Estas comunidades son distintas de las que se producen en otros materiales flotantes naturales, como plumas de ave, algas o trozos de madera, porque los plásticos ofrecen condiciones diferentes, entre las que está el hecho de que duran mucho más tiempo sin degradarse
La vida quiere seguir siendo, quiere seguir existiendo y propagarse. Esto es aún más fácil en los microorganismos, porque su rápida sucesión de degeneraciones les permite una evolución rápida. Por esta razón este planeta siempre ha sido y es de los microbios.
Ahora, un grupo de investigadores ha descubierto que hay toda una pléyade de comunidades marinas microbianas que viven en los desechos plásticos que los humanos arrojamos al mar. A esto lo han denominado “plasticósfera” (Plastisphere).
Esta plasticósfera representa, según lo autores del estudio, un hábitat ecológico novedoso en los océanos y nos hace preguntarnos ciertas cuestiones: ¿cómo cambiará esto las condiciones ambientales para los microbios marinos?, ¿cómo afectará esto a seres de mayor tamaño?, ¿cómo cambiará esto al trasporte de los microbios a través de los océanos, incluyendo los patógenos?
Científicos pertenecientes a diversas instituciones atraparon con una fina red restos de plástico del mar que flotaban en el Atlántico Norte. La mayoría de esos restos tenían un tamaño de milímetros. Después analizaron esos restos.
Linda Amaral-Zettle del MBL dice que no estaban interesados es quienes estaban ahí, sino en su rol, en cómo estaban funcionando en ese ecosistema, como estaban alterando el ecosistema general y en el destino final de esas partículas. ¿Descienden al fondo del océano?, ¿son ingeridas?, y si es así ¿qué impacto tienen?
Para su estudio utilizaron un microscopio electrónico y secuenciaron los genes que había en las muestras. Encontraron que al menos había 1.000 tipos distintos de bacterias en las muestras, muchas de las cuales no habían sido identificadas aún. Además de algas, bacterias y plantas autótrofas también encontraron animales y bacterias que vivían de ellos, depredadores y organismos que establecían relaciones simbióticas. En resumidas cuentas, hay todo un ecosistema complejo en piezas de plástico que no son más grandes que la cabeza de un alfiler y que ha evolucionado por culpa de una explosión en la presencia de plásticos en el mar, que empezó hace unos 60 años.
Según Tracy Mincer (de la WHOI, Woods Hole Oceanographic Institution), los seres de la plasticósfera son distintos de aquellos que están en el agua que les circunda, lo que indica que esas partículas de plástico funcionan a modo de arrecifes artificiales para la vida microbiana. Proporcionan un lugar, seleccionan y cobijan distintos tipos de microbios, y éstos se asientan y prosperan.
Estas comunidades también son distintas de aquellas que se dan en otros materiales flotantes naturales, como plumas de ave, algas o trozos de madera, porque los plásticos ofrecen unas condiciones diferentes, incluyendo que duran mucho más tiempo sin degradarse.
Por otro lado, los investigadores han encontrado que estas comunidades juegan un importante papel a la hora de degradar estos plásticos. Se introducen en las grietas y, posiblemente, degradan las moléculas que forman el plástico.
Estos residuos plásticos representan también un nuevo modo de transporte que puede resultar una amenaza cuando se trata de microbios que produzcan enfermedades o algas patógenas. Una de las muestras analizadas estaba dominada por miembros del género Vibrio, que incluye las bacterias causantes del cólera y de trastornos intestinales.
Fuente: Neofronteras y Science Daily. Aportado por Eduardo J. Carletti
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