El Satélite de Investigación de la Alta Atmósfera (UARS, por su sigla en inglés), que tiene el tamaño de un autobús y pesa más de 5,5 toneladas, caerá en la Tierra entre las 03:00 y las 07:00 hora GMT de este sábado y podría hacerlo sobre Canadá, África o Australia, según el último cálculo de la NASA
La agencia espacial estadounidense (NASA) detalló en un comunicado emitido a las 23:30 GMT de este viernes que, durante esas cuatro horas en las que se prevé la caída, el satélite «estará pasando sobre Canadá, África y Australia, así como sobre vastas áreas de los océanos Pacífico, Atlántico e Índico».
Al igual que ha hecho en los últimos días, la NASA volvió a insistir hoy en que el riesgo para la seguridad de las personas es «muy remoto», puesto que lo más probable es que impacte en el agua, que cubre más de tres cuartas partes de la superficie terrestre.
A primera hora del día la agencia espacial ya había adelantado que la caída del satélite, prevista en principio para hoy por la tarde hora del este de EE.UU., se iba a retrasar.
La actividad solar, el factor que adelantó el reingreso del satélite a la atmósfera previsto en principio para finales de septiembre o primeros de octubre, ya no es determinante en la velocidad de caída del satélite, que ralentizó su descenso por «un cambio en su orientación o configuración», según la NASA.
Los científicos calculan que el satélite se despedazará al entrar en la atmósfera y que al menos 26 grandes piezas del artefacto sobrevivirán a las altas temperaturas del reingreso y caerán sobre la Tierra.
Una vez que el UARS impacte en la atmósfera, las piezas supervivientes solamente tardarán unos minutos en caer en la Tierra.
La probabilidad de que alguno de los restos del UARS, que pesa 5.675 kilogramos, alcance a una persona es muy remota, según la NASA, que la cifra en una entre 3.200.
De hecho, la agencia asegura que, desde el comienzo de la era espacial, no se ha confirmado ningún caso en el que haya resultado herida una persona por un objeto espacial durante la maniobra de reingreso.
Como medida de precaución, la Administración Federal de Aviación de EE.UU. (FAA, por su sigla en inglés) emitió el jueves una alerta para los pilotos sobre el satélite, calificándolo como un «peligro potencial».
«Es fundamental que todos los pilotos y miembros de la tripulación reporten cualquier desecho especial observado», remarcó la FAA en un comunicado.
En el caso de que los restos del satélite caigan en un área poblada o cerca de una, las Fuerzas Armadas de EE.UU. advierten de que los ciudadanos no deben tocar estas piezas, sino avisar del hallazgo a las autoridades.
Ante los rumores que han circulado por Internet de que las piezas podrían contener material radiactivo, la NASA se ha visto obligada a desmentirlo y ha aclarado que la recomendación de no tocar los restos del ingenio radica en que son afilados y pueden cortar.
Además de por razones de seguridad, los ciudadanos no deben tocar los restos porque son propiedad del Gobierno de EE.UU., de manera que, tal como insisten las autoridades, «no pueden venderse a coleccionistas ni a través de la página eBay».
El transbordador «Discovery» transportó en 1991 este satélite, diseñado para medir los cambios atmosféricos y los efectos de la contaminación, y que emprendió su camino de regreso a la Tierra hace seis años.
Pese a la expectación generada, el astrofísico Jonathan McDowell, de la Universidad de Harvard, explicó a la cadena de televisión CNN que el UARS está lejos de ser la basura espacial más grande que ha reingresado a la Tierra.
«Esto no es nada comparado con el viejo Skylab de los setenta, cuando había una estación espacial de 70 toneladas cayendo desde el cielo», recordó McDowell.
Algunas piezas del laboratorio estadounidense Skylab, que se desintegró y cayó en el Océano Índico en 1979, aparecieron en Australia.
Fuente: Univision. Aportado por Eduardo J. Carletti
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