Una nueva técnica, la tomografía computarizada de rayos X en tres dimensiones, que permite el Sincrotrón europeo, está revolucionando el mundo de la paleontología: permite escanear los fósiles con un detalle que hasta ahora resultaba impensable, sobre todo cuando están incrustrados en rocas
La utilización de esta avanzada tecnología, que ya tiene una amplia utilización en la medicina y en biología, ha permitido dar a conocer algunos detalles asombrosos de los hallazgos recientes más espectaculares, como ha sido el caso del primate bautizado como Ida, de hace 47 millones de años.
En un artículo en New Scientist, los autores hacen un repaso de las muchas posibilidades que presenta esta técnica, que permite ver los objetos en 3D, a la vez que se les gira para examinarlo desde cualquier ángulo o se les pone del revés para ver qué ocultan dentro. En definitiva, una revolución de la forma de ver los fósiles.
Las primeras experiencias en el ámbito de la Paleontología se presentaron en congresos especializados hace unos tres años y desde entonces, como recuerda el investigador Paul Barret, del Museo de Historia Natural de Londres, han aumentado mucho el tipo de muestras que pueden ser analizadas.
Entre los ejemplos más claros está el de los fósiles que son tan delicados que resulta imposible separarlos de las rocas o materiales en los que están incrustrados. Volviendo a Ida, el famoso primate, la tomografía computarizada permitió estudiar sus dientes sin necesidad de destruir el cráneo en el que estaba.
Alta precisión
En otras ocasiones, permite saber si hay fósiles. Utilizando el Sincrotrón europeo, instalado en Grenoble, el paleontólogo Paul Tafforeau descubrió 356 fósiles ocultos en ámbar en tan sólo cuatro días. Entre ellos, un centenar de caracoles, cucarachas, avispas y otros insectos con un millón de años de antigüedad, que pudo ver en tres dimensiones.
«Por vez primera podemos observar lo que hay dentro de los ejemplares sin necesidad de romperlos», explica Jorn Hurum, descubridor de Ida. De hecho, entre los más espectaculares estudios está el de un embrión de gusano de hace 1.000 millones de años o los lóbulos ópticos en el cerebro de un pescado fosilizado, o la distancia de las vértebras en un dinosaurio de cuatro toneladas.
Tal es su precisión que la TC que permite comparar el sistema auditivo de los pájaros actuales con el de criaturas prehistóricas como el Archaeopteryx, de donde concluyen que su oído interno era parecido al del emu actual. También permite el análisis de los dientes, en los que están escritos los acontecimientos más importantes de la vida del individuo (cómo creció, qué comía, que enfermedades tuvo, etcétera).
El problema es que hay pocos aparatos con esta tecnología en el mundo y, además, es muy cara. Los investigadores españoles recurren en la actualidad al ya mencionado Sincrotrón europeo, en el que España tiene una participación del 4% en su presupuesto.
Además, continúa construyéndose el Sincrotrón Alba, en Cerdanyola (Barcelona), que podría estar en marcha el año próximo. De hecho, ya existe una asociación de posibles usuarios de esta tecnología.
Fuente: El Mundo. Aportado por Gustavo A. Courault
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