El cambio climático está encogiendo a las ovejas de Soay. Un equipo de investigadores británicos ha descubierto que estos animales, que viven en estado salvaje en la alejada isla escocesa de Hirta y lucen grandes cuernos, han menguado su tamaño un 5% durante los últimos 24 años
Aseguran los científicos que esta disminución de su envergadura corporal va en contra de los fundamentos de la teoría de la evolución de Darwin, según la cual en la historia de la vida siempre sobreviven los más fuertes de cada especie, y viene a demostrar que el calentamiento global generado por el ser humano también trastoca este aspecto de la Naturaleza.
En el trabajo, dirigido por Tim Coulson, del Colegio Imperial de Londres, y publicado en la revista Science, se concluye que en las últimas décadas el clima en Hirta ha sido mucho menos duro que antaño, con inviernos más cortos y suaves y mucha más hierba para comer que en épocas anteriores.
Tras pesar y medir las ovejas durante 24 años, detectaron que las crías no crecían al rápido ritmo que lo hacían antes y que, aunque eran más pequeñas, sobrevivían sin problemas hasta su edad adulta: debido al calentamiento, en su primer año de vida no necesitaban tanto peso para salir airosas del invierno. «Antes sólo sobrevivían las grandes, pero ahora lo logran las pequeñas y su número aumenta entre la población», explica Coulson.
Pero no fue éste su único hallazgo. También detectaron el llamado efecto de la momia joven, que tiene que ver con la edad de las hembras cuando paren. Las más jóvenes son físicamente incapaces de tener crías tan grandes como lo eran ellas al nacer, aunque este factor, por sí solo, consideran que no podría cambiar el tamaño general.
«Nuestros resultados han solucionado una paradoja que traía de cabeza a los biólogos porque las predicciones no encajaban con lo que se observaba. Ahora se ha visto cómo están de intrincados los procesos evolutivos y los ecológicos y se puede ver en qué medida afecta cada uno. Aún es pronto para saber si llegarán a existir ovejas de bolsillo», ha declarado el investigador.
Fuente: El Mundo. Aportado por Gustavo A. Courault
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