El análisis muestra que dormitar es una estrategia para aumentar la eficiencia, minimizando los riesgos
Murciélagos, aves, tortugas, seres humanos y muchos otros animales comparten al menos una cosa: el sueño. Los seres humanos, de hecho, pasan más o menos un tercio de su vida durmiendo, pero los investigadores del sueño todavía no saben por qué.
Según la revista Science, la función del sueño es uno de los 125 mayores misterios sin resolver en la ciencia. Las teorías van desde el «mantenimiento» del cerebro —incluyendo la consolidación y poda de la memoria— a revertir los daños causados por el estrés oxidativo sufrido mientras se está despierto, o promover la longevidad. Ninguna de estas teorías está bien establecida, y muchas son mutuamente excluyentes.
Ahora, un nuevo análisis hecho por Jerome Siegel, profesor de Psiquiatría de UCLA y director del Centro para la Investigación del Sueño en el Instituto Semel para la Neurociencia y Comportamiento Humano en la UCLA, y el Sepúlveda Veterans Affairs Medical Center, ha llegado a la conclusión de que la función principal del sueño es incrementar la eficiencia en los animales y minimizar sus riesgos al regular la duración y momento de sus comportamientos.
La investigación aparece en la edición online de la revista Nature Reviews Neuroscience.
«Normalmente, el sueño se ve como algo negativo para la supervivencia porque los animales, al dormir, pueden ser vulnerables a la depredación y no pueden llevar a cabo las conductas que garantizan la supervivencia», dijo Siegel. Entre estos comportamientos está comer, procrear, cuidar de los miembros de la familia, estar atento al peligro en el medio ambiente y explorar en busca de presas.
«Así que se ha pensado que el sueño tiene que servir para algo, una función fisiológica o neural aún no identificada que no se puede cumplir cuando los animales están despiertos», dijo.
El laboratorio de Siegel realizó un estudio de los tiempos de sueño de una amplia gama de animales, exameninando de todo, desde el ornitorrinco y la morsa al equidna, un pequeño mamífero de madriguera, cubierto de espinas y que pone huevos. Los investigadores llegaron a la conclusión de que el sueño en sí es altamente adaptable, al igual que los estados inactivos que se observan en una amplia gama de especies, desde las plantas y los microorganismos simples. Estas especies tienen estados latentes —en lugar del sueño—, aunque en muchos casos no tienen sistema nervioso. Esto va en contra de la idea de que el sueño es para el cerebro, dijo Siegel.
«Vemos el sueño como una unidad que va desde estos estados de vida latente, como el letargo y la hibernación, a los períodos de actividad continua, sin sueño, como durante la migración, cuando las aves pueden volar durante días sin parar,» dijo.
Un animal pequeño, señaló Siegel, no puede migrar a un clima más cálido en invierno. Así que hiberna, reduciendo efectivamente su consumo de energía, y por lo tanto su necesidad de alimentos, y quedando a salvo de los depredadores al enterrarse en un madriguera.
La duración del sueño, entonces, está determinado en cada especie por el tiempo necesario para comer, una relación costo-beneficio entre la actividad y el riesgo, las necesidades de migración, la atención de los jóvenes, y otros factores. Sin embargo, a diferencia de la hibernación y el torpor, dijo Siegel, el sueño es rápidamente reversible; es decir, los animales pueden despertar rápidamente, una adaptación única de los mamíferos que permite una respuesta relativamente rápida a las señales sensoriales.
Lo más notable sobre el sueño, según Siegel, no es la falta de respuesta o vulnerabilidad que genera, sino la capacidad de reducir el metabolismo del cuerpo y el cerebro, mientras se sigue teniendo un alto nivel de respuesta al medio ambiente.
«El ejemplo que se cita a menudo es la de una madre o padre que despierta ante el gemido de un bebé durmiendo, pero dentro de una tormenta», dijo. «Esto dramatiza la capacidad del cerebro humano dormido de procesar continuamente las señales sensoriales y desencadenar un despertar completo ante estímulos importantes en unos pocos cientos de milisegundos».
En el ser humano, el cerebro constituye, en promedio, sólo el 2 por ciento del peso total del cuerpo, pero consume el 20 por ciento de la energía que se utiliza durante una vigilia tranquila, así que estos ahorros tienen un considerable significado de adaptación. Además de conservar energía, el sueño también produce beneficios de supervivencia para los seres humanos; «por ejemplo», dijo Siegel, «un menor riesgo de lesiones, reduce el consumo de recursos y, desde un punto de vista evolutivo, reduce el riesgo de detección por los depredadores».
Esta perspectiva darwiniana puede explicar los cambios relacionados con la edad en los patrones de sueño humano», dijo. «Tenemos un sueño más profundo cuando somos jóvenes, porque tenemos una alta tasa metabólica que se reduce mucho durante el sueño, pero también porque hay gente que nos proteje. Nuestros patrones de sueño cambian cuando somos mayores, sin embargo, debido a que el ritmo metabólico se reduce y ahora somos los que damos el alerta y protegemos de los peligros».
Fuente: EurekAlert. Aportado por Eduardo J. Carletti
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