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La NASA investigará las explosiones magnéticas por reconexión

La reconexión magnética podría ser la manera favorita que tiene el universo de hacer explotar cosas. Tiene lugar en cualquier sitio en el que los campos magnéticos se extiendan en el espacio; lo que significa que se produce casi en todas partes

En los núcleos de las galaxias, la reconexión magnética provoca explosiones visibles desde miles de millones de años luz de distancia. En el Sol, causa erupciones solares tan poderosas que equivalen a un millón de bombas atómicas. En la Tierra, aporta energía a las tormentas magnéticas y a las auroras. Es ubicua.

El problema es que los investigadores no pueden explicarla.

Los aspectos básicos son lo suficientemente claros. Las líneas de fuerza magnética se cruzan, se anulan, se reconectan y… ¡boom! Se desata la energía magnética, con partículas cargadas que vuelan casi a la velocidad de la luz. Pero, ¿cómo? ¿Cómo es posible que la simple acción de entrecruzar líneas de campos magnéticos cause una explosión tan violenta?

“Algo muy interesante y fundamental está ocurriendo y no lo comprendemos por completo”, dijo Jim Burch, del Instituto de Investigaciones del Sudoeste (Southwest Research Institute, en idioma inglés).

La NASA está a punto de lanzar una misión con el fin de llegar al fondo de este misterio. Se llama MMS, la abreviatura en idioma inglés de “Magnetospheric Multiscale” o “Multiescala Magnetosférica”, en idioma español, la cual está formada por cuatro naves espaciales que volarán a través del campo magnético de la Tierra, o “magnetosfera”, para estudiar la reconexión en acción.

“La magnetosfera de la Tierra es un laboratorio natural maravilloso para estudiar este fenómeno”, dice Burch, quien es el investigador principal de la MMS.

Con su lanzamiento planeado para el 12 de marzo, las cuatro naves espaciales fueron diseñadas, construidas y probadas en el Centro Goddard para Vuelos Espaciales (Goddard Space Flight Center, en idioma inglés), de la NASA. Cada una tiene forma de disco de hockey gigante, con aproximadamente 4 metros de diámetro y 1 metro de altura. Sin embargo, en el espacio, son mucho más grandes.

“Después del lanzamiento, las naves espaciales giratorias desplegarán sus sensores electromagnéticos, los cuales se encuentran ubicados en los extremos de los largueros con cables que tienen hasta 60 metros de largo”, dijo Craig Tooley, quien es el jefe del proyecto MMS, en el centro Goddard. “Cuando se encuentran completamente extendidos, los sensores son tan extensos como un campo de béisbol”.

Estas sondas giratorias expandibles volarán en una formación precisa, a 10 km de distancia una de la otra y están guiadas por satélites del Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por su sigla en idioma inglés) que orbitan la Tierra muy por debajo de ellos. “Podemos mantener a la formación con una precisión de solo 100 metros”, dijo Tooley. “Esto es fundamental para nuestras mediciones”.

Cualquier nuevo proceso físico que observe la MMS podría ayudar a proporcionar energía limpia a la Tierra.

“Durante muchos años, los investigadores vieron a la fusión como una fuente limpia y abundante de energía para nuestro planeta”, dijo Burch. “Un enfoque, la fusión por confinamiento magnético, produjo resultados muy prometedores con dispositivos como tokamaks. Pero surgieron problemas para mantener el plasma que contiene la cámara”.

“Uno de los problemas más importantes es la reconexión magnética”, continúa diciendo. “Un resultado espectacular de la reconexión se conoce como el ‘choque con patrón dientes de sierra’. Mientas se acumula el calor dentro del tokamak, la temperatura de los electrones alcanza el pico y luego ‘cae’ a un valor menor. Algo del plasma caliente se escapa. Esto lo causa la reconexión del campo de contención”.

Es este sentido, se podría creer que las cámaras de fusión podrían ser un buen lugar para estudiar la reconexión. Sin embargo, no lo son, dijo Burch. La reconexión en los tokamaks tiene lugar solo en volúmenes pequeños, de unos pocos centímetros de ancho. Es prácticamente imposible construir sensores lo suficientemente pequeños como para poner a prueba la zona de reconexión.

La magnetosfera de la Tierra es mucho mejor. En la burbuja magnética expansiva que rodea a nuestro planeta, el proceso se desarrolla en volúmenes tan grandes como decenas de kilómetros de un lado a otro, por ejemplo, cuando la reconexión en el Sol impulsa nubes de plasma hacia la Tierra, donde luego eventos de reconexión adicional provocan auroras.

“Podemos dirigir el vuelo de las naves espaciales en el interior y alrededor de él y echar un buen vistazo de lo que sucede”, afirma.

 

 

Eso es lo que hará la MMS: volar directamente a la zona de reconexión. Las naves espaciales son lo suficientemente resistentes como para soportar la energía de los eventos de reconexión que, se sabe, ocurren en la magnetosfera de la Tierra; entonces, no hay nada que se interponga en el camino de una misión de descubrimiento de dos años completos.

Para obtener más información y actualizaciones, visite la página de inicio de la MMS: www.nasa.gov/mms, en idioma inglés.

Fuente: NASA. Aportado por Eduardo J. Carletti

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Supernova termonuclear eyecta la estrella más veloz de la galaxia

La estrella más rápida en nuestra galaxia escapa de la Vía Láctea a una velocidad de 1.200 km por segundo

Un equipo de astrónomos ha descubierto una estrella que rompe el récord de velocidad galáctica: se mueve a unos 1.200 km por segundo, una velocidad tan alta que será capaz de escapar de la gravedad de nuestra galaxia. Al parecer, el motivo de su rápida fuga es que ha sido expulsada de su sistema por la explosión de una supernova termonuclear. La investigación aparece publicada en la revista Science.

Ilustración de la estrella expulsada (izda.) y la supernova (abajo en el centro). En realidad, la supernova ya habría desaparecido mucho tiempo antes de que la estrella alcanzara esa posición

Las estrellas como el Sol están atadas gravitatoriamente a nuestra galaxia y orbitan su centro a velocidades moderadas, lo que significa unos cientos de kilómetros por segundo. Sólo se conocen unas pocas, llamadas estrellas hiperveloces, que viajan a velocidades tan altas que no están vinculadas, lo que significa que no van a orbitar alrededor de la galaxia sino que van a escapar de su gravedad para pasear de forma aventurera por el espacio intergaláctico. «A esa velocidad, uno podría viajar de la Tierra a la Luna en cinco minutos», describe Eugene Magnier, investigador de la Universidad de Hawái en Manoa.

Los astrónomos consideran que un encuentro cercano con el agujero negro supermasivo en el centro de la Vía Láctea suele ser el mecanismo que «patea» a estas estrellas fuera de la galaxia. Pero esta es diferente.

Un equipo dirigido por Stephan Geier, del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Garching (Alemania), observó la estrella de alta velocidad conocida como US 708 con el telescopio Keck II de 10 metros en Hawái para medir su distancia y velocidad a lo largo de nuestra línea de la vista. Al combinar esas medias con otras de imágenes tomadas por el observatorio Pan-STARRS, fueron capaces de obtener la componente tangencial de la velocidad de la estrella.

La «patada» de una compañera

El equipo determinó que la estrella se está moviendo a unos 1.200 km por segundo, una velocidad mucho más alta que las de estrellas conocidas previamente en la Vía Láctea. Más importante aún, la trayectoria de US 708 implica que el agujero negro supermasivo en el centro de la galaxia no pudo ser el motivo de su velocidad extrema.

 

 

Además, US 708 tiene otra propiedad peculiar en marcado contraste con otras estrellas hiperveloces: es una estrella de helio compacta de rotación rápida, probablemente formada por la interacción con una compañera cercana. Podría haber residido originalmente en un sistema binario ultracompacto, transfiriendo helio a una compañera enana blanca masiva y, en última instancia, provocando la explosión termonuclear de una supernova de tipo Ia. En este escenario, la compañera sobreviviente, es decir, US 708, fue violentamente expulsada del sistema binario, y ahora viaja a una velocidad extrema.

Según los científicos, estos resultados proporcionan la evidencia observacional de un vínculo entre estrellas de helio y supernovas termonucleares, y es un paso hacia la comprensión de los sistemas en los que ocurren estas misteriosas explosiones.

Fuente: Astronomy Now. Aportado por Eduardo J. Carletti

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Una estrella binaria rozó el Sistema Solar hace 70.000 años

Se calcula que pasó a una distancia de 0,8 años luz del Sol, cinco veces más cerca que nuestra vecina estelar Proxima Centauri

Un equipo internacional de astrónomos procedentes de los EE.UU, Europa, Chile y Sudáfrica han determinado es probable que, hace 70.000 años, una estrella atravesara la Nube de Oort del Sistema Solar, donde se encuentran los cometas de largo periodo. Esta es la primera vez que se tienen datos de una aproximación tan cercana a nuestro Sol, ya que Próxima Centauri, la estrella más próxima, se encuentra cinco veces más lejos.

Dibujo de Michael Osadciw/Univ. of Rochester

En un artículo publicado en Astrophysical Journal Letters, el autor principal de esta investigación, Eric Mamajek, de la Universidad de Rochester, y sus colaboradores, analizaron la velocidad y la trayectoria de un sistema de estrellas de baja masa apodado «estrella de Scholz«.

La trayectoria de este sistema binario sugiere que hace 70.000 años pasó aproximadamente a 52.000 unidades astronómicas (UA) de distancia, o unos 0,8 años luz. Esta distancia, en términos astronómicos, es muy cercana. Próxima Centauri, nuestra vecina, se encuentra a 4,2 años luz de distancia. De hecho, los científicos recalcan que están un 98% seguros de que esta pareja atravesó la zona exterior de la Nube de Oort del Sistema Solar, hogar de los cometas de grandes periodos. Las perturbaciones generadas por las visitantes podrían haber alterado las órbitas estables de estos cuerpos helados.

La estrella binaria llamó la atención de Eric Mamajek mientras mantenía un debate con Valentin D. Ivanov, del Observatorio Europeo Austral, y coautor también del estudio. La estrella de Scholz tenía una inusual mezcla de características que la convertían en un objeto peculiar. A pesar de encontrarse bastante cerca, unos 20 años luz, mostraba un movimiento tangencial muy lento, es decir, un movimiento a través del cielo. Las mediciones de velocidad radial tomadas por Ivanov y sus colaboradores mostraron, sin embargo, que la estrella se mueve casi directamente alejándose del Sistema Solar a una distancia considerable.

«La mayoría de las estrellas cercanas muestran un movimiento tangencial mucho mayor», comenta Mamajek, profesor asociado de física y astronomía en la Universidad de Rochester. «El pequeño movimiento tangencial y su proximidad indicaron en una primera aproximación que la estrella se movía hacia un futuro encuentro cercano con el Sistema Solar, o bien, que recientemente se había acercado a nuestro Sol, alejándose después. Y efectivamente, las mediciones de la velocidad radial fueron consistentes con una visita reciente y cercana en el pasado».

Para calcular la trayectoria de la estrella, los astrónomos necesitaban dos conjuntos de datos, los relativos a la velocidad radial, y los que mostraban su velocidad tangencial. Ivanov y sus colaboradores estudiaron a la estrella mediante el análisis de su espectro midiendo su velocidad radial a través del desplazamiento Doppler. Estas mediciones se realizaron utilizando los espectrógrafos de grandes telescopios, tanto en Sudáfrica como en Chile: el Gran Telescopio de África Meridional (SAL) y el telescopio Magallanes, en el Observatorio Las Campanas, respectivamente.


El análisis de los espectros nos indican cómo se mueven las estrellas

Una vez que reunieron todos los datos y los analizaron en su conjunto, los científicos se percataron de que la estrella de Scholz se estaba alejando de nuestro Sistema Solar. Y remontando en el tiempo, descubrieron a través del modelo elaborado, que hace 70.000 años pasó muy cerca de nuestro Sol.

Hasta ahora, la candidata al sobrevuelo más cercano era HIP 85605, conocida como la «estrella canalla», que se previó que nos visitaría dentro de entre 240.000 a 470.000 años. Sin embargo, Mamajek y sus colaboradores han demostrado también que la distancia original a HIP 85605 fue probablemente subestimada en un factor de diez. Es decir, con la nueva trayectoria calculada, los científicos comentan que la estrella canalla no penetrará en nuestra Nube de Oort.

Mamajek trabajó con Scott Barenfeld para simular 10.000 órbitas de la estrella de Scholz teniendo en cuenta la posición, la distancia y la velocidad de la estrella, así como el campo gravitacional de la Vía Láctea, y las incertidumbres estadísticas en todas estas mediciones. De las 10.000 simulaciones, el 98% mostraron que la estrella pasó a través de la Nube de Oort exterior. Pero afortunadamente sólo una de las simulaciones indicó que transitó por dentro de la Nube interior de Oort, lo que hubiera podido provocar una «lluvia» de cuerpos menores hacia el interior de Sistema Solar.

Mientras que el sobrevuelo cercano de la estrella de Scholz probablemente tuvo poco impacto en la Nube de Oort, Mamajek señala que «otros perturbadores dinámicamente importantes pueden estar al acecho entre las estrellas cercanas». Se espera que el satélite Gaia de la Agencia Espacial Europea, lanzado recientemente, trace las distancias y mida las velocidades de mil millones de estrellas. Con los datos de Gaia, los astrónomos serán capaces de decir qué otras estrellas pueden haber tenido un encuentro cercano con nosotros en el pasado o lo harán en un futuro lejano. Actualmente, la componente de mayor tamaño de la estrella de Scholz es una pequeña enana roja oscura situada en la constelación de Monoceros, a unos 20 años luz de distancia, y que cuenta con tan sólo un 8% de la masa solar. La compañera, una enana marrón, considerada una estrella fallida, posee tan sólo el 6% de la masa del Sol.  Las enanas marrones son cuerpos con poca masa que no son capaces de iniciar la fusión nuclear en sus núcleos, pero mucho más masivos que los planetas gigantes como Júpiter.

En el punto más cercano de su sobrevuelo, la estrella de Scholz habría mostrado una magnitud 10, imposible de ver a simple vista. Sin embargo, este tipo de estrellas pueden sufrir estallidos que las hacen más brillantes. Así que es posible que nuestros antepasados pudiera haber contemplado hace 70.000 años a esta visitante por un breve periodo de tiempo.

 

 

La designación formal de la estrella es «J072003.20-084651.2 WISE«, sin embargo, ha sido apodada «la estrella de Scholz» para honrar a su descubridor, el astrónomo Ralf-Dieter Scholz del Leibniz-Institut für Astrophysik Potsdam (AIP) en Alemania, quien fue el primero en reportar el descubrimiento de la cercana estrella a finales de 2013.

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Fuente: Astrofisica y fisica. Aportado por Eduardo J. Carletti

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