Un equipo de astrónomos europeos logró descubrir y estudiar el cuásar más distante encontrado hasta ahora gracias a observaciones realizadas con el telescopio VLT de la organización Observatorio Europeo Austral, ESO, en Cerro Paranal, Chile, y otros telescopios
Este faro brillante, alimentado por un agujero negro que posee dos mil millones de veces la masa del Sol, es indiscutiblemente el objeto más luminoso descubierto hasta ahora en el Universo primordial. Estos resultados aparecerán en la edición del 30 de junio de 2011 de la revista Nature.
“Este cuásar es una evidencia vital del Universo primordial. Es un objeto muy raro que nos ayudará a entender cómo crecieron los agujeros negros súpermasivos unos pocos cientos de millones de años después del Big Bang”, dice Stephen Warren, líder del equipo que realizó el estudio.
Se cree que los cuásares son galaxias distantes muy luminosas, alimentadas por un agujero negro súpermasivo en su centro. Su brillo los convierte en poderosos faros que pueden ayudar a investigar la época en que se formaron las primeras estrellas y galaxias. El cuásar recién descubierto está tan distante que su luz es una evidencia de la última etapa de la era de reionización.
El objeto recién descubierto, llamado ULAS J1120+0641, es visto como era tan sólo 770 millones de años después del Big Bang (desplazamiento al rojo de 7,1). Su luz tardó 12900 millones de años en alcanzarnos.
Si bien se ha podido confirmar la existencia de objetos aún más distantes (como un estallido de rayos gamma con desplazamiento al rojo de 8,2 y una galaxia con desplazamiento al rojo de 8,6), el cuásar recién descubierto es cientos de veces más brillante que éstos. Entre los objetos que son lo suficientemente brillantes como para ser estudiados en detalle, este es ampliamente el más distante.
El siguiente cuásar más distante es visto como era 870 millones de años después del Big Bang (desplazamiento al rojo de 6,4). Objetos similares que se encuentran más distantes no pueden ser detectados mediante relevamientos del cielo en luz visible debido a que su luz, estirada por la expansión del Universo, se ha desplazado casi por completo hacia la parte infrarroja del espectro al momento de llegar a la Tierra. El proyecto europeo de Rastreo en Infrarrojo del Cielo Profundo UKIRT (UKIDSS por su sigla en inglés), que utiliza de manera permanente el telescopio infrarrojo del Reino Unido en Hawaii, fue diseñado para resolver este problema. El quipo de astrónomos se sumergió en los millones de objetos de la base de datos de UKIDSS en busca de los preciados cuásares distantes.
“Tardamos 5 años en encontrar este objeto”, explica Bram Venemans, uno de los autores del estudio. “Estábamos buscando un cuásar con desplazamiento al rojo mayor a 6,5. Encontrar uno que está incluso más lejos, con un desplazamiento al rojo mayor a 7, fue una excitante sorpresa. Al permitirnos mirar en profundidad la era de reionización, este cuásar representa una oportunidad única para explorar una ventana de 100 millones de años en la historia del cosmos que hasta ahora no estaba a nuestro alcance”.
La distancia del cuásar fue determinada gracias a observaciones realizadas con el instrumento FORS2 del telescopio VLT de ESO, en Cerro Paranal, en la Región de Antofagasta en Chile, y con instrumentos del telescopio Gemini Norte. Gracias a que se trata de un cuásar comparativamente brillante, fue posible tomar un espectro del objeto, es decir, descomponer su luz en los diferentes colores que la conforman. Esta técnica permitió a los astrónomos descubrir bastante acerca del cuásar.
Las observaciones mostraron que la masa del agujero negro, situado en el centro de ULAS J1120+0641, equivale a dos mil millones de veces la masa del Sol. Una masa tan grande es difícil de explicar en una etapa tan temprana después del Big Bang. Las actuales teorías sobre el crecimiento de agujeros negros súpermasivos predicen un lento incremento de la masa a medida que el compacto objeto atrae materia desde sus alrededores.
“Creemos que sólo hay unos 100 cuásares brillantes con desplazamiento al rojo superior a 7 en todo el cielo”, concluye Daniel Mortlock, autor principal del estudio. “Encontrar este objeto implicó una búsqueda minuciosa, pero valió la pena el esfuerzo para poder develar algunos de los misterios del Universo primitivo”.
Este estudio se publica en la edición del 30 de junio de 2011 de la revista Nature.
El equipo está integrado por Daniel J. Mortlock (Imperial College London, Reino Unido), Stephen J. Warren (Imperial College London), Bram P. Venemans (ESO, Garching, Alemania), Mitesh Patel (Imperial College London), Paul C. Hewett (Institute of Astronomy, Cambridge, Reino Unido), Richard G. McMahon ((Institute of Astronomy), Chris Simpson (Liverpool John Moores University, Reino Unidio), Tom Theuns (Institute for Computational Cosmology, Durham, Reino Unido y University of Antwerp, Bélgica), Eduardo A. Gonzáles-Solares ((Institute of Astronomy), Andy Adamson (Joint Astronomy Centre, Hilo, Estados Unidos), Simon Dye (Centre for Astronomy and Particle Theory, Nottingham, Reino Unido), Nigel C. Hambly (Institute for Astronomy, Edinburgh, Reino Unido), Paul Hirst (Gemini Observatory, Hilo, Estados Unidos), Mike J. Irwin ((Institute of Astronomy), Ernst Kuiper (Leiden Observatory, Holanda), Andy Lawrence (Institute for Astronomy, Edinburgh, Reino Unido), Huub J. A. Röttgering (Leiden Observatory, Holanda).
Más información en: http://www.eso.org/public/news/eso1122/
Fuente: El Mensajero de los Astros. Aportado por Eduardo J. Carletti
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