Si un árbol cae en el bosque y no hay nadie ahí que lo escuche, ¿hace algún ruido? Esa es una pregunta filosófica que es muy difícil contestar. Sin embargo, en el caso del nacimiento del universo no es necesario tener un testigo presencial del evento para tener alguna idea de cómo sonó, según el trabajo de un profesor de física en EE.UU.
John Cramer, un físico de la Universidad de Washington en Seattle, interpretó a través de un programa de computación la antigua radiación emitida poco después del Big Bang (el evento que creó el cosmos) y produjo un sonido de baja frecuencia y poco audible.
Ese experimento lo hizo hace unos años pero, a raíz de nueva información recopilada por un satélite más sofisticado, el físico acaba de hacer con otro software una nueva versión más “amigable” para los oídos humanos.
Huellas digitales
Cómo empezó el universo y, en este caso, a qué sonaba es parte de la compleja investigación que llevan a cabo astrónomos y astrofísicos en todo el mundo basándose en ínfimos rastros de información captados por los satélites en órbitas distantes detrás de la cara opuesta del Sol.
El profesor Cramer utilizó los datos recopilados por la misión Planck de la Agencia Espacial Europea que ha revelado el mapa más detallado del universo, la luz más antigua y nueva información sobre su edad, estructura y origen.
«Originalmente, el universo era muy caliente, no tenia átomos, solo partículas cargadas. Era un sitio muy negro», explicó Cramer a BBC Mundo. «Entre 300.000 y 500.000 años después del Big Bang, vibraba como una campana creando regiones frías y calientes y fue dejando sus huellas digitales».
Eso es lo que se conoce como el fondo cósmico de microondas (CMB, por sus siglas en inglés), variaciones de regiones frías y calientes que dejan rastros tenues que la misión Planck ha detectado con pequeños receptores en forma de conos, dirigidos a diferentes partes del universo.
«Cualquier dirección que uno escoja en el espacio para dirigir esos receptores lo lleva a uno al origen», señaló.
Miles de años en 100 segundos
Expertos tomaron esas antiguas microondas cósmicas y las analizaron retrospectivamente para describir la composición del universo en su infancia, poco después del Big Bang.
El profesor Cramer indicó que quedó fascinado con la idea de sintetizar el sonido que produjo el evento. «Las medidas que tomaron de las microondas las caracterizaron como ‘el silencio del Big Bang’. A mí me dio por llamarlas el sonido del Big Bang y me puse a pensar si era posible escucharlo».
Encantado con la posibilidad, Cramer tomó las medidas del CMB y las pasó por un software para obtener un simulacro en audio de los primeros 760,000 años del universo.
«Tomé medidas muy cuidadosas de las frecuencias y las pasé por una serie de funciones matemáticas para obtener un archivo de sonido».
El académico explicó que el sonido no es necesariamente lo que se hubiera escuchado poco después de la explosión inicial que formó el universo, pero es una expresión sonora de la fluctuación de las microondas de esos orígenes y durante el lapso de todos esos miles años.
La frecuencia del sonido es extremadamente baja y no es audible para los humanos, aún si hubiesen estado presentes y, además, el lapso de tiempo transcurrido es tan eternamente largo que nadie se sentaría a escucharlo, así vivieran todo ese tiempo.
«La versión original estaba llena de frecuencias bajas, así que tuve que darle más intensidad a las altas». Cramer «comprimió» los primeros 760.000 años en la evolución del universo a 100 segundos. Las bajas frecuencias fueron aumentadas por un factor de 1026 para que pudieran ser detectadas por el oído humano.
Los rastros del sonido sobreviven porque al principio el universo era muy denso y tenía mucha resonancia. En ese material tan compacto el sonido podía propagarse con facilidad. Después de la expansión del universo se formó un enorme vacío por donde las ondas sonoras no podían pasar.
«Por eso es que en la película Alien (El octavo pasajero) dicen: ‘En el espacio nadie puede escuchar tus gritos'»,dijo el profesor Cramer. «Pero si hubieras estado en el origen del universo, sí que se escucharían».
Fuente: BBC Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti
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