En las noticias referentes a los tratamientos contra el cáncer hay que ser siempre cauto, periodísticamente hablando. Los avances en la investigación son enormes, los tratamientos en animales suelen dar a veces resultados espectaculares, pero casi siempre la euforia se frena cuando se ensayan en las personas, que es a la postre lo que interesa
Sin embargo, la noticia que recoge el número on line de la revista Nature Biotechnology resulta estimulante. Los científicos han ensayado una nueva forma de tratamiento contra los tumores sólidos, que consiste en lanzar bacterias contra ellos.
Estas bacterias han sido manipuladas genéticamente como si fueran minúsculas bombas o minicélulas, y están diseñadas para atacar a los tumores más agresivos que se han hecho resistentes a los fármacos anticancerígenos.
El ataque es doble. Por un lado, las minicélulas, que tienen un tamaño de 400 nanómetros -es decir, cuatrocientas milmillonésimas de metro- se anclan en las células tumorales resistentes, gracias a un curioso hecho, y es que en el ochenta por ciento de los casos, esas células malignas expresan un factor de crecimiento de la piel (conocido en inglés como Epidermal Growth Factor).
Minicélulas manipuladas
Las minicélulas estan recubiertas de un anticuerpo que reconoce esta proteína. Cuando se pegan a la célula, el tumor las engulle para destruirlas. Lo que sucede es que en su interior, las bacterias llevan un mensaje escrito en forma de ácido ribonucleico.
Este mensaje se traduce en la construcción de una proteína dentro de la célula tumoral que es capaz de bloquear las bombas moleculares que han desarrollado los tumores para echar los fármacos fuera -lo que a la postre les hace inmunes-. En palabras más sencillas, se trata de colocar una contundente llave inglesa en estas bombas de achique.
En un segundo ataque, las minicélulas llevan fármacos que destruyen las células cancerosas. Al no disponer éstas de los mecanismos que las hacen resistentes –no pueden escupir el fármaco– la destrucción es más eficaz. El experimento se hizo con ratones.
Los tumores fueron erradicados
A las cobayas se les implantó un tumor uterino humano muy agresivo y resistente a muchos tipos de fármacos. Tras setenta días de tratamiento, todos los animales se vieron libres del tumor.
Jennifer MacDiarmid y su equipo de la compañía EnGeneIC indicaron al diario The New York Times que habían probado el tratamiento también con veinte perros -en un estudio no publicado aún- y que los resultados eran «espectaculares», ya que todos habían respondido, y algunos de ellos estaban en remisión.
El siguiente paso, después de ensayar el método en primates para determinar su toxicidad, es comprobar si el método funciona en pacientes humanos con tumores sólidos, y hay planes para llevar los ensayos a tres grupos de enfermos en hospitales australianos.
La metodología ha llamado la atención a los expertos, pero el mensaje de prudencia se impone. «Desgraciadamente, nuestros registros indican que menos del uno por ciento de los tratamientos que son prometedores aprueban cuando se ensayan en pacientes», indicó Bert Vogelstein, de la Universidad John Hopkins, al citado diario neoyorquino.
Una técnica ya utilizada
El uso de bacterias contra los tumores no es un concepto enteramente nuevo. Se hablaba ya de ello en el siglo XIX, al observarse que los pacientes que sufrían infecciones ocasionalmente experimentaban remisiones, precisamente debido a que las bacterias infectan a las células.
«Este tratamiento que combina el uso de nanopartículas es un ejemplo prometedor de cómo puede hacerse la ingeniería de una estrategia contra los tumores que son resistentes a los fármacos en la clínica», escriben por su parte los expertos Emmanouil D. Karagiannis y Daniel G. Anderson, del Instituto David Koch, integrado dentro del prestigioso Instituto Tecnológico de Masachusetts (MIT).
Fuente: Eco Diario. Aportado por Gustavo A. Courault
Más información: