Archivo por años: 2014

Desiertos de cristal en Marte

Zonas oscuras y misteriosas cubren más de 10 millones de km. cuadrados en el hemisferio norte marciano. De qué está hecho este singular terreno es algo que hasta ahora ha escapado a los análisis de los investigadores. Sin embargo, nuevos datos de la Mars Express sugieren que esas grandes áreas pueden estar hechas de cristal. Cristal forjado en antiguos volcanes ya extintos del Planeta Rojo

Se trata, según Briony Horgan y Jim Bell, de la Universidad Estatal de Arizona, de zonas principalmente basálticas y que pueden encontrarse en muchos lugares del planeta.

Los investigadores analizaron al infrarrojo muchas de esas áreas, utilizando los instrumentos de la misión Mars Express, y se encontraron con las bandas de absorción típicas del hierro que contienen los cristales volcánicos, una sustancia brillante y similar a la obsidiana que se forma cuando el magma se enfría demasiado rápido como para que sus minerales cristalicen.

A menudo, esos cristales toman la forma, y el tamaño, de granos de arena, y aquí, en la Tierra, pueden encontrarse en lugares como Islandia. Sin embargo, en nuestro planeta la formación de estos cristales tiene mucho que ver con la presencia de agua. Se desconoce cómo se pudieron formar también en Marte, aunque Horgan cree que existe la posibilidad de que el magma de los volcanes marcianos se mezclara con hielo y, quizá, con nieve.

Por supuesto, esas condiciones hacen de estas regiones oscuras candidatas perfectas para buscar signos de vida. Algo que no ha escapado a la atención de los investigadores, que ya planean nuevas formas de investigar ese tipo de formaciones.

 

 

Foto en primer plano del vehículo robótico Curiosity

Este primer plano extremo, una composición de la cámara Mars Hand Lens Imager (MAHLI) que lleva el rover Curiosity, abarca unos impresionantes 5 centímetros. Muestra lo que parece unas formas alargadas de cristal creadas por la precipitación de minerales disueltos en agua, un resultado probable de la evaporación de un antiguo lago o de un río de la superficie marciana. La roca llamada Mojave, cepillada para una herramienta para eliminar el polvo y iluminada por LEDs blancos, se encontró en el afloramiento Pink Cliffs, los cerros Pahrump que hay en la base del Monte Sharp.

Las fotografías de la MAHLI se hicieron durante el sol 809 del Curiosity, conocido en el planeta Tierra como el 15 de noviembre de 2014. Por comparación adjunta la imagen de un centavo de Lincoln de 1909, de 19 mm de diámero, cubierto de polvo del mismo Marte, que sirve para calibrar la MAHLI del rover.

Fuente: Varios medios. Aportado por Eduardo J. Carletti

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El genoma de las aves confirma que son los dinosaurios de la actualidad

El mayor proyecto de secuenciación genómica de animales del mundo

Hace más de una década, en los primeros pasos del siglo XXI, un grupo de investigadores de las universidades de Yale y Rockefeller de Nueva York andaba ya planteándose si sería posible recrear una proteína de dinosaurio a partir de las copias genéticas que producen esa proteína en las especies actuales. La idea era utilizar una suerte de máquina del tiempo molecular que fuese capaz de dar marcha atrás al avance de la evolución hasta el momento en el que vivió el ancestro común más cercano entre los dinosaurios y los seres vivos actuales. Y la proteína escogida era un pigmento visual clave para la visión en colores. La cuestión no era baladí. Si lo lograban podían abrir la puerta a nuevas interpretaciones sobre la biología y la forma de vida de los gigantescos animales que dominaron la Tierra durante millones de años.

Los investigadores, a las órdenes de Thomas Sakmar, de la Rockefeller University, tomaron la secuencia genética responsable de la producción de ese pigmento en 30 especies de vertebrados actuales, desde lampreas y anguilas hasta cocodrilos, lagartos o mamíferos como el ser humano. Y pusieron a funcionar toda la maquinaria genética y estadística a su alcance para reconstruir cómo era ese pigmento visual en el ancestro de los arcosaurios que dio lugar a los cocodrilos y aves actuales. Y, en 2002, lo consiguieron. Lograron fabricar el gen artificial de ese dinosaurio y confirmar así que estos animales veían en color. El trabajo dio lugar a multitud de trabajos reinterpretando su biología reproductiva e incluso las representaciones artísticas que se hacían de estos animales. Los plumajes coloridos ya pudieron estar favorecidos adaptativamente hace más de 100 millones de años, en la era de los dinosaurios.

Aquel trabajo, que hace despertar todo tipo de ideas futuristas presentes en la ciencia ficción sobre la resurrección de los dinosaurios, se realizó con una sola secuencia genética y en tiempos en los que la industria genómica estaba aún en su infancia. ¿Qué datos biológicos se podrían obtener si se dispusiera de todas las secuencias de todas las especies de animales que descendieron de los dinosaurios? Haría falta un enorme músculo financiero, científico y tecnológico para lograr un objetivo semejante. Y durante años nadie ha emprendido esa tarea.

Pero exactamente eso es lo que acaba de lograr un consorcio internacional —’Avian Phylogenomics Consortium‘— de más de 200 investigadores y participación de 80 instituciones de todo el mundo dirigido desde el National Genebank BGI de China, el mayor centro de análisis genómico del mundo en la actualidad, por encima de los potentes centros de EEUU y Reino Unido.

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Nueva investigación sugiere que la vida inteligente biológica o de máquinas desaparece por explosiones de rayos gamma

Las explosiones de rayos gamma podrían jugar un papel clave, mucho más importante de lo sospechado hasta ahora, en el desarrollo de la vida, tanto en la Tierra como en otros planetas

Lo exponen los astrofísicos Tsvi Piran, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, y Raúl Jiménez, de la de Barcelona, en un estudio publicado en la revista Physical Review Letters.

Estos estallidos superenergéticos surgen cuando tiene lugar un violentísimo evento cósmico, como la colisión de dos estrellas de neutrones –lo que daría origen a un brote breve de rayos gamma, de menos de dos segundos– o la formación de una supernova a partir de una estrella mucho más masiva que nuestro Sol –lo que formaría un destello largo–.

Estos sucesos generan ondas de choque y emisiones de radiación que, en teoría, tendrían devastadores efectos en los organismos de los planetas alcanzados. Aunque de momento solo se han observado fuera de la Vía Láctea, también podrían darse en nuestra galaxia.

Piran y Jiménez sugieren que las explosiones de rayos gamma no solo podrían ser las responsables de algunas de las extinciones que se han dado en la Tierra, sino que limitarían la propia existencia de la vida, especialmente en los mundos más próximos al centro de sus galaxias, donde ocurrirían más frecuentemente.

Según estos investigadores, hay un 60% de posibilidades de que uno de estos fenómenos haya originado una extinción en nuestro planeta en los últimos mil millones de años. Es más, señalan que es posible que ningún ser vivo, al menos tal como existen ahora mismo en la Tierra, pudiera sobrevivir hace más de 5.000 millones de años, cuando las galaxias eran mucho más compactas y estos fenómenos mucho más habituales. No obstante, indican que las primitivas formas de vida también serían más resilientes a la radiación.

 

 

Es posible que la Tierra recibiera el impacto de una de estas explosiones hace 440 millones de años, cuando tuvieron lugar las extinciones masivas del Ordovícico-Silúrcio, en las que perecieron el 85% de los animales. Probablemente, la capa de ozono quedó entonces destruida.

Fuente: The Daily Galaxy y otros. Aportado por Eduardo J. Carletti

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