En octubre se presenta el primer catálogo exhaustivo de la vida marina. Sorprende hallazgo de un gigantesco manto microbiano, del tamaño de Grecia y que forma una de las mayores masas de vida del planeta, frente a costas de Sudamérica
Son los seres más pequeños que habitan los océanos, pero los microbios y zooplancton pueden conformar hasta el 90% de la biomasa marina y juegan un papel vital en los ecosistemas terrestres, según investigaciones divulgadas por el Censo de la Vida Marina (CVM).
Este organismo, que en octubre próximo presentará por primera vez en la historia el primer catálogo exhaustivo de la vida marina, señala que entre el 50 y 90% de la biomasa de los océanos está compuesto por microbios marinos, y su biodiversidad sigue asombrando a los científicos.
La masa de microbios presente en las columnas de agua de los océanos equivale al peso de 240.000 millones de elefantes africanos, y por cada ser humano en el planeta existen 35 de estos elefantes microbiales marinos.
Tras años de expediciones, los investigadores de CVM han recogido muestras en más de 1.200 lugares en todo el mundo, lo que les ha permitido crear una base de datos que contiene 18 millones de secuencias de ADN de vida microbial marina que abarcan 100 filos (o divisiones) principales.
El director del Censo Internacional de Microbios Marinos del CVM, Mitch Sogin, afirmó que «en ningún otro reino de la vida oceánica, la magnitud de los descubrimientos del Censo ha sido tan grande como en el mundo de los microbios».
Según CVM, los microbios marinos son responsables de más del 95% de la respiración en los océanos y tienen un efecto directo sobre el clima y las cadenas alimentarias, porque transforman el dióxido de carbono absorbido por los océanos en carbono que se deposita en el fondo marino.
La directora del Departamento de Ciencias Marinas de la Universidad de Connecticut (EE.UU.) y responsable del Censo de Zooplancton Marino (CZM), Ann Bucklin, indica que los microbios y plancton marinos representan «la diversidad oculta» de los océanos. «No son apreciados quizás porque son tan pequeños. Pero los océanos colapsarían si desapareciesen», ha explicado.
Según Sogin, el CVM ha contribuido a grandes avances en este campo porque «los científicos están descubriendo un increíble nuevo mundo de diversidad y abundancia microbial, esquemas de distribución y cambios estacionales».
En el 2004, cuando se inició el CZM, los científicos habían descrito unas 7.000 especies marinas de holozooplancton (el plancton que se mantiene como tal durante toda su vida en contraste con el que sólo se considera plancton durante su etapa de larva).
Ahora, Bucklin estima que cuando concluya el análisis de las muestras recogidas desde 2004, el catálogo de especies de holozooplancton pasará a 14.000, de los casi 20.000 que se cree que existen.
Una asombrosa ‘alfombra’ de microbios
Uno de los descubrimientos más importantes de CVM ha sido una masiva «alfombra» formada por microbios que yace en el fondo marino frente a las costas de Chile y Perú y que tiene una extensión similar a la de Grecia.
El científico chileno Víctor Gallardo, vicepresidente del Comité Directivo Científico del Censo, comenta que esa gigantesca masa sobrevive a una profundidad donde casi no hay oxígeno gracias a sulfuro de hidrógeno (H2S), en un ecosistema similar al que existía durante el periodo Proterozóico, hace entre 650 millones y 2.500 millones de años.
«Está formado por bacterias muy primitivas. Es como un césped que cubre los sedimentos en la plataforma continental, pero es de color blanco por el azufre», explicó Gallardo.
Estas bacterias, continuó, son parecidas a las bacterias que existieron hace «millones de años» y cuyos restos fósiles se han conservado.
Para Gallardo, esa «alfombra» tiene mucha importancia tanto para el ecosistema marino, porque contribuye a la riqueza pesquera en sitios como Chile y Perú -que juntos tienen más del 15% de la biomasa pesquera en el mundo- como para la civilización humana.
Gallardo enfatizó que estos descubrimientos permitirán un mejor entendimiento de cómo funcionan los océanos, entre otras cosas porque estas bacterias consumen sulfuro de hidrógeno -un gas tóxico- y «hacen apto el entorno para que otros animales, como camarones o peces, colonicen el área».
Fuente: El Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti
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