja y que pase por delante de la estrella regularmente es capaz de ocultar casi todo su disco, lo cual, evidentemente, lo hará muy fácil de detectar desde aquí.
Para llegar a estas conclusiones, Dressing y sus colegas han «peinado» la totalidad del catálogo de estrellas objetivos del Kepler (unas 158.000) para identificar cuántas de ellas son enanas rojas. El paso siguiente fue calcular con la mayor precisión sus tamaños y temperaturas, para hallar que, en realidad, son más pequeñas y frías de lo que se pensaba hasta ahora.
Tres buenos candidatos
De esta forma, Dressing identificó hasta 95 candidatos a planetas en órbita de estas enanas rojas, lo cual significa que por lo menos el 60% de estas estrellas cuentan con planetas menores que Neptuno. Y aunque la mayoría no tienen las condiciones de tamaño y temperatura necesarias para ser considerados como gemelos de la Tierra, tres de ellos llamaros poderosamente su atención.
Se trata de KOI 1422.02 (KOI viene de Kepler Object of Interest), que tiene el 90% del tamaño de la Tierra y una órbita de 20 días de duración; de KOI 2626.01, una vez y media mayor que la Tierra y una órbita de 38 días: y de KOI 854.01, que es 1,7 veces mayor que la Tierra y orbita una vez cada 56 días. Los tres están bastante lejos (entre 300 y 600 años luz de distancia) pero son un buen ejemplo del tipo de estrellas en las que hay que buscar.
Estadísticamente, los datos recabados por Dressing y su equipo implican que el 6% de todas las enanas rojas podrían, teóricamente, tener planetas parecidos a la Tierra. «Ahora conocemos el porcentaje de planetas potencialmente habitables alrededor del tipo de estrellas más comunes de nuestra galaxia —afirma David Charbonneau, coautor del estudio—. Y ese porcentaje significa que será mucho más facil de lo que pensábamos encontrar vida más allá del Sistema Solar».
Nuestro Sol, de hecho, está literalmente rodeado por un enjambre de enanas rojas, que constituyen el 75% de todas las estrellas de nuestro alrededor. Y si el 6% de ellas puede albergar planetas habitables, la «nueva Tierra» más cercana podría estar apenas a 13 años luz, que es la distancia a la que se encuentra la enana roja más cercana.
Para buscar tan cerca, además, no sería necesario utilizar, como se hace ahora, los mayores telescopios espaciales de los que disponemos, ya que bastaría con un pequeño telescopio, o con una red de pequeños y medianos telescopios terrestres. Una vez localizados los candidatos, los grandes telescopios, como el Magallanes o el James Webb, se podrían utilizar para averiguar cuáles de ellos tienen una atmósfera y una química prometedoras para la vida.
Por supuesto, esos mundos no tienen por qué ser exactamente iguales al nuestro, aunque sí deberían compartir algunas características, como una atmósfera lo suficientemente densa o unos océanos lo suficientemente profundos como para hacer circular calor por todo el planeta. «No necesitamos —concluye Dressing— tener un clon de la Tierra para que en él haya vida».
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti
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