En un restaurante en un callejón en uno de los barrios rojos más conocidos de Tokio, cuatro robots femeninos enormes guiñan el ojo y saludan moviéndose al ritmo de tambores japoneses tradicionales y una melodía de Lady Gaga
Es la hora del espectáculo en el «Restaurante Robot», una nueva apuesta de tecnología avanzada en la escena cabaretera de la ciudad, con décadas de antigüedad, que pone una cara amigable, aunque inusual de la tecnología robótica en la que Japón es líder mundial.
Más de la mitad de los robots industriales del mundo se usan aquí, pero los robots femeninos que actúan en este nuevo recinto, cuyos dueños han cifrado el coste en 10.000 millones de yenes (unos 100 millones de euros), se tardaron tres años en construir. Están hechos a medida, son controlados por las bailarinas del club y miden 3,6 metros.
La parte baja de cada robot, que tiene ruedas, recuerda el icónico personaje japonés Gundam, mientras que la superior, curvilínea y con forma humana, está envuelta en un futurista traje de gladiador. Hay robots rubias, morenas o pelirrojas con ojos azules o verdes.
Cada uno está controlado por dos mujeres en bikini, que se sitúan en un sillón en alto acoplado al estómago del robot y controlan los gestos faciales y las piernas usando ‘joysticks’ en el espectáculo de una hora de «Lucha femenina».
«El concepto que sustenta este restaurante son mujeres combativas luchando, y los robots son parte de esto», dijo el portavoz del club, que sólo se identificó por su apellido, Watanabe.
«Todo excepto el componente central de los robots está fabricado y montado por nosotros».
Japón tiene una larga historia de fascinación con los robots, que siempre han sido considerados amigables y útiles – en contraste con Occidente, donde se consideran fríos o siniestros.
Uno de los cómics más apreciados en Japón, «Astro Boy», sobre un niño robótico que lucha contra la injusticia y el crimen, fue escrito por Osamu Tezuka, a menudo considerado el Walt Disney japonés. El cómic fue creado y producido en el estudio de Tezuka no lejos de donde hoy se ubica el restaurante robótico.
El espectáculo con robots y el ostentoso club recuerda los días de la burbuja económica de Japón, el boom de mediados y finales de los 80 que vio proliferar los clubes deslumbrantes para atender a los nuevos ricos.
Tras un breve receso, en el que los visitantes disfrutan de una bebida y una comida incluida en la entrada de 4.000 yenes (unos 40 euros), las mujeres reaparecen en vestidos de estilo militar y suben al escenario maniobrando los robots, que se mueven arriba y abajo entre el público.
Cuando acaba el espectáculo de una hora, las bailarinas están subidas a unos aviones en miniatura que sobrevuelan el local mientras suena música rock americana por los altavoces. Un último baile con trajes de hadas y sables de luz, y la audiencia abandona el recinto.
«Leí un blog sobre esto y se lo tuiteé a mis amigos y les traje al espectáculo», dijo un asistente, que acudió con dos amigas. «Honestamente no sé qué esperaba pero es algo que sabía que nunca vería en otro lugar».
Otros parecían un poco confusos.
«No estoy seguro de lo que acabo de ver», dijeron varios asistentes cuando se dirigieron al metro más cercano.
Fuente: El Economista y otros sitios. Aportado por Eduardo J. Carletti
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