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Diminutas estrellas de materia oscura podrían albergar partículas que actúan como una sola

En Star Trek, los miembros de la extraña y siniestra raza conocida como los Borg pronuncian esta amenaza: «Usted será asimilado» hablando como una unidad compuesta de muchos seres. Su comportamiento podría verse reflejada en el espacio si la materia oscura existe en una forma en particular; de ser así, se crearían estrellas al estilo Borg, las que cada partícula está en el mismo estado al mismo tiempo

La materia oscura representa el 80 por ciento de la materia en el universo, pero no podemos observarla directamente y sus componentes permanecen en el misterio.

Una teoría es que la materia oscura podría estar formada de partículas llamadas axiones. A diferencia de los protones, neutrones y electrones que componen la materia ordinaria, los axiones pueden compartir el mismo estado de energía cuántica. También se atraen entre sí gravitacionalmente, por lo que se agrupan.

Juntas, esos dos propiedades significan que existirían agrupaciones que se comporten como un condensado de Bose-Einstein (Bose-Einstein Condensate = BEC), un estado de la materia en la que todas las partículas ocupan el mismo estado cuántico, según los cálculos de Chanda Prescod-Weinstein en el Instituto de Tecnología de Massachusetts y sus colegas.

«Actúan juntas, como un súper átomo», dice Prescod-Weinstein. Pero esas agrupaciones son propensos a fracturarse, añade. «La configuración de los axiones «necesita» establecerse dentro de un BEC gigante.» En cambio, se separan en grupos más pequeños, que el equipo llama estrellas Bose.

Del tamaño de un asteroide

Se habrían formado cuando el universo tenía apenas 47.000 años de edad y deben haber sobrevivido hasta nuestros días, dice ella. Estas estrellas serían totalmente oscuras y relativamente pequeñas, del tamaño del asteroide Ceres, y cerca de 20 veces más densas.

La materia oscura es difícil de estudiar porque no interactúa mucho con la materia ordinaria, pero la materia oscura axiónica, en teoría, podría observarse en forma de estrellas Bose si están orbitando un púlsar. Bajo las condiciones adecuadas, la interacción entre el púlsar y los axiones podrían producir radiación que podemos detectar, dice Prescod-Weinstein.

Esto sería como una versión en la naturaleza y en el espacio del Experimento Materia Oscura Axiónica (Axion Dark Matter Experiment) en la Universidad de Washington en Seattle, que utiliza un gran imán superconductor para buscar axiones.

«Estoy segura de que los experimentadores podrían expresar cierto escepticismo al respecto», dice ella. «Pero yo tiendo a ser optimista y creo que el universo es más extraño de lo que pensamos que es.»

 

 

«Es un gran artículo, y estamos de acuerdo con sus conclusiones», dice Rohana Wijewardhana en la Universidad de Cincinnati, Ohio, cuyo equipo ha realizado cálculos similares.

Wijewardhana añade que si una estrella de Bose se estrellase en la Tierra, podríamos ser capaces de observar sus efectos. No es algo de lo que tenemos que preocuparnos, en todo caso, porque una estrella Bose interactuaría débilmente con la materia, sólo veríamos pequeños efectos gravitacionales, incluso si toda la cosa pasara a través de la Tierra.

Publicación de referencia: Physical Review D, 10.1103 / PhysRevD.92.103513

Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti

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Partícula desconocida del "Universo Material" no encaja en la teoría cuántica

Los investigadores teorizan que existe la partícula en un material conocido como ditelururo de tungsteno (WTe2), que los investigadores comparan a un «universo material» ya que contiene varias partículas, algunas de las cuales existen en las condiciones normales de nuestro universo y otras que puedan existir solamente en estos tipos especializados de cristales

«Aún más intrigante es la perspectiva de encontrar más partículas elementales en otros sistemas de materia condensada», dicen los investigadores. «¿Qué otra clase de partículas se puede ocultar en la variedad infinita de universos materiales? La gran variedad de fermiones emergentes en estos materiales sólo ha comenzado a ser desentrañado.»

El equipo de investigadores ha predicho la existencia de un nuevo tipo de partícula llamada fermión Weyl tipo II en materiales metálicos. Al ser sometidos a un campo magnético, los materiales que contienen la partícula actúan como aislantes para la corriente aplicada en algunas direcciones, y como conductores si la corriente es aplicada en otras direcciones.







«La imaginación de uno puede ir más allá y preguntarse si en la materia condensada pueden surgir partículas que son desconocidas para la teoría cuántica de campos relativista», dijo Bernevig. Hay razones para creer que sí, según dicen los investigadores. La investigación aparece en la revista Nature esta semana.

La nueva partícula es prima del fermión de Weyl, una de las partículas en la teoría cuántica estándar de campos. Sin embargo, las partículas de tipo II exhiben respuestas diferentes a los campos electromagnéticos, siendo un conductor perfecto en algunas direcciones del campo, y un aislante en otras.

La investigación fue dirigida por el profesor asociado de Física B. Andrei Bernevig la Universidad de Princeton, así como Matthias Troyer y Alexey Soluyanov de ETH Zurich, y Xi Dai del Instituto de Física de la Academia China de Ciencias. El equipo incluyó a los investigadores postdoctorales asociados Zhijun Wang en Princeton y Quansheng Wu en la ETH Zurich, y el estudiante graduado Dominik Gresch en ETH Zurich.

La existencia de la partícula no fue considerada por el físico Hermann Weyl durante el desarrollo inicial de la teoría cuántica hace 85 años, dicen los investigadores, porque violaba una norma fundamental llamada simetría de Lorentz, que no se aplica en los materiales en los que surge el nuevo tipo de fermión.

Las partículas en nuestro universo son descritas por la teoría cuántica de campos relativista, que combina la mecánica cuántica con la teoría de la relatividad de Einstein. Según esta teoría, los sólidos están formados de átomos que consisten en un núcleo rodeado de electrones. Debido a la gran cantidad de electrones que interactúan entre sí, no es posible resolver exactamente el problema del movimiento de muchos electrones en sólidos utilizando la teoría de la mecánica cuántica.

En cambio, nuestro conocimiento actual de los materiales se deriva de una perspectiva simplificada, en la que los electrones en los sólidos se describen en términos de partículas especiales que no interactúan, llamadas cuasi-partículas, que se mueven en el campo efectivo creado por entidades cargadas, llamadas iones y electrones. Estas cuasi-partículas, denominados electrones Bloch, también son fermiones.

Del mismo modo que los electrones son partículas elementales en nuestro universo, se puede considerar a los electrones Bloch las partículas elementales de un sólido. En otras palabras, el propio cristal se convierte en un «universo», con sus propias partículas elementales.

En los últimos años, los investigadores han descubierto que un «universo material» así puede albergar todas las demás partículas de la teoría cuántica de campos relativista. Tres de estas cuasi-partículas, los fermiones Dirac, Majorana y Weyl, fueron descubiertos en dichos materiales, a pesar de que los dos últimos habían sido esquivos en los experimentos, abriendo el camino para simular ciertas predicciones de la teoría cuántica de campos en experimentos relativamente baratos y a pequeña escala que se llevan a cabo en estos cristales de «materia condensada».

Estos cristales se pueden cultivar en el laboratorio, por lo que se puede hacer experimentos para buscar el fermión recién predicho en el WTe2 y otro material candidato, el ditelururo de molibdeno (MoTe2).

El universo descrito por la teoría cuántica de campos está sujeto a la rigurosa restricción de un determinado conjunto de reglas, o simetría, conocida como la simetría de Lorentz, que es característica de las partículas de alta energía. Sin embargo, la simetría de Lorentz no es aplicable en la materia condensada porque la típica velocidad de los electrones en los sólidos es muy pequeña en comparación con la velocidad de la luz, lo cual convierte a la física de la materia condensada en una teoría de inherente baja energía.

«Uno puede preguntarse», dijo Soluyanov, «si es posible que algunos universos materiales acojan partículas ‘elementales’ no relativistas que no cumplen la simetría de Lorentz».

Esta pregunta fue respondida positivamente por el trabajo de la colaboración internacional. El trabajo comenzó cuando Soluyanov y Dai visitaban Bernevig en Princeton, en noviembre de 2014, y la discusión se volvió hacia extraños comportamientos inesperados de ciertos metales en los campos magnéticos (Nature 514, 205-208, 2014, doi:10.1038/nature13763). Este comportamiento ya había sido observado por los experimentadores en algunos materiales, pero se necesita más trabajo para confirmar que está vinculado a la nueva partícula.

Los investigadores encontraron que mientras que la teoría relativista sólo permite que exista una única especie de fermiones Weyl, en los sólidos de materia condensada son posibles dos fermiones Weyl físicamente distintos. El fermión Weyl estándar, o Tipo-I, tiene sólo dos posibles estados en los que puede permanecer en energía cero, similar a los estados de un electrón, que pueden ser espín-arriba o espín-abajo. La densidad de los estados en energía cero es cero, y el fermión es inmune a muchos efectos termodinámicos interesantes. Existe este fermión Weyl en la teoría del campo relativista, y es el único permitido si se preserva la invariancia (simetría) de Lorentz.

El fermión Weyl tipo-2 predicho ahora tiene una cantidad termodinámica de estados en los que puede residir en energía cero, algo llamado superficie de Fermi. Su superficie de Fermi es exótica, en la que aparece con puntos de contacto entre los bolsillos de electrones y de huecos. Esto dota al nuevo fermión con una escala, una densidad finita de estados que rompe la simetría de Lorentz.

El descubrimiento se abre en muchas nuevas direcciones. La mayoría de los metales normales exhiben un aumento en la resistividad cuando se someten a campos magnéticos, un efecto conocido que se utiliza en muchas tecnologías actuales. La reciente predicción y la realización experimental de fermiones estándar Tipo-I Weyl en semimetales realizada por dos grupos en Princeton y un grupo de la PIO Beijing mostraron que la resistividad en realidad puede disminuir si el campo eléctrico se aplica en la misma dirección que el campo magnético, un efecto llamado magnetorresistencia longitudinal negativa. El nuevo trabajo muestra que los materiales que alojan un fermión Weyl tipo II han mezclado comportamientos: mientras que para algunas direcciones de los campos magnéticos la resistividad aumenta, al igual que en los metales normales, para otras direcciones de los campos la resistividad puede disminuir al igual que en los metaloides Weyl, ofreciendo posibles aplicaciones tecnológicas.

Fuente: Daily Galaxy. Aportado por Eduardo J. Carletti

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Los físicos están desesperados por estar equivocados acerca del bosón de Higgs

Los resultados más interesantes del LHC podrían venir de observar algo que nadie predijo. El bosón descubierto en 2012 pasa a tener una masa que es sospechosamente compatible con una gran cantidad de interacciones de partículas. Eso podría ser una coincidencia. O —esperanza más allá de la esperanza— podría conducir a un principio fundamental que los físicos no han hallado hasta ahora

Cuando Pablo Glaysher se acercaba el final de su maestría en 2012, todo el mundo estaba hablando sobre el bosón de Higgs. Después de dos años de impactar protones entre sí, el Gran Colisionador de Hadrones del CERN estaba a punto de poner fuera del ámbito teórico la partícula misteriosa que ayuda a explicar cómo el universo tiene masa. Los estudiantes que tuvieron su lugar en el equipo de investigación del LHC tuvieron la oportunidad de ayudar al mayor descubrimiento de la física moderna.

Luego, dos meses antes de que Glaysher comenzara su programa de doctorado con el equipo del CERN en la Universidad de de Edimburgo, los equipos de los experimentos ATLAS y CMS del LHC anunciaron que habían encontrado el bosón de Higgs.


Un visitante se pone delante de una gran imagen del Gran Colisionador de Hadrones en la exposición del Museo de la Ciencia de Londres

«Fue un poco triste», dice Glaysher. «Esperaron 50 años para encontrarlo, y no podía esperar a los dos meses adicionales hasta que yo fuera parte de la fiesta.»

Los tres años que siguieron fueron pura resaca de champán. Otros datos confirmaron el descubrimiento del Higgs, y luego el colisionador cerró para realizar una actualización de dos años que más que duplicó su potencia para impactar partículas.

Este verano, el reinicio tan esperado LHC llegó con una nueva promesa: la posibilidad de detectar las partículas más grandes, que antes nunca habían sido creadas en un acelerador de partículas construido por el hombre. Los físicos creen que podrían entrever las partículas que componen la materia oscura, la sustancia desconocida que se piensa que compone una cuarta parte del universo, o incluso vislumbrar otras dimensiones.

Pero a pesar de la oportunidad de estudiar nuevas partículas exóticas, Glaysher se encuentra tres años y medio después estudiando todavía el bosón de Higgs dentro del equipo del experimento ATLAS. En lugar de gastar toda su vida persiguiendo un fantasma, está examinando algo muy real.

«El descubrimiento —tan emocionante como es, y como posible generador de un premio Nobel— en realidad es sólo el primer paso», dice Glaysher. Los teóricos y otros investigadores en el colisionador están de acuerdo con él. Piensan que todavía el Higgs podría encontrar alguna nueva física.

¿Y ahora que?

El Higgs era, en cierto modo, la meta final. En el núcleo de la física de partículas está lo que se conoce como el Modelo Estándar: un grupo de 17 partículas elementales y las reglas que indican la forma en que deben interactuar. Hasta el descubrimiento del Higgs, los físicos habían observado 16 de estas partículas, y en el ambiente estaban desesperados por una 17ª que empujara el modelo hacia nuevas direcciones. Pero el bosón resultó ser totalmente normal. Actuó como el modelo dijo que actuaría, y obedeció todas las reglas teorizadas.

Los físicos, dicho de otro modo, habían hecho un trabajo muy bueno con sus predicciones. «Con el Higgs, pensamos que habíamos tocado fondo», dice Andre David, un físico investigador del CMS que lidera el esfuerzo por determinar las características del bosón.

Pero con un LHC recién actualizado, los investigadores del ATLAS junto con sus homólogos de la CMS y los teóricos físicos, piensan que el Higgs todavía podría llevar a nuevos conocimientos acerca de la naturaleza del mundo. «Es como si usted ha tocado un fondo, y debe haber un nuevo fondo», dice David. «Sólo tienes que seguir cavando.»

Hasta ahora, los científicos tienen algunas jugosas teorías para el Higgs. Cuando eres parte del proceso responsable de darle masa al universo, lo más probable es que estés metido en algún otro negocio interesante. Este mes marcó la finalización de la primera ronda de observación en el LHC de las colisiones de protones a una energía más alta, y los datos recopilados podrían jugar en algunas de las mayores preguntas de física.

Una de las grandes esperanzas de los físicos para el nuevo LHC es no desmentir el Modelo Estándar con nuevas observaciones, sino extenderlo a la búsqueda de un socio para cada una de sus 17 partículas, validando una teoría llamada supersimetría. El modelo estándar tiene una buena explicación para la fuerza débil, que permite que una partícula se convierta en otra. Pero los físicos no saben por qué la fuerza débil es capaz de sobreponerse a la gravedad. Las teorías que explican que esta rareza requiere un Higgs con una masa enorme, pero el bosón descubierto en 2012 fue relativamente liviano. La observación de las partículas supersimétricas que también son livianas podría explicar las discrepancias.

El Higgs podría desempeñar un papel en otra partícula no observada, también: la materia oscura. Es posible que al Higgs le guste convertirse en materia oscura, o jugar otro papel en su comportamiento. Los enormes detectores del LHC miden lo que pasa después de las colisiones mediante la detección de la energía de las partículas resultantes, y si parte de la energía desaparece, podría ser un indicio de que apareció la materia oscura.

Luego está la materia y la antimateria. Mientras que los físicos han documentado a ambas, no están seguros de lo que ocurrió justo después del Big Bang, cuando el universo todavía estaba hecho de partes iguales de materia y antimateria. Las dos tienen una tendencia a destruirse una a otra, y se convierten en energía pura cuando colisionan. Pero algo causó un desequilibrio, lo que lleva al universo moderno, que tiene mucha más materia que antimateria. Los físicos creen que unas interacciones del Higgs consigo mismo podrían haber desempeñado una parte del papel; y planean estudiar lo que sucede cuando dos Higgs se juntan en el LHC.

Por último, los físicos creen que podrían encontrar aún más partículas de Higgs. Una teoría prominente sostiene que en lugar de un único tipo de bosón de Higgs, hay cinco. Algunos de ellos son mucho más pesados que el bosón encontrado en 2012, lo que significa que el LHC puede no haber sido lo suficientemente potente como para crearlos. Hasta ahora.

El desconocido conocido

Esas son todas las tentadoras posibilidades. Aún así, los resultados más interesantes del LHC podrían venir de observar algo que nadie predijo. El bosón descubierto en 2012 pasa a tener una masa que es sospechosamente compatible con una gran catidad de interacciones de partículas. Eso podría ser una coincidencia. O —esperanza más allá de la esperanza— podría conducir a un principio fundamental que los físicos no han hallado hasta ahora. El objetivo final, como siempre, es encontrar una cadena que, cuando se tira de ella, suena una campana de aviso que llama a los físicos hacia algo nuevo.

«No está garantizado que hayamos pensado todo lo que se puede pensar. Tal vez sólo sea que no somos lo suficientemente imaginativos y creativos», dice David. «Podríamos estar yendo en una dirección en la que la nueva física podría ser sutil. No es como una nueva partícula frente a tu rostro».

 

 

Los científicos están, una vez más, iniciando el reloj de un nebuloso período de espera. Peter Higgs teorizó el bosón en 1964, y luego la partícula no fue observada durante 50 años. Los equipos del CERN no saben si su colisionador actual es lo suficientemente potente como para aportar las respuestas que buscan, o si van a tener que esperar una mayor actualización de energía, o incluso décadas a partir de ahora.

«Tenemos un montón de preguntas. Tenemos evidencia indirecta de que podría ser respondidas por los experimentos que estamos haciendo», dice el investigador del ATLAS Elliot Lipeles. «Podríamos llegar a la nada, o podríamos encontrar un descubrimiento sorprendente, literalmente, el mes que viene.»

Es un trabajo tedioso y generalmente poco glamoroso. El grupo de Glaysher en la Universidad de Edimburgo pasa sus días analizando instancias del Higgs desintegrándose en varios tipos específicos de partículas. Para descubrir los secretos del Higgs le toca a los físicos gastar miles de horas rasreando a través de una cantidad insondable de colisiones de partículas producidas cada día en el LHC. Y si Glaysher tiene suerte, en su equipo podría ser quienes averiguen por qué los físicos han obtenido este Higgs que se ve incorrecto.

Fuente: Wired. Aportado por Eduardo J. Carletti

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