La evidencia de que había tenido lugar una erupción proviene de un filamento de gas, principalmente hidrógeno, conocido como Corriente Magallánica. Hasta ahora, los astrónomos han sospechado que el centro de la galaxia había sufrido una explosión pero no se le había puesto fecha
El agujero negro supermasivo situado en el centro de la Vía Láctea sufrió su última explosión hace dos millones de años, según ha determinado un estudio, publicado en The Astrophysical Journal y elaborado por científicos de la Universidad de Sydney (Australia). Durante años los astrónomos han sospechado que el centro de la galaxia había sufrido una explosión «reciente» pero, hasta ahora, no se le había puesto fecha. La evidencia de que había tenido lugar una erupción proviene de un filamento de gas, principalmente hidrógeno, conocido como Corriente Magallánica.
«Durante veinte años se ha visto el resplandor extraño de la Corriente Magallánica y no entendíamos la causa. Entonces, nos dimos cuenta de que puede ser la marca, el registro fósil, de una gran explosión de energía en el centro de la Vía Láctea», ha explicado uno de los autores principales, Joss Bland-Hawthorn.
A su juicio, estas marcas son la señal de un verdadero cataclismo en el pasado. Gracias a satélites de infrarrojos y de rayos X, los expertos han podido ver que se ha producido un fuerte «viento» de salida de material de la región central. Además, la materia «hirviendo» ha dejado su firma: las conocidas como «burbujas de Fermi«, dos enormes burbujas de gas caliente que se inflan hacia el exterior del centro de la galaxia, y que han podido ser observada a través de rayos gamma y ondas de radio.
Los científicos que estudian el centro galáctico se han reunido esta semana en un taller en la Universidad de Stanford (California), donde el profesor Bland-Hawthorn ha explicado la existencia de las corrientes de gas, que podrían ser una marca en la memoria del pasado del centro galáctico.
Así, en cuanto a la Corriente Magallánica, el científico señaló que estas corrientes emiten luz al igual que la Tierra cuando las partículas del Sol golpean su atmósfera (provocando las auroras en los polos). En este caso, la culpable del resplandor es la luz ultravioleta que divide los átomos de hidrógeno en protones y electrones. «Cuando los componentes se recombinan los electrones emiten una longitud de onda específica de la luz», indicó el investigador.
¿Qué especies vieron la llamarada?
Hace dos millones de años fue un momento importante en la evolución humana, dice el antropólogo Chris Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres. «Fue el comienzo del género Homo. La fabricación de herramientas de piedra ya había comenzado, pero el cerebro sólo estaba empezando a aumentar.»
El Homo erectus surgió hace alrededor de 1,9 millones de años, por lo que habría tenido una vista de primera fila si el agujero negro emitió su erupción entonces. Cualquier especie anterior, y el Homo habilis, el primero de nuestros antepasados de cerebro grande, lo habrían visto con los ojos bien abiertos. Incluso podría haber sido el Australopithecus sediba, un pariente cercano cuyos fósiles fueron descubiertos recientemente en Sudáfrica.
Antes de eso, el espectador probable era el Australopithecus africanus. Ninguna de estas criaturas habría inmortalizado lo que veían, sin embargo. «La opinión mayoritaria es que la conducta artística sólo llegó en los últimos 100.000 años», dice Stringer.
Debido a que el centro de la galaxia es visible principalmente desde los cielos del sur, sólo las criaturas que vivían al sur de los 20º por encima del ecuador lo habrían visto. La mayoría de nuestros antepasados verticales debe haber vagado por esas latitudes.
Fuente: Varios Medios. Aportado por Eduardo J. Carletti
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