Ficción Breve (cincuenta y uno), varios autores
Agregado el 8 septiembre 2009 por admin en 200, Ficciones, tags: CuentoPresentamos hoy los relatos ganadores y los finalistas de la Convocatoria Axxón – Ficciones Breves 2009. Los ganadores fueron seleccionados por un Jurado compuesto por Alejandro Alonso, Antonio Mora Vélez y Eduardo J. Carletti. Para conocimiento de los lectores, ofrecemos algunos números estadísticos: recibimos un total de 540 cuentos, que se distribuyeron por su longitud en 125 microrrelatos, 267 minirrelatos y 141 relatos breves. De éstos, hubo siete que, por diversas cicunstancias, no entraron en concurso. De los restantes, ya hemos elegido para publicar en Axxón 152 relatos, lo cual significa un interesante resultado de 28,5 % de material aceptado para la revista. Con los publicados en este número se cumplen 47 cuentos ya presentados en Axxón del total de 152. Así que hay para seguir disfrutando. Sin duda, la convocatoria ha tenido un muy buen resultado.
Con el cordón umbilical se fabricó una soga.
GINÉS MULERO CAPARRÓS vive en Barcelona y es profesor con la Especialidad de Ciencias Sociales. Licenciado en Geografía e Historia. Fue Miembro del Jurado del Premio Literario de Cuentos «SANT JORDI», 1995, Castelldefels, Barcelona. Ha recibido, entre otros, los siguientes galardones: Primer Premio en el IX CONCURSO LITERARIO INTERNACIONAL DE CUENTOS «QUERIDO BORGES». Mayo de 1996. Hollywood, California, EE.UU. Primer Premio en el VII CONCURSO LITERARIO INTERNACIONAL DE CUENTOS «TIRANT LO BLANC» DEL ORFEÓN CATALÁN DE MÉXICO. Abril 2007. México. Primer Premio en el X i XI CONCURSO LITERARIO INTERNACIONAL DE CUENTOS «FERNANDO BELMONTE». Junio de 2008 y Junio de 2009. Trigueros. Huelva. Primer Premio en el XII CONCURSO LITERARIO SECCIÓN INTERNACIONAL «CARMEN BÁEZ», noviembre de 2005. Morelia, Michoacán, México. Primer Premio en el III CONCURSO LITERARIO INTERNACIONAL DE NARRATIVA «PACO GANDÍA». Asociación Artístico Literaria Itimad. Noviembre de 2008. Sevilla. Primer Premio en el VIII CERTAMEN INTERNACIONAL DE CARTAS DE AMOR Y DESAMOR «HUÉTOR VEGA». Mayo de 2009. Huétor Vega. Granada. Primer Premio en el XI CONCURSO LITERARIO INTERNACIONAL DE CUENTOS «CASTILLO DE CORTEGANA». Julio de 2007. Cortegana. Huelva. Primer Premio en el V CERTAMEN LITERARIO NACIONAL «MARÍA TERESA LÓPEZ PÉREZ». ASOCIACIÓN 8 DE MARZO. Marzo de 2008. Plasencia. Cáceres. Primer Premio en el V CERTAMEN LITERARIO INTERNACIONAL DE RELATOS BREVES «ASOCIACIÓN CLARA CAMPOAMOR», JUNIO, 2008. SAN FERNANDO. CÁDIZ. Primer Premio en el XXVIII CONCURSO LITERARIO NACIONAL DE CUENTOS «MANUEL JOSÉ QUINTANA». Agosto de 2007. Universidad Popular y Concejalía de Cultura de Cabeza de Buey. Badajoz. Primer Premio en el I CERTAMEN INTERNACIONAL DE RELATOS BREVES «QUIXOTADAS, 2005». EDITORIAL Edición Personal. Mayo de 2005. Madrid. Primer Premio en el IV CONCURSO LITERARIO INTERNACIONAL «VILLA DE TORREVELILLA». Mayo de 2006. Torrevelilla. Teruel. Primer Premio en el II CERTAMEN INTERNACIONAL DE RELATOS breves «altura». Enero de 2008. Altura. Gran Canarias. Primer Premio en el III CERTAMEN NACIONAL DE RELATOS BREVES «AMAPU, 2005». Junio de 2005. Alcobendas. Madrid. Primer Premio en el V CERTAMEN LITERARIO INTERNACIONAL «JOSÉ TORAL Y SAGRISTA». Mayo de 1997. Andújar. Jaén. Primer Premio en el V, X y XI CERTAMEN LITERARIO «CACHIVACHES» DE CUENTO DEL AYUNTAMIENTO DE MOLINICOS. Abril de 2002, junio de 2007 y junio de 2008. Molinicos. Albacete. Primer Premio en el I CONCURSO LITERARIO «LA HISTORIA DE JUAN JOSÉ MILLÁS». 2 de marzo de 2001. Madrid. Primer Premio en el XX CERTAMEN LITERARIO NACIONAL DE NARRATIVA DE «JOSÉ MARÍA FRANCO DELGADO». Mayo de 1994. San Fernando. Cádiz. Primer Premio en el XXIV CERTAMEN LITERARIO DE NARRATIVA DE ÁMBITO NACIONAL «JOANA TULDRÀ». Mayo de 1994. Barcelona. Primer Premio en la VI EDICIÓN DEL CERTAMEN LITERARIO NACIONAL DE NARRATIVA «BPM PILAS». Febrero de 1994. Pilas. Sevilla. Primer Premio ex-aequo en la II EDICIÓN DEL CERTAMEN LITERARIO DE NARRATIVA EN CASTELLANO «B. MERIDIANA». Junio de 1993. Barcelona. Primer Premio de narrativa en castellano, PREMIO LITERARIO «SANT JORDI». Abril de 1994. Castelldefels. Barcelona. Primer Premio de relato en el concurso «VERANO EXPRÉS». 15 de agosto de 2005. Periódico: LA VOZ DE GALICIA. Primer Premio en el I Y II (PREMIO DEL PUEBLO) CERTAMEN INTERNACIONAL DE RELATOS BREVES «ROMANILLOS DE MEDINACELI, 2007 y 2008». Agosto de 2007 y agosto de 2008. Soria. Primer Premio en el I CERTAMEN INTERNACIONAL DE CUENTOS BREVES «EL ACORAZADO DE BOLSILLO». Diciembre de 2006. La Plata. Argentina. Primer Premio en el V CERTAMEN LITERARIO INTERNACIONAL DE RELATOS BREVES «LA LECTORA IMPACIENTE», junio, 2008. Gandía. Valencia. Premio Extraordinario de CUENTO HIPERBREVE DEL CERTAMEN LITERARIO INTERNACIONAL «GARZÓN CÉSPEDES, 2007». Noviembre de 2007. Madrid. Premio Extraordinario de CUENTO DE NUNCA ACABAR del Certamen Literario Internacional «GARZÓN CÉSPEDES, 2008». Octubre de 2008. Madrid. Primer Premio en el III CERTAMEN LITERARIO NACIONAL DE CUENTOS «JOSÉ LUIS GALLEGOS», premio PLUMA Y TINTERO. Junio de 2008. Aluche. Madrid. Premio al contenido histórico: Capítulo EL SEGLE XIX. LES REVOLUCIONS POLÍTIQUES. Publicación octubre 2005. Hospitalet. Barcelona. Generalitat de Catalunya.
Cervantes esperaba la inspiración cuando sin querer su mano tropezó con el tintero, formándose sobre el escritorio una densa y negra mancha de donde salió Don Quijote en busca de aventuras.
Adrián Ramos Alba es español, y vive en Madrid, España. Ha obtenido los siguientes galardones: Finalista del concurso internacional de microficción «Garzón Céspedes» 2007 con el relato «La inspiración». Finalista del IV certamen de relato corto de la revista Almiar 2007 con el relato «Títulos de crédito». Finalista del concurso de microrrelatos de Literatura Comprimida 2007 con el relato «El último de la clase», publicado por el Servicio de Juventud de la Comarca de la Sidra. Guionista y director del cortometraje «Duelistas», galardonado con el tercer premio en el Festival Internacional de Cortometrajes NyFilmfestival (Dinamarca). Guionista y director del cortometraje «Poca personalidad», nominado al Gran Premio del Jurado en el Concurso Internacional de Cortometrajes Notodofilmfest 2006.
—…Ojalá entendieras que la telepatía existe, hijo mío… —pensó el padre, mientras observaba a su pequeño.
—¡Mentira! —gritó de improviso el niño, dirigiendo el rostro hacia su padre.
Martín Juncrill es escritor y abogado. Nació en el año 1976, en la Ciudad de Buenos Aires. Dirigió el Folletín Literario «Desmalezando el Sendero» entre los años 2003 y 2004 y publicó los libros de cuentos «La Agonía del Orden Perverso» en 2006 (escrito en colaboración con el Poeta Adrián Cinalli), y «La Encrucijada de Max Brod», este año. Hemos publicado en Axxón su cuento UN JUICIO COTIDIANO (199).
—Andate, ya no te quiero —dijo. Y el fantasma dejó para siempre el ángulo superior derecho del espejo que ella había heredado de su abuela.
Nació en Berrotarán, Córdoba, Argentina, en 1963. Ingeniero, redactor y columnista en revistas humorísticas del interior del país. En 2000 publicó en libro «Poemas de Adriana». Ha colaborado en los blogs «Antología Literaria», «Químicamente Impuro», «Ráfagas, Parpadeos», «Breves no tan Breves», «La Alegre cocina de Peloncha», «Cuentos y más», «Educared-TamTam», «La Oveja Negra», «Axxón» y los fanzines «Terrorzine» (Sâo Paulo, Brasil) y miNatura (La Habana, Cuba).
Huyó del chalé de madrugada, con las piezas de su mejor vajilla volando a su alrededor. Antes, el fantasma de su marido había usado sus pintalabios para escribir amenazas contra ella en todas las paredes de la casa. ¡Cómo se arrepentía ahora de haberle saboteado los frenos del coche!
Nació hace 46 años en León, España, aunque pasó su infancia en París, de donde regresó a los 12 años. Trabaja como Auxiliar de Archivo en el Archivo Municipal de León y está terminando los estudios de Ingeniería Técnica en Informática de Gestión por la UNED.
La cabeza de un hombre, desangrada y sin orejas, nos miraba a todos desde la banca. El fotógrafo dijo: «Después de esto la única ficción posible es la solución», y, modesto, negó su autoría.
—¿Sabes leer los labios? —La señaló y vi que, en efecto, hacían un esfuerzo de-nunciación.
Jaime Palacios Chapa vive en Monterrey, México. Tiene estudios en Comunicación, Psicología, Letras y Filosofía. Es editor fundador de la revista interuniversitaria Nave. Subsiste como escritor publicitario, organizacional y guionista. Escribe cuento corto desde hace más de 20 años. También es el responsable de la página de fomento a la lectura eLe (www.itesm.mx/ele) y editorialista del periódico El Norte. Cree en el más allá (y en que no está tan allá como se supone), practica meditación trascendental dos veces al día y aguarda esperanzado a que la humanidad tenga un encuentro cercano con duendes y similares mucho antes que con extraterrestres (por derecho de antigüedad).
UMPF… ya entró mi pie… MPFF, la… pierna. Sonido de camionetas estacionándose. La mano, el brazo; los escucho subiendo las escaleras. Mi cuerpo, tiene que caber, ¡debe entrar! Rompen la puerta; ya pude introducir la cabeza. Ahora sí, pinches ignorantes iletrados, ¡encuéntrenme y sáquenme, si pueden!
¿Creen que sentí ese disparo en la rodilla? ¿Piensan asustarme enrollando alambre en mi cuello? ¡Disfruten del imperio de su bestialidad! Me encuentro bien cerca, pero afortunadamente fuera de los límites de su entendimiento, y con este punto, cierro la puerta.
Jaime Palacios Chapa vive en Monterrey, México. Tiene estudios en Comunicación, Psicología, Letras y Filosofía. Es editor fundador de la revista interuniversitaria Nave. Subsiste como escritor publicitario, organizacional y guionista. Escribe cuento corto desde hace más de 20 años. También es el responsable de la página de fomento a la lectura eLe (www.itesm.mx/ele) y editorialista del periódico El Norte. Cree en el más allá (y en que no está tan allá como se supone), practica meditación trascendental dos veces al día y aguarda esperanzado a que la humanidad tenga un encuentro cercano con duendes y similares mucho antes que con extraterrestres (por derecho de antigüedad).
Todos los días hacía el mismo recorrido y allí, en ese punto del camino, no había ninguna tumba. Era una cruz tosca de piedra, sin basamento, con un sencillo epitafio: De un tiro aquí murió la Chana (2006-2008). Como homenaje a un animal de compañía, probablemente una perra, me pareció esperpéntico. Esos seis kilómetros de subidas y bajadas, atravesando un bosque de hayas y cruzando un río, entre el ulular del viento en las copas y una vegetación asfixiante, formaban parte de mi disciplina diaria: corría para escapar de un temario insufrible de oposición. ¿Funcionario de prisiones? Tú lo que quieres es cumplir el sueño erótico de todo tío: convertirte en el carcelero de una prisión de mujeres, se burlaban mis amigos. Pero yo no sería reponedor de supermercado toda la vida.
A la semana siguiente, una nueva tumba acompañaba a la de la perra. Aquí yace Miriam Santolaria Urtaín, ahogada en un estanque por vanidad (1985-2008). Cuando leí la necrológica en el periódico, decidí cambiar la ruta para siempre. Pero el día en que salieron las listas y conseguí la plaza de funcionario, con la adrenalina de un atleta llegando el primero en unas olimpiadas y, al mismo tiempo, con esa tranquilidad de futuro resuelto, me dejé guiar por el instinto. El bosque estaba muy silencioso. Un sudor frío, precedido de un bisbiseo en el aire, me anticipó la desgracia. Quedé paralizado ante una nueva tumba: Aquí yace Oscar Sipán Sanz, eterno opositor que nunca alcanzó la plaza (1974-2008). Paso las horas vagando por los alrededores de mi tumba, pidiéndole a Dios que me despierte de esta pesadilla, sin alejarme jamás de lo único que me ata a la vida.
Oscar Sipán nació en 19174 en Huesca, España, donde vive. Galardonado en numerosos certámenes literarios, entre los que destacan el Concurso “Minificción en el margen 2009”, que organiza la Universidad de Salamanca, el VIII Certamen Literario Alfonso Martínez-Mena 2008, de Alhama de Murcia, el XXXV Premio Ciudad de Villajoyosa 2007, IX Premio de Libro Ilustrado para Adultos 2006, que convoca la Diputación de Badajoz, el Premio “Don Alonso Quijano” 2006, Málaga, el XXXIII Premio Nacional José Calderón Escalada 2005, de Reinosa, Cantabria, el XVI Premio Nacional de la Asociación de la Prensa de Ávila 2005, el XLI Premio Internacional de Cuentos de Lena, Asturias, 2004, el Premio Dulce Chacón 2004, Cuenca, el Premio Letras Jóvenes 2003 y 2004, de Valladolid, el Premio Paradores de Turismo de España 2003, el Premio Odaluna de Novela 1998 de Albacete o el XVII Premio Isabel de Portugal 2002. Autor de los libros Rompiendo corazones con los dientes (Premio de Narrativa Odaluna 1998, Edisena), Pólvora Mojada (XVII Premio de Narrativa Santa Isabel de Aragón, Reina de Portugal 2003, Diputación de Zaragoza), Leyendario. Monstruos de agua (2004, March Editor), Escupir sobre París (2005, March Editor), Tornaviajes (2006, Tropo Editores), Guía de hoteles inventados (IX Premio de Libro Ilustrado 2007, Diputación de Badajoz) y Leyendario. Criaturas de agua (Libro mejor editado en Aragón 2007, Tropo Editores).
Cae de rodillas con un murmullo de seda y sin coraje, apretando las pequeñas manos contra sus ojos. Ha traído la infamia a su familia y no espera perdón. Lentamente se encoge hasta que la peluca roza las baldosas. No puede llorar. Ruega al cielo acabar con su miserable vida.
Enola, desde la altura, está a punto de satisfacer su deseo.
Graciela Lorenzo Tillard, nacida en Córdoba, Argentina, ha colaborado con fanzines tanto electrónicos como de papel, y en un par de antologías. Uno de sus relatos es La peste amarilla en la Buenos Aires, que apareció en MENHIR 2 (papel) y en ALFA ERIDIANI 4 (digital). Ha publicado prosa, crítica, infantil y poesía, además de traducciones. La lista detallada puede ser consultada en su página.
Hemos publicado en Axxón sus ficciones: ESPORA en co-autoría con Fabio Andrés Ferreras (140), LA RESIDENCIA (181), MATRYOSHKA, en co-autoría con Fabio Andrés Ferreras (188), CARTA A IVÁN (190)
Ha traducido para Axxón: CUANDO LOS ADMINISTRADORES DE SISTEMA GOBERNARON LA TIERRA, de Cory Doctorow (Canadá) (176), LLAMA DESNUDA, de Dimitris G. Vekios (Grecia) (177), GUANTES BLANCOS, de Guido Eekhaut (Bélgica) (177), PORTADORES, de Gene Stewart (Estados Unidos) (179), EL PODER SALVADOR, de Luke Jackson (Estados Unidos) (179), LA ANGUSTIA, Y NO BROMEO, DE DIOS, de Michael Bishop (Estados Unidos), con Claudia De Bella (182), LA CASA EN EL CONFÍN DE LA TIERRA (novela), de William Hope Hodgson (Inglaterra) (183), CRÍPTICO, de Jack McDevitt (Estados Unidos), con Claudia De Bella (183), LA MANO, de Guy de Maupassant (Francia) (184), BAILARINES, de William Meikle (Escocia) (184), EL SACRIFICIO, de Dimitris G. Vekios (Grecia) (184), PRESIÓN, de Jeff Carlson (Estados Unidos) (185), MÁS ALLÁ DEL RÍO NEGRO, de Robert Ervin Howard (Estados Unidos) (185), Sueños, de Milenko Zupanovic (Croacia) (186), MAGNETISMO, de Guy de Maupassant (Francia) (186), LA MADRE DE LOS MONSTRUOS, de Guy de Maupassant (Francia) (189), LA TAQUIPORTA, UNA DEMOSTRACIÓN MATEMÁTICA, de Edward Page Mitchell (Estados Unidos) (189), OBJETIVO PRINCIPAL, de Frank Roger (Bélgica) (191), DES-HUELGA, de Frank Roger (Bélgica) (193)
El niño se parará sobre un ladrillo y dudará si debe seguir avanzando. El estrecho camino parecerá no tener fin. A cada paso la luminosidad se volverá más débil. El alcance del farol disminuirá cuando más lo apremie, y deberá confiar solamente en su intuición, en su capacidad de equilibrio en contra del viento.
Una gota de sudor se deslizará por su frente. Abajo, las voces de sus compañeros de juego lo alentarán, le pedirán que continúe y en el fragor de ese entusiasmo, ya no podrá detenerse. Oirá —uno a uno— cada latido de su corazón. El aire le parecerá impulsado por una violencia desmesurada. Los ladrillos temblarán con cada contacto de sus pies y uno de ellos cederá finalmente. Cerrará sus párpados al caer, tratando de asimilar la sensación de dolor antes de percibirla; sin embargo, la certeza no reprimirá la opresión del impacto al llegar al suelo. Sentirá como se despedazan sus vértebras y perderá toda noción de sus miembros. La sangre brotará por las grietas de su piel, ardiendo. Sus amigos huirán de la escena, lo sabrá por el repentino silencio. Sus pensamientos serán confusos y ya no será capaz de distinguir ninguna imagen entre las sombras, que cada vez se unirán de una manera más compacta. Una vez más cerrará los ojos y un ligero cosquilleo le hará creer que de nuevo cae, pero esta vez durante una cantidad de tiempo tan breve que le será imposible determinar su duración. Se incorporará al escuchar risas. No reconocerá, entre los niños que le rodean, a ninguno de sus amigos. Caminará despacio, todavía aturdido. Uno de ellos lo detendrá y le indicará, con un gesto de la mano, que mire hacia arriba. La pequeña niña se aferrará a su muñeca y mantendrá indecisa un pie en el aire. Abajo, las voces aumentarán su intensidad. La niña caminará despacio, intentando reprimir el temblor de sus labios. De pronto todos contendrán la respiración y fijarán la vista en el muro, ansiando descubrir cuál de los ladrillos cederá esta vez.
Kalton Bruhl vive en Honduras. Tiene 32 años y es Licenciado en Derecho.
De pronto los militares que se hallaban dentro de la casa salen llevando a empujones y culatazos al diablo. Detrás de ellos corre una bruja más o menos joven gritando y tomando de las mangas al conscripto de la retaguardia. Éste le da un codazo. Desde el suelo la bruja grita CRIMINALES HIJOS DE PUTA. El soldado se vuelve, le apunta y dispara, mientras ya al diablo lo están subiendo al camión. Detrás de la bruja que se desangra, viene un diablito de pantalón corto llorando y dando gritos. El soldado le apunta y por segunda vez hace fuego, demostrando su perfecta puntería. En pocos minutos el camión parte y, salvo dos cadáveres bajo el foco esquinero, la tranquilidad retorna al pueblo.
Nació en la caótica y sobrepoblada Ciudad de México la tarde del 19 de junio de 1975. Su vida fue trivialmente feliz durante su niñez, hasta que llegó a la adolescencia y terminó la preparatoria. Después de ser rechazado sin explicación alguna de la UNAM, de la carrera de Diseño Gráfico, con el fin de hacer algo más o menos interesante y no estar de ocioso dentro de su hogar, en 1994 decidió estudiar fotografía profesional en la escuela Hansel Adams. Desde 1995 hasta 1997 logró publicar alrededor de quince cuentos en la revista «Crónicas y Leyendas de la Ciudad de México». En 1998 cursó varios talleres de creación literaria en el Museo del Chopo y de culturas prehispánicas en el Museo Nacional de Antropología. A finales del mismo año, junto con varios amigos, hizo el fanzine «Monstruos, Duendes y Hechiceros». De 1999 a 2000, colaboró con textos y fotografías en la revista «Nostromo» y trabajó en el equipo de diseño de tal publicación. Luego de haber sido rebotada de varias editoriales, Arcángel lanza su primera novela, Los héroes ya no tienen lugar. En octubre de 2001, editorial Ananké publica su segunda novela, ¡Clang! A mediados del mismo mes, obtuvo una mención honorífica en el concurso de cuento «Póngale su gorro al chiquito», y en mayo de 2002 ganó el primer lugar del concurso «Ilustra el morbo» de la revista «Desnudarse». En mayo y agosto de 2004 publica dos cuentos en el suplemento cultural «Una Theta» del periódico «La Opinión Universitaria» de Puebla. En 2007, gana el primer lugar del «Primer Concurso Nacional de Cuento de Fantasía Oscura», convocado por el Departamento de Cultura de Puebla. De 2004 hasta la fecha ha colaborado con minificciones en la revista chilanga «Lenguaraz». Esta revista, gracias al trabajo «Del cine porno al cine snuff: la fusión de la sangre y el semen», le otorgó el segundo lugar del «Primer Concurso de Ensayo Lenguaraz». A finales de 2008 ganó el primer lugar de un concurso de minicuento erótico, convocado por los creadores de la película española «Diario de una ninfómana». Ah, y también ha publicado uno que otro cuento y uno que otro ensayo en el blog «Literatura Libre» (donde la literatura no es tan libre como parece, ya que ahí le censuraron un extraño texto, que curiosamente no se puede catalogar ni como cuento ni como ensayo, titulado Instrucciones para violar a una mujer) y en el blog «escritor.es» le publicaron Mamacita, un pornocuento. En «Fotocomunity», una página de Internet dedicada a la fotografía artística, hay varias imágenes suyas, creadas por él, donde muestra a algunas lindas mujeres (ex novias, primas y amigas suyas) como Dios las trajo al mundo, o sea, en pelotas.
La bandera del zoo luce a media asta desde que Chuso, el gran elefante africano, el animal más longevo de la ciudad, muriese de viejo a la medianoche del pasado viernes, arrugado como una cenicienta pasa de seis toneladas.
Los sepultureros del cementerio, ayudados por obreros de la construcción, maestros canteros y expertos en explosivos, trabajaron a marchas forzadas durante tres días, con el firme propósito de hacerle sitio entre los personajes ilustres de la ciudad. Finalmente se decidió que los restos mortales del querido mamotreto descansasen junto al mausoleo del torero y ciudadano ilustre, «Gazpachito». El cuerpo del finado recibió cristiana sepultura al mediodía de ayer. Miles de personas acompañaron a su paquidérmica viuda, Curra, y a sus orejudos vástagos, Romy, Pepo y Cuqui, en tan dramáticos momentos. Esta mañana los titulares casi no cabían en la primera página del periódico: «Unos vándalos profanan la tumba del elefante y roban su cadáver».
Adrián Ramos Alba es español, y vive en Madrid, España. Ha obtenido los siguientes galardones: Finalista del concurso internacional de microficción «Garzón Céspedes» 2007 con el relato «La inspiración». Finalista del IV certamen de relato corto de la revista Almiar 2007 con el relato «Títulos de crédito». Finalista del concurso de microrrelatos de Literatura Comprimida 2007 con el relato «El último de la clase», publicado por el Servicio de Juventud de la Comarca de la Sidra. Guionista y director del cortometraje «Duelistas», galardonado con el tercer premio en el Festival Internacional de Cortometrajes NyFilmfestival (Dinamarca). Guionista y director del cortometraje «Poca personalidad», nominado al Gran Premio del Jurado en el Concurso Internacional de Cortometrajes Notodofilmfest 2006.
Si los desqueridos se lamentan de no ser nadie, en aquel momento yo sólo podía lamentarme de ser dos. Al afeitarme, mis mitades se reflejaban en el espejo empañado. Lo cierto es que me quería Marta y me quería Laura y yo a ellas por igual. Aunque siempre reconocí que esta doble vida tiene sus ventajas, también supe que provoca remordimientos bidireccionales que terminan en falsos ultimátum, unas veces a favor de Marta y otras de Laura. Esto lo venía experimentando desde hacía años, pero lo que yo no sabía era que el cuerpo se resiente con tanto trajín y acaba tomando su propio camino. Y así ante el espejo, mientras corría el agua y, por simple mitosis, acabé siendo dos.
Ahora la ventaja era que podía querer con uno de mis yoes a Laura y con otro a Marta y eso sin recato ni remordimientos. Ahora podía dar rienda suelta a mis mitades para que gozaran sin reservas de mis dos amores. Con gran ilusión me dispuse a dejar el baño para ir en busca de las mujeres de mi vida pero, cuando me disponía a salir, en el lado izquierdo se produjo una nueva escisión también longitudinal. Era el lado que amaba a Marta, de modo que indagué primero por si algún amor, pongamos de juventud, de pronto hubiera querido manifestarse haciendo que una de las partes dejara de amarla. Pero no. Mis dos nuevos yoes de la parte izquierda seguían amando a Marta pero aducían problemas de fe. Mientras uno profesaba con gran devoción la fe católica, el otro se declaraba agnóstico beligerante. Las diferencias me parecieron tan profundas que acepté, no sin resignación, ser tres. Dos partes —una de misa diaria y otra agnóstica— que amaban a Marta y una tercera que amaba a Laura. Pero el tema no acabó así: mi parte derecha —la que amaba a la bella Laura— comenzó otro proceso mitótico. El lado izquierdo de mi parte derecha pretendía dedicar su vida a la literatura, pasar horas y horas recreando ficciones ante un ordenador, leyendo historias inventadas por otros y analizando la estructura de cuentos y poemas. Ante tan clara amenaza de miseria, el lado derecho optó por la partición; quería comer en restaurantes de tres estrellas Michelín, comprar las brochas para el afeitado en Londres y llevar zapatos argentinos. Era evidente que el amor al lujo —que siempre compartí con Marta— estaba reñido con las letras, pero me disgustaba pensar en mí mismo paseando por la ciudad como un cuarteto de cuerda desafinado. Sin embargo, debía ser valiente y aceptar la situación, así que procuré que mis partes se afinaran antes de salir. No, no pude dejar el cuarto de baño porque todas mis partes comenzaron a subdividirse una y otra vez. Alegaban razones diversas: el gusto por la dieta vegetariana o por la carrillada de cerdo, por el campo o por la ciudad, por Wagner o por Estopa, por el Destornillador o el Bloody Mary, por los jodidos o por los contentos, por los orígenes o los aborígenes o, en fin, por el pato Lucas o el cerdito Porky. Comencé a reprocharles la ligereza de sus argumentos pero era tarde: me había convertido en un código de barras. Ya no podría salir dividido a amar a Laura y a la dulce Marta, ya no podría caminar por el parque en forma de cuarteto, ahora debía conseguir que mis partes aprendieran a colocarse en fila india. Sólo de esta manera, avanzando con paso marcial como si de una tropa de soldados se tratara, lograría abandonar el cuarto de baño. Debo, con urgencia, comprar el escáner que me permitirá reconocerme pero aún no lo he conseguido. Mis barras desertan cada mañana, alegan objeción de conciencia, dejan la fila a su antojo y a mí ya no me quedan razones pues poco a poco voy olvidando quién soy.
Aranzazu de Isusi nació en Madrid. Es Licenciada en Derecho y Auditora de Cuentas. Durante años desarrolló su carrera profesional en el sector de consultoría y financiero. Es autora del libro “Cuentos de sombreros y paraguas” publicado por la editorial Quadrivium en junio de 2008. Ha publicado, también, cuentos en las obras colectivas “Vino un chino y nos vendió un mechero”, “Nada normal”, “Leí el diario de un extraño”, “El libro y su autor” (Bolivia, 2007), “Con buenas palabras” (Editorial Jirones de Azul, 2008), “A Contrareloj II» (Editorial Hipálage, 2008), y «Cuentos para sonreír» (Editorial Algazara, 2009). Ha publicado, también, sus relatos en las revistas de literatura “Paralelo Sur” y “Eldígoras”. Ha obtenido los siguientes galardones: -Premio Paralelo Sur 2006 por “Bulbos”. -Mención especial en el II Certamen literario Revista Axolotl (Argentina, 2007) por “Esquelosis”. -Mención especial en el II Certamen Jirones de Azul (Sevilla, 2007) por “La mujer que se dejaba los paraguas”. -Finalista en el III Certamen de relatos “Villa de Cabra del Santo Cristo” (Cabra, 2007) por “El fuego de las vestales”. -Mención especial en el I Concurso Nacional de relato corto Ciudad de Águilas 2008 por “Querido Sammy”. Actualmente imparte talleres de escritura y sesiones de animación a la lectura dentro del Grupo A Leer. Es coautora del proyecto “Piénsalo, me lo cuentas y lo escribimos”, taller de cuento para niños, así como de los proyectos de animación a la lectura para adultos “Paseo por el alma en cuento” y “Cóctel de cuentos”
Nunca supe bien cómo deletrear mi nombre. Enseguida cuando me presento les digo que no estoy seguro de si es MOUSTRO o MONSTRO o MOOOONSTRUO. Y empiezo a decirlo letra por letra: eme, o, u, ese… pero antes de que termine, las personas ya se fueron corriendo y entonces nunca sé de qué forma estoy bien deletreado.
Eso que hace la gente me parece una falta de respeto… ¡dejarme así hablando solo! Yo ni siquiera cuando una mujer grita alaridos insoportables frente a mí, me voy antes de que termine. No sería capaz de una grosería semejante: no me importa si la señora rompe los vidrios con su griterío, yo ahí me quedo firme como un poste, escuchándola. Y recién cuando termina, saludo y me voy silbando bajito. Al principio pensaba que esto sólo ocurría con los adultos. Entonces fui al jardín para ver si ahí tenía más suerte. Pero me quedé pasmado al ver el comportamiento de esos chicos: no más yo me asomaba al arenero y ya había tres o cuatro que se hacían pis encima. ¿Es esta una bienvenida? ¿Así les enseñan a tratar a la visita? me preguntaba yo. Nada cambió cuando intenté con chicos más grandes. Me quedaba a dormir en sus casas como hacían entre los amigos. Incluso, para no molestar o dar más trabajo, directamente dormía debajo de sus camas. Y esperaba hasta que el nene o la nena dejaran colgando su brazo fuera del colchón para entonces darles la mano y presentarme… Pero apenas yo les rozaba las yemas de los dedos, armaban un alboroto de llantos y quejidos que mejor ni recordar. Entonces pensé que quizá el problema estaba en esta ciudad que hace que la gente ande siempre apuradísima, sin tiempo para nada y menos que menos para que uno les deletree su nombre. Y lo peor es que van tan rápido que a la primera distracción… ¡puuum! Miles de veces ya me ha pasado de estar cruzando la avenida lo más campante y de golpe una chorrera de autos a velocidad supersónica se estrellan uno tras otro a un metro mío. Y después un escándalo de insultos que «¡¿cómo no lo viste?!», que «¡sí, lo vi y por eso frené!», que «¡están ustedes locos!», les gritan de atrás. Y yo, que me vengo salvando por un pelo, enseguida me alejo por si es contagioso. En realidad, no sé si locos o qué, pero se nota a la legua que la gente no la pasa bien en esta ciudad. Si no, no estarían tan pálidos como se los ve. Cada vez que miro de cerca a una persona, me encuentro con una cara quediosmelibreyguarde: blanca como un papel y unas ojeras que no se pueden disimular ni con efectos especiales. Yo no sé qué les pasa. Se comportan como las palomas… De repente se amuchan y avanzan por la calle en bandada atrás de una miga de cualquier cosa; e igual que cuando un chico corre tras las palomas, yo voy hacia el tumulto de gente deletreándoles mi nombre… Y enseguida se van todos volando. Igual no me doy por vencido porque entre todas las personas hay una muy especial que tal vez un día me diga cómo escribirme bien. Se llama Berta, la bibliotecaria, y tiene la verruga más peluda y esponjosa que vi en mi vida entera. La tiene justo debajo del labio y eso termina de hacerla irresistible. Ella ni se movía de su asiento cuando yo estaba a su alrededor. Se quedaba ahí, metida en sus libros y me miraba de a ratos. Hasta que un día finalmente me habló y cuando le dije mi nombre, ella no me lo volvió a preguntar con un ¿quéeee? desquiciado como han hecho algunos. Entonces pude deletrearle todas las opciones de mí. Cuando terminé, no me dijo nada y también se fue, pero no lo hizo corriendo. Berta tomó su abrigo y se alejó muuuy lentamente, casi arrastrándose. Y yo me quedé repitiendo: be-e-ere-te-a… Ahora hay otra chica en la biblioteca que la reemplaza. Pero yo no puedo olvidar a Berta y sé que ella a mí tampoco: yo la llevo en mis sueños, y ella, a mí, en sus pesadillas.
Liza Porcelli Piussi tiene 31 años y es Licenciada en Psicología, dedicada a la Orientación Vocacional. Este año se publicarán dos libros de su autoría: una serie de doce cuentos cuyos derechos adquirió Grupo SM, y un cuento unitario, cuyos derechos son ahora de la editorial Brujita de Papel.
En febrero de 1958 algo más de cuarenta músicos salieron desde el Cuartel de Bomberos y desfilaron hasta la estación tocando Lily Marlen y otras canciones populares como si la música fuera una religión. Era el orfeón de la ciudad que se iba a animar la Fiesta del Riel, una fiesta que una vez al año reunía a los trabajadores ferroviarios y sus familias. Todos se embarcaron en el carro de tercera de un tren especial y los músicos tocaron hasta llegar a Butalcura donde desembarcaron para animar la fiesta de los ferroviarios, que bailaron las canciones mientras se asaba una multitud de corderos para que comieran más de ciento cincuenta personas. Los ferroviarios, gente amable que gustaba de lo simple de la vida, esperaron la comilona contando anécdotas y descorchando botellas de vino, que luego bebían sin prisa ni prejuicios, mientras sus esposas, hermanas y cuñadas preparaban las ensaladas espantando con sus manos o a golpes de paño de cocina una multitud de moscas. Cuando los corderos fueron despresados y servidos, los músicos de vez en cuando paraban de comer y se acordaban de sembrar en el aire viejas melodías, valses de amores traicionados, algunos tangos sin bandoneón de penas tristes, y mambos tropicales que contenían alegrías para seguir siendo jóvenes en el alma hasta morir de viejos, según decía Benedetti.
A las siete de la tarde el tren inició su regreso, ya lo comido y lo bailado eran en la memoria sombras de una fiesta que se fue haciendo nostalgia. Al atardecer viajaron en silencio, y al llegar, en la estación, el orfeón se formó para marchar marcialmente hasta la plaza de armas tocando música de desfile. Pero el vino había hecho estragos en la coordinación psicomotriz de los músicos, que desfilaron por las calles bamboleándose como si estuvieran dentro de un bote navegando en un mar de fuerte oleaje. La gente miraba y reía viendo como se iba desarmando la formación, algunos trastabillaban y perdían el paso, otros tartamudeaban dando notas repetidas y buscando una armonía perdida quedaban rezagados. A cincuenta metros de sus compañeros un solitario músico tocaba su clarinete con tanto entusiasmo que sin darse cuenta desafinaba, desfigurando mucho más una marcha sin solemnidad. Casi al final del grupo el bombo, una tuba y un bugle hacían eses etílicas. Al llegar a la plaza eran pequeños grupos de músicos que, separados por la borrachera, tocaban alegrías ilusorias que el vino hace aparecer en la imaginación. Cuando las primeras estrellas prendían sus faroles en un cielo sin viento los músicos, tambaleándose, subían al kiosco de la plaza para iniciar una retreta; entonces, a una cuadra de distancia, apareció un solitario trompetista tocando un solo de blues que buscaba escaleras para subir por el aire, llegar a las casas, y abrir puertas y ventanas de nuestras esperanzas para quedarse en ellas, cual si fuera la música de Louis Armstrong alterando el orden establecido y borrando las barreras de lo perdurable. Treinta años después este orfeón de músicos borrachos aún desfilaba por entre los espacios que dejan las palabras de una crónica publicada en la página de noticias locales de un diario viejo, y al año siguiente, por esas cosas del destino, se apareció entre los iconos del Windows XP en la pantalla de mi ordenador, y el trompetista solitario seguía haciendo su solo de blues, desfilando a duras penas por el teclado, saltando las acequias entre una y otra tecla. A la semana siguiente el orfeón de músicos borrachos apareció desfilando en la página que usted está leyendo en el periódico que acaba de comprar, el trompetista solitario anda perdido por entre los signos ortográficos, tocando un blues que aprendió de oído escuchando radio y que en noviembre de 1952 tocó Louis Armstrong en París. Me parece que este desfile de músicos borrachos durará siglos si no sucede una catástrofe que incendie el archivo de la biblioteca donde se guardan los periódicos viejos, y algo borre la información grabada en el disco duro de mi notebook, y una catástrofe mundial elimine este cuento de la memoria de los lectores para que no lo trasmitan a sus hijos. Si nada de esto sucede las nuevas generaciones verán durante semanas, meses y años desfilar por las líneas de este cuento a una banda de músicos borrachos.
Profesor de Matemáticas en Educación General Básica. Ha publicado libros sobre la cultura local, y crónicas en el periódico de la capital provincial de Chiloé, que es un archipiélago ubicado en el extremo austral de América. También ha publicado, en libros y revistas de instituciones culturales, diversas monografías rescatando la historia local. Ha obtenido premios en concursos literarios nacionales e internacionales: Primer Premio en el Concurso Nacional de Cuentos de la Dirección Nacional de Archivos, Bibliotecas y Museos de Chile, mención especial en el concurso de Poesía 2007 del Ayuntamiento de Loja, España.
Para cuando El Buen Manuelillo la destapó, ya había notado que algo nadaba en su interior. Muy pronto, un famoso locutor deportivo narraría su audaz clavado en las espumosas y doradas aguas de la botellita.
También El Güero Colorado y MacroTomás vivieron esa noche prodigiosas experiencias con sus respectivas heladas, en tipo ninguna comparable, sin embargo, con la sobrenatural burla sufrida por el Enano Negro, cuarto miembro del viernes-hielerazo-infalible.
MacroTomás le dijo: «A ver si quedaron», señaló la hielera y lo regañó: «Quién te manda llegar tarde». «Sí, queda una» respondió, pero no pudo agarrarla. Tres veces se cerró la mano del Enano Negro sobre el cristal de la cerveza y fue igual el número en que no pasó de palpar el agua entumecedora que hace rato las volvía heladas. Sintió un escalofrío: ¿Existirán las cervezas fantasma? ES RUBIA; ES HERMOSA. Síí, SEñOREES. EL BUEN MANUELILLO LA HA VISTO Y NO PUEDE DESPRENDER SU VISTA DE ELLA. ES MááS: ESTá DISPUESTO A SEGUIRLA, NO LE HACE QUE SEA EN CERVEZA OSCURA. ATENCIóN TOODOS: EL BUEN MANUELILLO SE HA QUITADO LA CAMISA, LOS TENIS Y LOS PANTALONES, Y AHORA SE ESTá ARROJANDO AL INTERIOR DE LA CERVEZA, DAMAS Y CABALLEROS, SE ESTá ARROJANDO AL INTERIOR DE LA CERVEZA… Y CAE. ¡Y CAE EL BUEN MANUELILLO EN LAS ESPUMOSAS AGUAS DE SU BEBIDAA! ¡Y AHORA EMERGE! ¡Y RESPIRA HONDO, CON EL PELO LLE-E-ENO DE ESPUMAA! EN UN MAR DORADO, éL CREE HABER ENCONTRADO A LA MUJER DE SUS SUEñOS… Pero la audacia del Buen Manuelillo y su emotiva narración debida a la voz de un locutor deportivo no son atendidas por ninguno de los amigos presentes. El Güero Colorado observa con la boca abierta una orgía en el interior de su bebida. Docenas, quizá centenares de cuerpos pálidos, con largas y rubias cabelleras, se entrelazan de maneras que expresan voluptuosidad y al mismo tiempo dolor. El Güero Colorado cree descubrir en la visión la parte no contada de un festín vikingo. Y ese anudarse, ese meterse unos en otros de los rubios y antiguos seres va acompañado de una solemne música orquestal que, si El Güero Colorado fuera un poco más culto, reconocería como de Wagner. Hay coros, hay gritos, hay éxtasis, pero también hay sufrimiento. El Güero duda por instantes si realmente observa una orgía, o es más bien una escena del Infierno. Mientras MacroTomás permanece congelado en inmovilidad de tótem, el Enano Negro se ha tallado los ojos y hecho un nuevo intento por asir a la cerveza burlona, y El Güero Colorado pela mucho los suyos y se pone de pie en posición de firmes, sin dejar de ver al interior de su botella. Bardas, paredes y el mismo pavimento silencioso, vuelven a acompañar con eco a la voz del locutor deportivo: EL BUEN MANUELILLO VIVE UNA EBRIEDAD QUE DESCONOCE SI ES PRODUCTO DE LA CERVEZA EN QUE NADA O DE LO QUE LE HA HECHO SENTIR LA MIRADA BRILLANTE DE UNA HERMOSA RUBIA QUE TAMBIéN SURCA LAS ESPUMAS EMBOTELLADAS. EL SóLO SABE, DAMAS Y CABALLEROS, QUE DEBE ALCANZARLA, QUE DEBE ASIRLA ENTRE SUS BRAZOS AUNQUE SE LE LLENEN LOS PULMONES DE AGUA AMARILLA. AHí ESTá DE NUEVO; VéANLA USTEDES ¡QUéé MUJEEER! Y NADA COMO UNA SIRENA; MEJOR DICHO, ¡¡E-E-ES UNA SIRENA!! PERO AL BUEN MANUELILLO NO LE IMPORTARíA QUE FUESE UNA BALLENA; éL VA A ALCANZARLA. EL BUEN MANUELILLO SE ESTá ACERCANDO, LA ARRINCONA, CASI LA TOCA… LAS ALETAS… Y entonces El Güero Colorado separó la vista de su botella, miró al cielo y comprendió la magnitud de su misión como hijo de la raza escogida. En su corazón lleva aún los coros, las diosas vikingas y los rayos marciales que acaban de revelársele en su helada. Jamás podrá describir todo lo que ha visto, pero el cambio operado en él es ponderable desde ahorita mismo. El Espíritu Germano se le manifestó, y El Güero Colorado se autobautiza vaciándose media cerveza en el cráneo. Nuevamente ha nacido. El Enano Negro escucha los gritos del Buen Manuelillo. «Se oye como si se estuviera ahogando». Pero antes de poder ayudarlo, él tiene que resolver dos problemas: 1) Decidir si la cerveza que está viendo pero no tocando pertenece a esta dimensión o a otra que él no conoce, aunque sí ve y saborea. 2) Salir de la hielera, porque el desgraciado del Güero Colorado, por alguna razón malévola, lo acaba de patear en el trasero y ha caído de bruces en el agua helada que ampara visiones inaprensibles. Entonces, la voz tronante y estereofónica de MacroTomás los sintonizó a todos. Dijo: «Tenemos que irnos: ¡mi cerveza va a hacer erupción!» Y en efecto, se percibía un inquietante temblorcillo en el ambiente. El grandote sacó al empapado y aún sediento Enano Negro de la hielera, y ordenó al Güero Colorado rescatar al Buen Manuelillo de su cerveza. Dos mojados y dos secos, se alejaron de prisa del lugar cuando ya la botella que perteneciera a MacroTomás empezaba a derramar lava por su pico. Al encender el motor de la camioneta, se alcanzó a escuchar el llanto del Buen Manuelillo. Decía, tartamudeando, que acababa de abrazar a la anciana más vieja que nadie haya visto jamás. Finalmente, la noche y el viento vuelven a ser dueños de la calle, y de las mal aprovechadas cervezas.
Jaime Palacios Chapa tiene estudios en Comunicación, Psicología, Letras y Filosofía. Es editor-fundador de la revista interuniversitaria Nave. Subsiste como escritor publicitario, organizacional y guionista. Escribe cuento corto desde hace más de 20 años. También es el responsable de la página de fomento a la lectura eLe (www.itesm.mx/ele) y editorialista del periódico El Norte. Cree en el Más Allá (y en que no está tan allá como se supone), practica meditación trascendental dos veces al día y aguarda esperanzado a que la humanidad tenga un encuentro cercano con duendes y similares mucho antes que con extraterrestres (por derecho de antigüedad).
Mi espalda descansa en una pared desvencijada. Es una tarde de abril; tan templada, que por primera vez voy en camisa de manga corta y no siento frío.
Charlo con un par de sujetos ociosos como yo: el más alto se encuentra de pie a mi izquierda, arrancando con la mano pequeños pedazos de cal que caen al suelo; el segundo individuo está sentado en el portal. De vez en cuando se levanta y se apoya junto a la puerta por la que un hombre entra y sale de la casa, enfrascado en alguna tarea a la que dedica gran esfuerzo. Le acompaña un muchacho más joven que nosotros, que no dice nada. Entreveo la penumbra del cuarto. Las voces me alcanzan pero no les presto demasiada atención y dudo que rumie algún pensamiento. A la izquierda por el otro lado de la calle aparecen dos figuras. Alguien dice algo, del estilo de «¡Mira!», seguido de algunas risas. Entorno los ojos y confirmo que se trata de la señora T. y de María, su hijita, a la que conduce de la mano. Me invade una cierta desazón: es que casi puedo adivinar lo que va a suceder en los minutos siguientes. Lo que viene sucediendo en todas partes últimamente, sin que nadie haga ya nada por impedirlo. A medida que se acercan a nosotros observo su aspecto y trato de distinguir los detalles. Están bastante estropeadas, sobre todo la niña, con esa especie de vestidito de comunión con encajes lleno de manchas oscuras, sus zapatos negros con hebilla y el rictus de pavor mal disimulado en su mirada fija al frente. A las dos les cae el pelo sobre la frente y los lados. Lo que me disgusta de verdad en ellas es su forma de caminar, como dos pavos reales: el porte erguido y altivo de la señora T. y los reproches que le hace a la niña a escondidas, con objeto de que enderece su espalda y camine más rápido. Puedo adivinarlo por el modo en que gira la cabeza en su dirección. El rostro de la pequeña es una réplica del de su madre. Un disimulo a la vez conmovedor e irritante. «¡Después de todo —pienso para mí— maldita sea si se dirigen a alguna parte!». Llegado a un punto noto claramente que la ira se impone sobre todo lo demás. Uno de los que está conmigo se ha metido en la casa en busca de alguna herramienta, cualquier cosa que sirva para golpear. Me escucho pidiéndole que saque un martillo que de alguna manera sé que está dentro apoyado sobre una gran mesa de madera. Es un martillo de gran tamaño, muy difícil de manejar por su peso. Casi una maza. Mientras lo agito en el aire con escasa habilidad, observo en voz alta que debería hacer gimnasia y fortalecer mis músculos. En realidad el martillo es demasiado pesado para el brazo de casi cualquier persona, y soy muy consciente de que los demás lo saben y asienten. ¿Por qué llevo a cabo esta pequeña farsa? Mi pensamiento se detiene en la pregunta, que de inmediato deja de tener sentido, entonces sucede una cosa extraña: algo me lleva velozmente en otra dirección y un gran rumor como de oleaje se desata dentro de mis oídos. Por un momento creo que me dará alguna especie de ataque, algo a lo que he temido toda mi vida. Pero esa súbita sensación desaparece y vuelvo a encontrarme allí de pie, sosteniendo la maza. Una voz a mi alrededor deja caer una petición, en un tono impersonal: que las dejemos en paz. Las palabras quedan suspendidas en el tibio aire de la tarde pero ya no hay tiempo para eso. El aburrimiento se nos ha hecho difícil de sobrellevar, tan pesado, tan insoportable como la losa de una tumba, y no parece que nada vaya a distraer nuestra atención en los próximos minutos. Ahora que han cruzado por delante de nosotros veo que la señora T. tiene ya hundida la parte posterior izquierda de su cabeza. Es seguro que consiguió librarse de alguna buena poco antes. Los tres nos lanzamos animadamente en pos del rastro de tierra. Sin demasiadas prisas, casi tentados a hablar ya de otra cosa; no hay miedo de que se pierdan al final de la carretera.
José Pi Puche vive en España. Tiene 37 años y es lector de literatura fantástica.
Todos recordaban a Manolillo cuando era niño. De la mano de su abuelo, el señor Manuel, siempre hablando sin parar.
«Este mentiroso no cae mal», decía el abuelo, un hombre parco en palabras que cuidaba del niño desde el accidente que sesgó la vida de sus padres, cuando veía a la gente pararse a escuchar los cuentos de Manolillo. «Y es que mira que es cuentista, no valdrá para trabajar pero la lengua no la puede tener quieta», seguía diciendo el abuelo cuando veía a la gente cautivada con las historias de Manolillo que de pronto les daba un paseo por una luna en que la niebla ascendía del suelo hasta la cintura y era como un baño de vapor húmedo donde veraneaban unos hombrecitos verdes que habitaban un planeta llamado Marte. «Este mentiroso no cae mal. Y es que Manolillo tiene mucha imaginación porque, para no haber salido del pueblo, parece hasta que ha subido a Marte y ha cenado con los marcianos», decía el abuelo que, a pesar de su carácter huraño, era el primero en prestar atención a los cuentos de su nieto y comerse con los ojos cada una de sus palabras. «Si quisiera llevarse a todos los niños del pueblo», seguía diciendo el anciano, «ni siquiera necesitaría una flauta como el famoso flautista del cuento, sólo con colocar una a una sus palabras para conseguir la mentira bonita, ya le seguirían todos los niños del mundo». Así estaban las cosas cuando llegó al pueblo un auténtico charlatán, alguien que habla mucho y sin sustancia. Se dedicaba a la venta de todo lo que encontraba a su paso por los pueblos, podía vender zapatillas, camisas, pantalones, frutas y verduras o cacharros variados. Pregonaba con grandes berridos todo lo que vendía; al tiempo que anunciaba pócimas para curar enfermedades, fricciones para dar friegas y calmar dolores musculares, sacaba muelas, y como había viajado incluso por la capital francesa, entraba en los pueblos gritando: «Voilá, le char de Lata avec le glamour de París». «Este mentiroso no cae tan bien como mi nieto», decía el abuelo de Manolillo cuando veía a la gente que, curiosa, se había acercado a aquel que lucía el glamour de París y ahora se alejaba de él para acercarse a Manolillo, que salía del colegio y empezaba a contar sus maravillosas historias. «Y es que mi nieto», decía ahora el abuelo, «no será uno de esos charlatanes que más que hablar parecen timadores de ferias. Será uno de esos escritores de lujo que cuentan fantasías y la gente las compra, pero no de los que mueren en las miserias de su casa con sus obras sin reconocer, porque los cuentos de Manolillo y los teatros que hace ya son reconocidos por las gentes que corren ansiosas a escuchar sus historias antes de comer y antes de la merienda, cuando mi nieto sale del colegio». Le Char de Lata, como ya era conocido el charlatán que llegó de París, comenzaba a sentirse menospreciado en su labor ante aquel niño que, efectivamente, reunía a la gente sin el menor esfuerzo para contarles unas historias que ni le retribuían a él ni causaban «beneficios» entre los vecinos que las escuchaban. «Político, señor Manuel, político. Eso es lo que ha de ser su nieto. Yo conocí grandes políticos en París. Hablaban y hablaban sin cesar y el pueblo les atendía y les aplaudía. ¿No le gustaría a usted que aplaudieran a Manolillo? Todo lo que tiene que hacer es dejarle venir conmigo y Manolillo desarrollará sus buenas palabras». Aunque el señor Manuel se ponía serio con el Char de Lata, nunca se le hubiese ocurrido por nada del mundo que se llevara a Manolillo. Ya habían pasado otros charlatanes y feriantes, incluso compañías teatrales serias en sus carromatos se habían querido llevar al niño, prometiéndole unas buenas pesetas todos los meses, pero el abuelo siempre había dicho ¡NO! Y se le había respetado. Un día el pueblo se despertó sin aquellos tenderetes de zapatillas, camisas, pantalones, frutas y verduras o cacharros variados, sin los berridos que anunciaban pócimas para curar enfermedades y fricciones para dar friegas y calmar dolores musculares, sin aquel sacamuelas que gritaba: «Voilá, le char de Lata avec le glamour de París». Con los ojos desorbitados como cuando escuchaba los cuentos de su nieto, el señor Manuel no iba con aquel Manolillo que siempre hablaba sin parar. «Y es que me lo ha robado», gemía, «me lo ha robado el mentiroso que tan mal cae». Aquel día salió parte del pueblo en busca del rastro del Char de Lata y Manolillo. Sin embargo, era como si la tierra se los hubiese tragado y fueron pasando los días y los días sin que se supiera nada de ellos. Y las gentes dejaron de salir a la calle porque ya no querían escuchar cuentos y mucho menos de charlatanes con el glamour de París. No se volvió a tener noticias de ninguno de los dos ni por los alrededores, ni por la prensa, ni por la televisión. Un día lejano, cuando al señor Manuel le iban a dar la extremaunción, llegó a visitarle un joven matrimonio con un niño de la mano. A todos les recordó a Manolillo cuando era niño, siempre hablando sin parar, mientras contaba que sus padres y él venían de un lugar llamado Marte donde vivía un ser verde que los tuvo prisioneros hasta que un día pudieron escapar. «Este mentiroso no cae mal», dijo el abuelo con lágrimas, antes de morir.
Carmen Frontera Quiroga es Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación. Perteneció al Taller de Creación Literaria del Centro Cultural «Ágata» entre 1999 y 2006. Es colaboradora de la revista cultural del Centro “Rascamán”. Recibió el Premio de Novela Breve «Ciudad Getafe 1999» con la obra «Luna Llena» (publicada). Dos relatos publicados en junio de 2000 por la Fundación de Derechos Civiles y el Instituto de la Juventud: “Desconocer” y “Una Mujer”. Seleccionada (diciembre de 2000) entre 786 relatos por el cuento “Las Ciudades Se Enamoran” bajo el tema “Las Ciudades Literarias”, para su publicación, revista Literaria “Escribir y Publicar”. Mención de Honor con publicación del relato “¿Mueren las Brujas?” otorgada por la Asociación de Mujeres de Rute, Córdoba, marzo de 2001. Publicada en el concurso Relatos Breves de Mujer de Valladolid 2001 con “El Broche de Oro”. Seleccionada por el relato hiperbreve “Demasiado Tarde” en el Concurso Internacional de Relatos Hiperbreves 2002 de Acumán. Un relato publicado en junio de 2003 por la fundación de Derechos Civiles y el Instituto de la Juventud: “Lentejas Quemadas”. Dos relatos publicados en junio de 2004 por la fundación de Derechos Civiles y el Instituto de la Juventud: “Ágata o Azabache” y “Dolor”. I Accésit en el III Premio Internacional de Relatos “Ron y Miel”, octubre de 2004, con el relato «Ruinas del Pasado” (publicado). Seleccionada en el concurso La Lectora Impaciente, diciembre de 2004, publicado el relato “Blanco y Negro”. «Hay Días», tercer premio del III Certamen de Relato Breve Almiar, 2 de abril de 2005. Ganadora del Concurso Literario de la Sociedad Popular de la Regalina con el relato “Leer y Soñar», agosto de 2006. Accésit en el VII Certamen de Relatos Breves “Mujeres” del Centro Municipal de la Mujer de Santa Cruz de Tenerife con el relato “Páginas de Contacto”, diciembre de 2006. “Liebres” seleccionado y publicado en el Concurso Internacional de Microtextos «Garzón Céspedes 2006.» Segundo Premio ¡La Leñe! Campaña-concurso pro Ñ patrocinado por Mandala@Lápiz-Cero, relato “Una señora elegante”, marzo de 2007. Primer Premio del V Concurso de Relatos AMAPAMU, patrocinado por Coordinadora de Ocio, Educación y Cultura de Alcobendas, Madrid, con el relato “Extraño”, agosto de 2007. Microrrelato “La Pluma” accésit en el V Premio de Relato Hiperbreve Grau Miró 2007. “Diez Centímetros Más Hacia El Cielo” finalista del VI Certamen Internacional de Relatos Cortos “Filando Cuentos de Mujer 2007”, Colectivo Sociocultural Muyeres “Les Filanderes”. XII Concurso “Todos Somos Diferentes” de Cuento, Relato Hiperbreve, 2007, publicado el relato “Víctimas De La Amargura”. “La Hacedora de Ruidos” elegido como ganador del I Certamen Letras para Soñar, enero de 2008. “Medicamentos psiquiátricos” seleccionado para publicación en el libro “A Contrarreloj II” en el fallo del II Premio Nacional de Microrrelatos Hipálage con fecha 15 de abril de 2008. Publicada la obra “Metro y Cercanías de Madrid” en la antología Ser Abuelo resultante del Certamen Literario Internacional “No Sólo para Abuelos”, 2008. “De Lejos Más Tarde” finalista y editada en volumen con las mejores obras presentadas al Certamen I+, junio 2008. Finalista en el 14º Concurso de Relatos de la Asociación Kimetz de Ordizia “Son Tan Guapas Que Da Pena Insultarlas”, junio de 2008. Ganadora del Primer Certamen Literario Internacional convocado por Amnistía Local de Albacete, en el X Festival Sol Mestizo: “La Mamá Llora como Lloran las Mamás”, agosto de 2008. “El Armario de Dos Cuerpos” presentado bajo el pseudónimo Makarena en el IV concurso de Microrelatos C.C. Los Molinos, ha sido elegido entre los veinte finalistas del mismo.