Hace diez años, cuanto tenía 16, Erik Ramsey sufrió un horrible accidente de tránsito que cambió su vida. Desde ese entonces ha vivido dentro de un cuerpo paralizado casi por completo, que no le permite hablar
El trabajo de Frank Guenther, un científico de la Universidad de Boston, acaba de hacer menos penosa su vida. Guenther ha desarrollado un sistema que recoge las señales del cerebro de una persona, ls convierte en señales de FM (frecuencia modulada) y las transmite a un receptor. Esas señales se convierten en información que se puede procesar por una computadora. Con el software adecuado, la computadora puede realizar algunas tareas por Erik. Como por ejemplo hablar.
El dispositivo requiere que se implante de una serie de electrodos en la corteza cerebral. Ramsey puede expresar, por ahora, los sonidos de las vocales a través de la computadora. Es menos de lo que se ha logrado utilizando interfaces «cableadas» en directo entre el cerebro y la computadora, pero la conexión inalámbrica es un paso adelante. «Todos los grupos relacionados con los BCIs (Brain to Computer Interfaces) han comenzado a trabajar en la búsqueda de soluciones inalámbricas. Son muy superiores», dice Frank Guenther.
Como ocurre a menudo, estos avances plantean a los expertos en ética algunas cuestiones bastante espinosas. Por ejemplo, ¿pueden implantarse estos sistemas en personas sanas para mejorar su rendimiento? Ni falta hace decir que más de uno —de ser posible, barato y seguro— iría corriendo a ponerse uno de estos cacharros en el cerebro para desterrar definitivamente de su escritorio el teclado y ratón. Por otra parte, y aunque quizás sea muy pronto para preocuparse, existe algún temor respecto de la seguridad. ¿Que amenaza representan los hackers? O peor aún, ¿puede el fabricante de tus prótesis utilizar métodos para controlar qué puedes y qué no puedes hacer con tu cerebro? Este último punto no es tan descabellado como parece, ya que hemos visto esquemas parecidos en cámaras de fotos y marcapasos.
Los sistemas “tradicionales” que recogen las señales del cerebro por medio de sensores colocados sobre el cuero cabelludo son notoriamente lentos. Utilizando una interfaz de ese tipo, Ramsey no era capaz de articular más de una palabra por minuto. Si bien era un adelanto, seguía siendo bastante incomodo utilizar este ssistema.
Al colocar los electrodos directamente en su cerebro, la velocidad crece lo suficiente como para poder hablar con normalidad.
“El sistema introduce una demora de apneas 50 milisegundos. Ese es el tiempo que tarda en aparecer el sonido en los parlantes del ordenador cuando el paciente da la orden correspondiente”, dice Guenther. Obviamente, colocar electrodos directamente en el cerebro de un paciente plantea la posibilidad de una infección.
Utilizando un modelo construido por el propio Guenther, la actividad cerebral de Ramsey relacionada con la boca los movimientos de la mandíbula es la que se encarga de controlar el implante. De alguna manera, basta con que el paciente ordene a su paralizado cuerpo que hable para que los sonidos salgan por los altavoces de la computadora. Hasta ahora sólo se han implantado tres electrodos en el cerebro de Ramsey, suficientes para recoger los sonidos de las vocales. Pero Guenther planea agregar 32 electrodos más. De esa forma, su paciente podría emitir los mismos sonidos que una persona sana.
Fuente: Varios sitios. Aportado por Eduardo J. Carletti