Una nueva técnica en el campo de los tratamientos de quemaduras proporciona una alternativa a los injertos de piel dentro de la sala de operaciones
Tradicionalmente, los tratamientos para las quemaduras de segundo grado consisten en una solución que parece ser peor que la enfermedad: se corta un trozo de piel de otra zona del paciente y se injerta sobre la quemadura. El proceso funciona, pero aumenta el dolor del paciente y duplica el área que se debe curar. Una tecnología relativamente nueva tiene el potencial de curar las quemaduras de una manera mucho menos invasiva que los injertos de piel. Con sólo una pequeña biopsia de piel y un kit ya preparado, los cirujanos pueden crear una suspensión de células basales de la piel —las células madre de la epidermis— y rociar la solución directamente sobre la quemadura, con resultados comparables a los de los injertos de piel.
El spray celular está pensado para tratar quemaduras graves de segundo grado, en las que las dos capas superiores de la piel están dañadas pero el tejido subcutáneo aún está intacto. Las quemaduras de tercer grado, de mayor gravedad, requieren todavía que se haga el injerto de piel. El spray, cuyo uso ya está aprobado en algunos países, ha despertado el interés del Ejército de los Estados Unidos. El Instituto de Medicina Regenerativa de las Fuerzas Armadas de EEUU está financiando unas pruebas en más de 100 pacientes, y que se espera que comiencen antes de que acabe este año.
La tecnología, desarrollada por la cirujana australiana Fiona Wood, está basada en células, y entre ellas se encuentran las células progenitoras de la piel y los melanocitos encargados del color, que se concentran en mayor medida dentro de la unión entre las dos capas superiores de la piel. Gracias a un kit paso-a-paso denominado como ReCell, los cirujanos pueden cosechar, procesar y aplicar estas células para tratar quemaduras de hasta un metro cuadrado de extensión. El kit, que ha puesto a la venta Avita Medical, una compañía de medicina regenerativa con sede en el Reino Unido, es un pequeño laboratorio del tamaño y forma de una funda de gafas de sol.
Después de extraer un pequeño trozo de piel cercana a la zona de la quemadura (cuanto más cercana sea la biopsia, se logrará un mejor color y textura), el cirujano lo coloca en el pequeño incubador del kit junto a una solución de enzimas. Las enzimas separan las células de la unión dermis-epidermis, y el cirujano las cosecha mediante su extracción de las capas de la dermis y la epidermis y su suspensión en una solución. La mezcla resultante se rocía sobre la herida, repoblando así el lugar de la quemadura con células basales del lugar donde se extrajo la biopsia.
“En la actualidad, el tratamiento de cualquier quemadura que requiera un injerto de piel se lleva a cabo con la misma tecnología que venimos usando desde hace 30 años”, afirma James Holmes, cirujano y director médico del Centro de Quemaduras del Centro Médico Baptista de la Universidad de Wake Forest. La práctica actual con las quemaduras de gran tamaño requiere injertos de piel donante que van desde un cuarto hasta el tamaño completo del área de la quemadura. ReCell sólo necesita cuatro centímetros cuadrados. “Esto te permite tomar una biopsia de piel muy pequeña y procesarla en la mesa de operaciones utilizando un paquete ya preparado,” afirma Colmes. “Se puede cubrir un área 80 veces mayor que el tamaño de la biopsia.”
Holmes es el investigador principal de unas pruebas en varios centros de próxima ejecución y que se dedicarán a hacer comparaciones entre los injertos y ReCell. Los pacientes de las pruebas actuarán como sus propios controladores: si una víctima de quemadura tiene una quemadura de segundo grado lo suficientemente grave como para ser tratada con injertos de piel, la mitad de la quemadura se tratará de ese modo y la otra mitad se tratará con el spray de células.
Fuente: Tecnology Review. Aportado por Eduardo J. Carletti