Un estudio indica que la biota de Jehol sufrió un evento muy similar a los habitantes de Pompeya, y gracias a ello sus restos se han conservado tan bien
Los paleontólogos se han maravillado de la conservación exquisita que tienen los fósiles de Jehol (en la actual China). Los peces, aves, dinosaurios, mamíferos e incluso plantas angiospermas que allí se han preservado todavía conservan las marcas de los músculos, piel o plumas gracias a la fina ceniza volcánica que los cubrió hace unos 125 millones de años en los sedimentos de un antiguo lago. Entre los rasgos delicados que se pueden apreciar están, por ejemplo, las vejigas natatorias de los peces.
Ahora un nuevo análisis revela que no solamente las cenizas del volcán los conservó, sino que también los mató de manera similar a los habitantes de Pompeya de hace 2000 años.
Frecuentemente se han encontrado en la misma capa de sedimentos una yuxtaposición inesperada de criaturas. Dinosaurios pequeños como Psittacosaurus y aves como Confuciusornis yacen al lado de fósiles de peces, por ejemplo. Se había especulado que esta mezcla era un indicador de una catástrofe masiva, pero no había seguridad al respecto por falta de estudios en profundidad.
Ahora Baoyu Jiang (Universidad de Nanjing) y sus colaboradores han analizado detenidamente los fósiles de Jehol y han notado pistas significativas. Así por ejemplo, los cuerpos de los animales están en general muy poco dañados, especialmente los de las aves y animales terrestres, que típicamente flotan sobre el agua una vez muertos y van descomponiéndose hasta que quedan solamente huesos frágiles. Pero lo que se observa en este caso es que los cuerpos terminaron intactos en el fondo del lago.
Bajo el microscopio estos investigadores vieron que las células petrificadas de los animales estaban frecuentemente reventadas y con una apariencia de carbón vegetal. Además, la superficie de los huesos mostraba el agrietamiento típico que aparece cuando son expuestos a un calor intenso. La postura de los cuerpos, con los músculos y tendones contraídos también indica que sus cuerpos fueron expuestos a ese intenso calor. Pero los fósiles de los peces no muestran estos indicadores.
Todo esto sugiere que los animales terrestres de la zona fueron exterminados por una nube de ceniza volcánica caliente y luego fueron barridos hasta el lago por las corrientes de agua de la superficie. Son el tipo de fósil más dañado. Las aves, por otro lado, posiblemente murieron por inhalación de gases tóxicos y cayeron directamente al lago según volaban, por lo que se conservaron mejor.
Por aquel entonces había una gran actividad volcánica en la zona. Hasta ahora se creía que los finos granos de ceniza volcánica que se habían observado en los fósiles habían ayudado a su preservación y a manifestar los detalles de los mismos. La ceniza habría caído sobre al lago y terminado en el fondo cubriendo los cuerpos que hubiera allí, conservando así sus detalles una vez petrificados. Pero no se había conectado la muerte de estos animales con la erupción volcánica en sí.
Las pruebas aportadas por el grupo de Jiang parecen convincentes a los ojos de otros paleontólogos y apuntan a que fue la misma erupción de cenizas (quizás un flujo piroclástico) la que mató a los animales y a la vez los conservó. El evento fue muy parecido a lo que ocurrió en Pompeya en el año 79 de nuestra era. De hecho, un tipo de fractura ósea debida al calor sólo se ha encontrado en esta antigua cuidad romana y en Jehol.
Se calcula que la temperatura de la ceniza en Pompeya tenía unos 400 grados centígrados, pero, como las señales de calor son menores en el caso chino, se calcula que en este caso la temperatura que tuvo que soportar la biota de Jehol fue de unos 200-300 grados centígrados. Esta temperatura relativamente más baja permitió que los cuerpos no fueran incinerados. Pero gracias a este evento han llegado hasta nuestros días muy bien conservados y nos hablan de cómo era la vida en la Tierra hace 125 millones de años.
Los fósiles que allí se han conservado han cambiado nuestra comprensión de los dinosaurios al mostrar cómo los parientes del Velociraptor o del T. rex tenían plumas que les cubrían el cuerpo como las aves.
Fuente: Neofronteras. Aportado por Eduardo J. Carletti
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