Desde muy pequeño he tenido dos aficiones que son perfectamente complementarias, la lectura y la escritura. Como lector me ha entusiasmado de siempre la ciencia-ficción y de una forma casi natural, como escritor intentaba escribir ciencia-ficción. Pero no tengo remedio, mientras que con otros géneros (policiaco, aventuras, naturalista o bestselleros) me desenvuelvo muy bien, la ciencia-ficción se me da muy mal. Quizá sea que me aplico rigurosamente los niveles de exigencia que pido a los demás, y la ciencia-ficción que escribo no es todo lo buena que quisiera, mientras que el resto de mis escritos me parezcan bastante aceptables.
Por ese excesivo sentido autocrítico, he publicado muy poco; un relato en el VISIONES 1995. y aunque lo he intentado alguna otra vez, nada más. Sin embargo, tampoco he renunciado a difundir mis escritos, y con esa intención accedí a la red Fido en España, empecé a contactar electrónicamente con otros aficionados al género y me fui enterando poco a poco de ciertas cuestiones, cuando menos curiosas.
Por aquella misma época (hablo mediados de 1996) entré en una sequía creativa de la que no he salido aún, y pensé que, para no perder habito de escritura, no sería mala idea redactar las impresiones que me causaban los libros que leía. Hacer esto y compartir estos comentarios (siempre me he negado a considerarlos críticas) a través del área de Ciencia-Ficción de Fido fue todo uno. También aproximadamente por esas fechas, la creación de InfoVía en España posibilitaba la conexión a Internet de forma relativamente barata desde cualquier punto de la península, y lógicamente, tampoco tardé mucho en hacerme con una cuenta de correo y un espacio para páginas web donde publicar esos mismos comentarios. Quien haya visitado www.ciencia-ficcion.com se puede imaginar qué pasó a continuación, porque no voy a hablar de eso, voy a hablar de la impresión que le provocó el ambiente del fandom español a un recién llegado como yo, lector impenitente de ciencia-ficción desde que tengo uso de razón, y que sin embargo nunca ha tenido la necesidad de organizarse, afiliarse o consumir más allá de lo que se le ofrece en cines y librerías.
Lo primero que se encuentra el aficionado recién llegado a los mentideros es el unánime acuerdo de que en España la ciencia-ficción se edita muy malamente. Poca y cara. Se suspira aún por las colecciones de Bruguera, de Ultramar, de Orbis... ¡Nebulae! ¡Martinez Roca! Hasta hace muy poco sólo quedaban en el candelero Minotauro y Nova, de Edicones B, pero estos últimos son libros editados en un formato inmanejable y a unos precios exorbitados, y de esta queja general surge el primer indicio de que algo raro ocurre. Es normal que un libro grande y caro no despierte muchas simpatías, es normal que la calidad intrínseca de un libro de que hablar, y es normal que se haga responsable al director de la colección de, al menos, parte de estos males... pero lo que ya no es normal, y deja con la boca abierta al recién llegado, es que esas críticas se acompañen de muy poco elegantes apreciaciones personales que nada tienen que ver con el mejor o peor gusto del responsable de la colección.
Otra cuestión que sorprende, y en principio irrita al recién llegado, es la actitud de ciertos aficionados que, arguyendo los incontables años que llevan leyendo ciencia-ficción, la cantidad de libros que han devorado o los miles de sesudos artículos que han redactado y publicado, generalmente, en fastuosas fanediciones con exorbitantes tiradas de ochenta o noventa ejemplares, no permiten que se discutan sus inagotables conocimientos y menos aún sus Unicas y Verdaderas Opiniones.
Indudablemente no es una actitud exclusiva, existen cretinos en todas las áreas del saber, todas las técnicas y todas las artes que no permiten dudar de su inacabable sabiduría y gusto exquisito, pero el afán de no ceder ni un milímetro y recriminar duramente al recién llegado su falta de respeto por los valores inmutables que representan, deja un sabor amargo en quien, como yo, también tiene un alto concepto de si mismo y su buen gusto, pero a la vez es consciente de que se equivoca, y que cuando lo hace se disculpa, rectifica y aprende, y espera cándidamente las rectificaciones ajenas. Que en estos casos, por supuesto, nunca llegan.
Por otro lado están los fanzines y los fancinerosos. De forma natural, la falta crónica de publicaciones accesibles en los kioskos, librerías y puestos de prensa, hace que los aficionados unan esfuerzos para crear sus propias publicaciones. Al principio llenas de tosquedad e ilusión, pero con el tiempo y la experiencia se convierten en dignas publicaciones de aficionados y ¡sorpresa! el lector que se acerca a ellas por primera vez se encuentra que la ilusión, sin decaer, tiene unos extraños compañeros de viaje; el rencor, la envidia y la amargura. No es raro encontrar artículos de fondo en los que el firmante ataca con virulencia al firmante de un artículo previo, generalmente editado por " la competencia" que a su vez había atacado con virulencia... Y así hasta el infinito en vendettas de papel que dejan al recién llegado confuso y con el corazón encogido.
No sólo eso, los gurús infalibles de los que ya he hablado pontifican desde sus muy particulares tribunas haciendo saber a los miserables mortales que si sus hábitos de lectura o consumo son tales o cuales o no abrazan a tal o cual corriente como la Unica Verdadera, son poco menos que imbéciles babeantes. Y claro, el neófito tiembla pensando ¿seré todavía más raro de lo que dice mi mama que soy?
A todo esto, el aficionado, que lo único que quiere es intercambiar impresiones y experiencias se siente como mínimo incómodo. La ciencia-ficción, la lectura en general, no es más que un entretenimiento para él, y que unos y otros se enzarcen en batallas dialécticas acerca de quien la tiene mas larga es algo que no le incumbe, y pretende ser ecuánime, colaborar con todo el mundo y seguir disfrutando de la lectura y las charlas en las listas.
Pero eso tampoco parece ser posible. Si el aficionado tiene la mala suerte de no rendirse a las imposiciones o molestar con sus comentarios a alguno de estos gurús de medio pelo, apoltronado en su propia autocomplacencia anónima (admitámoslo ¿quien está libre de pecado con los fácil que es soltar sandeces ante un teclado?) el gurú no duda en descalificar en publico al aficionado tildándole de mentiroso y manipulador. En mi caso he sufrido algunos ataques de ese estilo, y afortunadamente tengo una labor que respalda mi credibilidad y reputación y no deja demasiado bien parada la de mi atacante ¿pero que pasaría si el atacado fuera un recién llegado sin más credenciales que un " hola" y su vehemencia?
Según las cifras comunmente manejadas el fandom en España se reduce a unos 200 o 300 aficionados, personalmente, sospecho que no son ni la centésima parte de los aficionados al género, diría que ni la milésima, de modo que cuando el aficionado se da cuenta que todas las miserias y ruindades que he relatado se limitan a un grupo reducido de personanjillos, que al cabo no hacen más que transferir su propia personalidad a todo lo que tocan, respira tranquilo, asume que idiotas los hay en todas partes y que si a él le ha parecido que el fandom en España era una guerra continua entre taifas más o menos definidas es porque llegó en mal momento al sitio equivocado.
Porque en realidad, dejando de lado a santones y sabihondos, entre los aficionado a la ciencia-ficción se respira un muy buen ambiente y el espíritu de colaboración que existe es magnífico. Y que mejor muestra de ello que Internet. Las principales páginas españolas (www.cienciaficcion.org, www.ciencia-ficcion.com, www.bemmag.com, etc,) no tienen empacho en intercambiar enlaces y apuntarse las unas a las otras, recomendándose mutuamente y, lo cierto es que por pura casualidad, sin solaparse en cuestión de contenidos, ocupándose cada una de aspectos muy concretos de la difusión del género sin entrar en una competencia directa.
Internet, además, ha resultado gracias al IRC, a las listas de correo y los grupos de noticias el vector fundamental para el intercambio y conocimiento entre los aficionados. Cualquier duda que se presente es rápidamente aclarada, y en muchas ocasiones con un gozoso despliegue de conocimientos enciclopédicos. En el plano más mundano, famosas son ya las juergas por las noches de Madrid de los integrantes más golfos del canal #cienciaficcion del IRC Hispano. En la reciente HispaCon' 99, de Santiago de Compostela, uno de los actos más simpáticos fue la miniconvención AznarCon' 99, en las que los admiradores de las novelas de G. H. White (Pseudónimo de Pascual Enguídanos Usarch autor de un buen número de novelitas equivalentes a los pulps americanos en la España de los 50, 60 y 70) relacionados gracias a la lista de correo ghwhite@onelist.com, se pudieron conocer al fin y pasárselo en grande.
La propia HispaCon de Santiago ha sido un buen ejemplo de concordia y en general (no me extrañaría que haya quien esté rabiando por el éxito obtenido) ha transcurrido como el amigable encuentro entre aficionados que debe ser.
Obviamente ni el panorama es tan negro como lo he retratado en un principio ni tan idílico como he contado después. Las luces y la sombras se alternan entre los aficionados a la ciencia-ficción en España, desde mi punto de vista más luces que sombras, pero eso es algo inherente a la naturaleza humana.
Francisco José Súñer Iglesias, 7 de Noviembre de 1999
Contacté con Francisco a través de Internet. Tiene una página WEB sobre el género digna de ser visitada. Lo cierto, es que es visitada asiduamente por gran cantidad de navegantes --entre los cuales me incluyo--, pues en ella se puede encontrar reseñas de libros, links hacia otras páginas, concursos de ciencia ficción y las últimas novedades. Me pareció que, teniendo una página WEB ampliamente visitada, nos podía ofrecer un panorama del mundillo de la ciencia ficción Española.
Sus opiniones son siempre afiladas. Estoy seguro de que nunca es mal intencionado en una crítica y valoro su sincera frontalidad. Al igual que Cristóbal, participa activamente en las listas de correo electrónico sobre el género y es fácilmente accesible por ese medio.