El corazón magnético de Mercurio ya latía poco después de su nacimiento

Mercurio siempre ha tenido un corazón caliente, viscoso. Ahora la nave espacial MESSENGER de la NASA ha revelado que el núcleo de hierro del planeta ha venido generando un campo magnético durante los últimos 3800 millones años más o menos, por lo que, potencialmente, es el más persistente entre los planetas del Sistema Solar

Antes estrellarse la semana pasada en Mercurio, como estaba programado, el MESSENGER había mantenido distancia durante la mayor parte de su misión de cuatro años, teniendo una órbita muy elíptica que lo llevó a nunca menos de unos 200 kilómetros de la abrasada superficie. En los meses previos a su salto final, en un círculo cada vez más bajo, descendiendo poco a poco a sólo 15 kilómetros sobre la superficie. Eso le dio una bonita vista en primer plano del campo magnético del planeta.

Los astrónomos ya sabían que Mercurio tiene un campo magnético de alrededor del 1 por ciento de la intensidad de la Tierra, y que la rotación de hierro líquido del núcleo genera el campo, al igual de lo que sucede en el interior de la Tierra.

Pero cuando el MESSENGER cayó por debajo de una altitud de unos 100 kilómetros, se detectó una señal magnética aún más débil proveniente de las rocas de la superficie.

Imanes de refrigerador

«Es como tener un pequeño mosaico de imanes para refrigerador», dice Catherine Johnson de la Universidad de British Columbia en Vancouver, Canadá. «Habíamos volado sobre esta zona 20, 30 veces antes, y no habíamos visto esto. Nunca habríamos podido ver estas señales si no hubiéramos volado muy cerca del planeta.»

La señal cambió de inexistente a una altitud de 150 kilómetros a su nivel más fuerte a los 15 kilómetros. Eso confirmó que sin duda provenían de la corteza, y no eran el resultado de la interacción con las partículas cargadas procedentes del Sol con el campo magnético del núcleo, lo que habría producido una señal consistente en altitudes más altas.

El magnetismo fue más fuerte en terrenos que se estima tienen una edad de entre 3.700 millones y 3.900 millones de años, en base a cómo son los cráteres de la superficie: las rocas más antiguas están más picadas de viruela. Las rocas se magnetizaron por el campo de su planeta mientras que todavía estaban fundidas, y este campo se congeló al enfriarse y solidificarse. La presencia de magnetismo de esa era en el terreno, por lo tanto, indica que Mercurio tenía un campo magnético ya hace 3.900 millones años; casi la totalidad de los 4.500 millones de años de la historia del planeta.

Si ese antiguo campo ha persistido hasta hoy, Mercurio sería el planeta con el campo magnético de mayor duración que conocesmos. El primer rastro de magnetismo de la Tierra se remonta a sólo 3.500 millones de años.

Pero el Messenger no nos puede decir toda la historia del campo magnético de Mercurio, señala Cao Hao del Instituto de Tecnología de California en Pasadena. «En realidad no sabemos si Mercurio siempre tuvo un campo magnético entre hace 3.800 millones de años y ahora», dice. «Eso es un gran enigma. Yo muy bien podía imaginar que en aquel entonces Mercurio tenía un campo magnético, luego en la mayor parte de su historia no tuvo uno, y el campo que vemos ahora se activó recientemente.»

 

 

El siguiente visitante a Mercurio, un satélite japonés-europeo llamado BepiColombo, podría resolver el problema logra mejores mapas globales de los campos magnéticos de la corteza después de llegar en el 2024.

Referencia de publicación: Science, DOI: 10.1126 / science.aaa8720

Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti

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