El tenue objeto celestial conocido como TMR-1C tuvo un pasado accidentado y tiene un presente difícil
En 1998 la NASA proclamó que una imagen de este cuerpo tomada con el Telescopio Espacial Hubble —un punto blanco borroso— podía pasar a la historia como el primer planeta fotografiado fuera del Sistema Solar. El equipo de investigadores, dirigido por Susan Terebey, ahora en la Universidad Estatal de California, Los Angeles, sugirió que la ubicación del objeto, en el extremo de un largo filamento luminoso que emana de dos estrellas recién nacidas, indicaba que era un planeta desechado por esos soles incipientes.
Muchos investigadores se mostraron escépticos, señalando que la aparente asociación entre el objeto y las jóvenes estrellas podía ser un alineamiento casual en el cielo. Sólo un año después, Terebey misma declaró que el cuerpo era demasiado caliente como para ser un planeta, y que podía ser sólo una vieja estrella del fondo.
Ahora, dos estudios independientes, que aparecerán en el próximo número de Astronomy & Astrophysics, indican que Terebey pudo haberse expedido prematuramente sobre TMR-1C. Ambos informes presentan evidencias de que el objeto está estrechamente ligado a las dos estrellas jóvenes, que probablemente son miembros de la región formadora de estrellas Tauro, a 450 años-luz de la Tierra. Mientras que uno de los estudios sugiere que TMR-1C es otra estrella de poca masa asociada con ese par, el otro indica que puede tratarse realmente un planeta.
«Posiblemente tengamos que darle el crédito a Terebey y a sus colaboradores por haber hallado un planeta después de todo, pero tal vez es demasiado pronto para sacar conclusiones, de la misma forma que era demasiado pronto decir que el objeto no era un planeta diez años atrás», dice Eduardo Martin del Centro de Astrobiología de Madrid, co-autor de uno de los nuevos estudios. Él y Basmah Riaz, del Instituto de Astrofísica de Canarias en Tenerife, España, publicaron sus conclusiones en Internet el 9 de agosto.
Martin y Riaz compararon las observaciones que hicieron con el telescopio franco-canadiense-hawaiano que está en lo alto del volcán Mauna Kea (Hawai), a fines del 2002 y principios del 2009, con aquellas registradas por Terebey y sus colegas en 1998 usando el Telescopio Espacial Hubble. Los investigadores descubrieron que el objeto se había vuelto mucho más azul entre 1998 y 2002 y que había duplicado su brillo entre 1998 y 2009.
«Un cambio tan rápido y notorio sugiere que TMR-1C no es una estrella vieja del fondo, sino un objeto joven y cercano», manifestaron los investigadores. La presencia de polvo caliente, si no se la tuvo en cuenta, puede haber confundido a Terebey y a sus colegas haciéndoles pensar que el objeto era demasiado caliente como para ser un planeta.
«Este objeto debe ser reconsiderado como candidato a planeta, con una masa mayor que la de Júpiter, tal como el equipo de Terebey había sugerido inicialmente», señaló Martin.
Otro equipo de investigadores, que incluye a Monika Petr-Gotzens del Observatorio Europeo Austral de Garching, Alemania, tomó imágenes infrarrojas y el espectro de TMR-1C con el Gran Telescopio de Chile. El grupo, que publicó sus investigaciones en Internet el 30 de julio, también confirmó que el objeto no puede ser una estrella de fondo. Pero los investigadores señalaron que la temperatura del cuerpo, superior a los 3000 grados Kelvin, indica que no se trata de un planeta sino de una estrella cercana de baja masa, rodeada por un disco de polvo. Martin opinó que el estudio no muestra un conjunto de datos lo suficientemente definitivos como para establecer que el objeto tenga una temperatura tan alta.
Petr-Gotzens y sus colegas también descubrieron otro objeto débil, llamado TMR-1D, que está ubicado al final de otro filamento brillante que emana de las mismas estrellas. Los investigadores clasificaron a este objeto como a otra estrella de baja masa, pero Martin afirmó que puede tratarse de otro planeta eyectado por la pareja de recién nacidas.
Mark Marley, del Centro Ames de Investigaciones de la NASA en Moffett Field, California, comentó: «Ninguno de los dos estudios me convence. Son objetos muy tenues y difíciles de observar».
Terebey declaró que «los nuevos datos sobre TMR-1C son intrigantes pero no concluyentes. Petr-Gotzens y sus colegas demostraron que el objeto no es un cuerpo del fondo, pero la variabilidad y el incremento del brillo y del color azul que registraron Martin y Riaz indica que se trata de un objeto joven y de un tipo que se ajusta mejor al modelo de un planeta que las observaciones hechas anteriormente».
«Si TMR-1C resulta ser un planeta», declaró Adam Burrows de la Universidad de Princeton, «sería uno de los episodios más extraños en la historia del emergente campo de la investigación de exoplanetas. Si no lo es, sería una advertencia más de los numerosos fallos que esperan al intrépido astrónomo que busca el oro planetario más allá del Sistema Solar».
Fuente: ScienceNews. Aportado por Silvia Angiola
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