Teléfonos móviles capaces de medir los niveles de radiación saldrán a la venta próximamante en Japón en medio de la preocupación de la población por la contaminación provocada por el desastre nuclear de Fukushima
El operador móvil responsable de la idea, Softbank, asegura que los niveles de radiación siguen preocupando a parte de la sociedad japonesa, especialmente a madres con niños pequeños.
El teléfono saldrá a la venta en verano y será capaz de mantener un registro de los niveles de radiación en distintas localizaciones.
Áreas cercanas a la planta de Fukushima continúan selladas tras los escapes radioactivos provocados por el terremoto y posterior tsunami del año pasado.
El accidente nuclear de Fukushima Daiichi o Fukushima I, ocurrido en la Central nuclear Fukushima I en 11 de marzo de 2011, comprendió una serie de incidentes, tales como las explosiones en los edificios que albergan los reactores nucleares, fallos en los sistemas de refrigeración y liberación de radiación al exterior, registrados como consecuencia de los desperfectos ocasionados por el terremoto de Japón oriental.
Los primeros fallos técnicos se registraron el mismo día en que se produjo el sismo, viernes 11 de marzo, con la parada de los sistemas de refrigeración de dos reactores y de cuatro generadores de emergencia. A consecuencia de estos incidentes surgieron evidencias de una fusión del núcleo parcial en los reactores 1, 2 y 3, explosiones de hidrógeno que destruyeron el revestimiento superior de los edificios que albergaban los reactores 1,3 y 4 y una explosión que dañó el tanque de contención en el interior del reactor 2. También se sucedieron múltiples incendios en el reactor 4. Además, las barras de combustible nuclear gastado almacenadas en las piscinas de combustible gastado de las unidades 1-4 comenzaron a sobrecalentarse cuando los niveles de dichas piscinas bajaron. El reactor 3 empleaba un combustible especialmente peligroso denominado «MOX«, formado por una mezcla de uranio más plutonio.
El miedo a filtraciones de radiación llevó a las autoridades a evacuar un radio de veinte kilómetros alrededor de la planta, extendiendo luego este radio a treinta y posteriormente a cuarenta. Los trabajadores de la planta sufrieron exposición a radiación en varias oportunidades y fueron evacuados temporalmente en distintas ocasiones.
El lunes 11 de abril la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial (NISA) elevó el nivel de gravedad del incidente a 7 para los reactores 1, 2 y 3, el máximo en la escala INES y el mismo nivel que alcanzó el accidente de Chernobyl de 1986.
Dada la magnitud del incidente, las autoridades declararon inmediatamente el «estado de emergencia nuclear», procediendo a la adopción de medidas urgentes encaminadas a paliar los efectos del accidente. Así, se evacuó a la población residente en las zonas adyacentes (con un aumento progresivo del perímetro de seguridad) o se movilizaron las fuerzas armadas para controlar la situación. En el transcurso de los días se fueron tomando nuevas decisiones, como inyectar agua marina y ácido bórico en alguno de los reactores, suministrar yoduro de potasio a la población o desplazar los vuelos de la aviación civil del entorno de la central afectada. Las medidas adoptadas, tanto las dirigidas a controlar el accidente nuclear como las enfocadas a garantizar la estabilidad del sistema financiero nipón, fueron respaldadas por organismos tales como la Organización Mundial de la Salud o el Fondo Monetario Internacional.
Recientemente, se hallaron en California atunes japoneses radioactivos.
Científicos estadounidenses han encontrado contaminación radioactiva causada por el desastre de Fukushima en atunes que emigraron desde las aguas de Japón a la costa de California. Los investigadores recolectaron muestras de 15 atunes de aleta azul con radioactividad.
Los niveles están por debajo del límite legal y por tanto no es riesgoso comer los pescados, pero los expertos señalaron que se han sorprendido por su descubrimiento.
Niveles de radioactividad similares han sido encontrados en peces más pequeños y en plancton, pero los científicos esperaban que los enormes atunes japoneses metabolizaran la radioactividad y se desprendieran durante su travesía de más de 9.000 kilómetros por el Pacífico.
Los expertos valoraron su hallazgo como una prueba de que lo que ocurre en una parte del mundo puede afectar a ecosistemas a miles de kilómetros de distancia.
Cesio radioactivo
Los expertos no esperaban que la radioactividad permaneciera en estos peces tan grandes, que pueden crecer hasta los tres metros y pesar más de 450 kilogramos.
Los atunes que fueron objeto del estudio eran ejemplares jóvenes que dejaron las aguas japonesas alrededor de un mes después del desastre.
Las muestras de tejidos de 15 atunes pescados en las afueras de las costas de San Diego, cinco meses después del desastre de Fukushima, contenían dos sustancias radioactivas (cesio-134 y cesio-137) a niveles mayores que en muestras anteriores y en otras especies.
El cesio radioactivo no se hunde rápidamente en el agua, por lo que los peces pueden nadar a través de él y contaminarse en el proceso.
El cesio-137 ya se había hallado en el Pacífico este antes del desastre nuclear, pues está presente en las aguas a raíz de la precipitación radioactiva de las pruebas de armas atómicas.
Pero el cesio-134 no se había registrado antes del tsunami y tiene una vida media de dos años (es decir, el tiempo en que la radioactividad cae en 50%).
Con base en esa diferencia, los científicos argumentaron que la radioactividad en los peces puede vincularse a Fukushima.
La investigación llama la atención porque este tipo de atunes es una especie de la que miles de toneladas son pescadas anualmente.
Sin embargo, los consumidores no deberían preocuparse al consumir atún pescado en California el año pasado, aclara el equipo de investigadores.
Fuente: varias en internet. Aportado por Eduardo J. Carletti
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