El «tsunami» que la nave espacial Voyager 1 de la NASA comenzó a experimentar a principios de este año todavía se está propagando hacia el exterior, según nuevos resultados. Se trata de la onda de choque de más larga duración que los investigadores han observado en el espacio interestelar
«La mayoría de las personas habrían pensado que el medio interestelar sería suave y silencioso. Pero estas ondas de choque parecen ser más comunes de lo que pensábamos», dijo Don Gurnett, profesor de Física en la Universidad de Iowa en Iowa City.
Un «tsunami» se produce cuando el Sol emite una eyección de masa coronal, expulsando una nube magnética de plasma desde su superficie. Esto genera una onda de presión. Cuando la ola alcanza el plasma interestelar —las partículas cargadas que se encuentran en el espacio entre las estrellas— se produce un onda de choque que perturba el plasma.
«El tsunami hace que el gas ionizado que está ahí fuera resuene —cante o vibre como una campana—», dijo Ed Stone, científico del proyecto de la misión Voyager en el Instituto de Tecnología de California en Pasadena.
Esta es la tercera onda de choque que la Voyager 1 ha experimentado. El primer evento tuvo lugar entre octubre y noviembre del 2012, y la segunda ola en Abril y Mayo de 2013, revelando una densidad de plasma aún mayor. Voyager 1 detectó el evento más reciente en Febrero, y está todavía activa según los datos de noviembre. La nave espacial se ha movido hacia el exterior unos 400 millones de kilómetros durante el tercer evento.
«Este evento notable plantea nuevas preguntas que estimulan nuevos estudios sobre la naturaleza de las perturbaciones en el medio interestelar», dijo Leonard Burlaga, astrofísico emérito del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland, quien analizó los datos del campo magnético, clave para estos resultados.
No está claro para los investigadores lo que puede significar la longevidad inusual de esta onda particular. También tienen dudas en cuanto a la rapidez con que la ola está en movimiento o la amplitud de la región que cubre.
La segunda ola del tsunami ayudó a los investigadores a determinar en 2013 que la Voyager 1 había salido de la heliosfera, la burbuja creada por el viento solar que abarca el Sol y los planetas de nuestro Sistema Solar. Anillos de plasma más densos de una frecuencia más alta y el medio por el que voló la Voyager, fueron 40 veces más denso que lo que se había medido anteriormente. Esto fue clave para la conclusión de que la Voyager había entrado en una frontera donde ninguna nave espacial había ido antes: el espacio interestelar.
«La densidad del plasma es mayor cuanto más lejos viaja la Voyager», dijo Stone. «¿Es así debido a que el medio interestelar es más denso a medida que Voyager se aleja de la heliosfera, o se trata de la propia onda de choque? No lo sabemos todavía.»
Gurnett, investigador principal del instrumento de ondas de plasma en la Voyager, cree que estas ondas de choque se propagan hacia el espacio, quizás incluso al doble de la distancia entre el Sol y donde la nave se encuentra en este momento.
Voyager 1 y su gemela, la Voyager 2, se pusieron en marcha con 16 días de separación, en 1977. Ambas naves sobrevolaron Júpiter y Saturno. Voyager 2 también voló por Urano y Neptuno. Voyager 2, lanzada antes que la Voyager 1, es la nave espacial con más tiempo de funcionamiento continuo, y se espera que entre en el espacio interestelar en unos pocos años.
Fuente: NASA. Aportado por Eduardo J. Carletti
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