Pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo. ¿Qué pasaría si los sueños fueran reales? Tal vez, cuando descartamos los sueños con la frase «sólo son sueños», se trate de un malentendido sobre la naturaleza de la conciencia y la realidad física
«Yo soy real», dijo Alicia (en el País de las Maravillas). «Si fuese real, no podría llorar». «Espero que no creas que esas lágrimas son de verdad?», interrumpió Tweedledum con tono despectivo.
Damos por sentado que nuestra mente pone todo junto. Todo lo que experimentamos es un torbellino de información que sucede en nuestras cabezas. El biocentrismo, una nueva «teoría del todo», nos dice que el espacio y el tiempo no son esos objetos firmes que pensamos, sino más bien herramientas que utiliza nuestra mente para ponerlo todo junto. Son la clave de la conciencia, y es por eso que los experimentos con partículas, el espacio y el tiempo, y, de hecho, las propiedades de la materia misma, tienen relación con el observador. Tanto en las horas de sueño como de vigilia, la mente colapsa ondas de probabilidad para generar una realidad física, llena con un cuerpo funcionando. Eres capaz de pensar y experimentar sensaciones en un mundo de tres dimensiones.
Descartamos los sueños porque acaban cuando nos despertamos. Sin embargo, durante la experiencia no hay nada que nos diga que estén menos basados en la realidad física. Ciertamente, no creemos que la vida diaria sea menos real porque dormimos o morimos. Es verdad que no recordamos acontecimientos de nuestros sueños como los de las horas de vigilia, pero el hecho de que los pacientes de Alzheimer puedan tener poca memoria de los acontecimientos no significa que su vida sea menos real. O que las personas que toman drogas psicodélicas no experimenten la realidad física, aunque los acontecimientos espacio-temporales que experimentan estén distorsionados o no se acuerden de todos ellos cuando el efecto de las drogas desaparecen (por cierto, cualquier persona que haya tenido relaciones sexuales podrá confirmar esto).
También descartamos los sueños como irreales porque están asociados con la actividad cerebral durante el sueño. Pero, ¿son irreales nuestras horas de vigilia porque están asociadas con la actividad neuronal en el cerebro? Ciertamente, la lógica biofísica de la conciencia —ya sea en sueños o en vigilia—, siempre se puede remontar hacia atrás, tanto se trate de neuronas como del Big Bang. Pero según el biocentrismo, la realidad es un proceso que involucra a nuestra conciencia.
A diferencia de los sueños, asumimos que el mundo cotidiano es sólo lo de «ahí fuera» y que nosotros no desempeñamos ningún papel en su aparición. Creemos que son diferentes. Sin embargo, los experimentos muestran todo lo contrario: la realidad del día a día no es más objetiva ni más independiente del observador que los sueños. El ejemplo más claro de esto es el famoso experimento de dos agujeros. Cuando ves una partícula pasar por los agujeros se comporta como un proyectil, que pasa por un orificio o por otro. Pero si uno observa la partícula, muestra el comportamiento de una onda que puede pasar por los dos agujeros al mismo tiempo. Este y otros experimentos nos dicen que las partículas no observadas sólo existen en forma de ondas de probabilidad.
Los críticos afirman que este comportamiento se limita al mundo microscópico. Pero esta visión de «dos mundos» (es decir, un conjunto de leyes físicas para los objetos pequeños y otro para el resto del universo) no tiene ninguna base razonable y está siendo desafiada en los laboratorios de todo el mundo. El año pasado (Nature 459, 683, 2009), unos investigadores demostraron que el comportamiento cuántico se extiende a la esfera cotidiana. Unos pares de vibrantes iones se entrelazaron, para que se mantuvieran unidas sus propiedades físicas cuando están separados por grandes distancias (Einstein lo llamó, la «acción fantasmal a distancia»).
«Estas situaciones no se observan en la naturaleza», declararon los autores. «Esto puede ser, simplemente, debido a nuestra incapacidad para aislar suficientemente el sistema del medio ambiente circundante, una limitación técnica.» Pero, otros experimentos con grandes moléculas, llamadas buckyballs, también muestran que la realidad cuántica se extiende más allá del mundo microscópico. Y en 2005, unos cristales de KHC03 (bicarbonato de potasio) exhibieron crestas de entrelazamiento de 1,27 cm. de alto.
El comportamiento cuántico entra poco a poco en el mundo ordinario de los objetos a escala humana.
Ya sea despierto o soñando, experimentamos el mismo proceso biofísico. Es cierto, son realidades cualitativamente diferentes, pero si pensamos y sentimos, es real. Por lo tanto, como decía René Descartes «Cogito, ergo sum» («Pienso, luego existo»).
Fuente: Bitnavegantes y otros. Aportado por Eduardo J. Carletti
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