En 2008, el estadounidense promedio consumió 95.834 kilovatios horas de energía, la mayor parte provenente de la quema de combustibles fósiles. Ahora, si el uso de la energía tuviese un impacto más directo sobre nuestros cuerpos, ¿pensaríamos más acerca de lo que consumimos?
La lámpara de sangre, realizada en Holanda por el diseñador Mike Thompson, plantea exactamente esa cuestión.
La lámpara es un bulbo de un solo uso, lleno de Luminol, un químico que se utiliza en las escenas de crímenes para revelar las manchas de sangre.
El Luminol generalmente es transparente, pero al agregarle sangre humana produce una luz azul brillante cuando este líquido reacciona con el pigmento de la hemoglobina que transporta el oxígeno.
Mike dice que el diseño de un solo uso, y el costo que tiene para la persona, significa que el usuario debe «tomar en consideración cuándo se necesita la luz de verdad, obligándolo a repensar si es derrochador de energía y lo preciosa que ésta es.»
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti