Tome nota: este plan de emergencia para salvar al mundo no es ninguna broma. Una institución científica de gran envergadura ha publicado una revisión exhaustiva de las posibles maneras de aplicar ingeniería climática para invertir el calentamiento global
La revisión de geoingeniería de la Royal Society del Reino Unido hará más difícil que los gobiernos puedan ignorar esta cuestión. Se dice que si bien la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero debe seguir siendo una prioridad absoluta, hay serias posibilidades de que no va a ser suficiente para evitar el calentamiento del planeta de 2° C.
«Mi conjetura sería que hay una probabilidad de 50-50 de que podemos lograr algo con la reducción de emisiones», dice John Shepherd, de la Universidad de Southampton en el Reino Unido, presidente del grupo de la Royal Society que se ocupó del informe.
Si la humanidad quiere evitar los peores efectos del cambio climático, debe estar preparada para desplegar métodos de geoingeniería de forma segura, como y cuando sea necesario, dice el informe. «Ya estamos con [una subida de] 1,6 ° C delante de la cara», dice Pastor.
Él cree que sabremos en un tiempo más, en las próximas dos décadas, si los esfuerzos para reducir las emisiones será suficientes o no para evitar el calentamiento de 2° C en el planeta. Si no se logra, su opinión personal es que debemos estar preparados para aplicar un plan B de dos pasos.
Parasol
Paso uno: implementar una especie de parasol para desviar la energía solar de la Tierra. Una tecnología reflectante podría enfriar el planeta en un año, y según las conclusiones de la Real Sociedad, el método más prometedor en términos de costo y eficacia sería bombear partículas de sulfato en la estratosfera (véase la ilustración).
Sin embargo, esto no frena la acidificación del océano y otros efectos secundarios de las emisiones de efecto invernadero, y podría alterar los patrones del clima, por lo que se requiere otro método adicional.
Paso dos: adoptar un método de absorción de dióxido de carbono de la atmósfera. Ya se están investigando varios métodos, que se pueden clasificar en dos categorías: soluciones de alta tecnología, como árboles artificiales que filtren el aire y extraigan CO2 para almacenarlo, y métodos biológicos, tales como plantar árboles, utilizar biocarburantes y fertilizar los océanos.
Según Pastor, son preferibles los métodos de alta tecnología porque es menos probable que interfieran con los complejos ecosistemas. «La mayoría de las cosas que han ido mal en el pasado ocurrieron cuando alteramos los sistemas biológicos», dice.
Los métodos de geoingeniería han quedado hasta ahora al margen de las discusiones sobre el clima y la investigación. Pocos, si es que es posible alguno, se podrían desarrollar mañana o incluso ser probados a gran escala. El informe de la Royal Society le pide al gobierno británico invertir 10 millones de libras al año en un esfuerzo de investigación internacional de geoingeniería. Esto equivale a aproximadamente el 10 por ciento del presupuesto de investigación del clima del Reino Unido.
Otra cuestión sin resolver en la cual los gobiernos deben ponerse de acuerdo es la forma de regular los esfuerzos de geoingeniería. La Royal Society propone que se encargue de la tarea la Comisión de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible. También sugiere que la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático debería establecer un grupo de trabajo de geoingeniería.
En marcha
Un esfuerzo internacional así es concebible. Hay indicios de que este campo se toma cada vez más en serio a nivel nacional e internacional. A principios de este mes, la Academia Nacional de EE.UU. ajustó el mandato de su panel climático de tal modo que ahora se evaluarán propuestas de geoingeniería. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático decidirá el próximo mes si procede o no hacer lo mismo.
«Es evidente que una gran cantidad de gente sostiene que el IPCC debe incluir una evaluación de geoingeniería en su próximo informe», dice Ottmar Edenhofer del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático en Alemania, y co-presidente de uno de los tres grupos de trabajo del IPCC. Más preocupante aún, quizás, es que los representantes militares y navales también asistan a talleres de investigación y política sobre el tema.
La Real Sociedad dio cierta seguridad de que los debates de la geoingeniería no harán decaer la intención pública de reducir las emisiones. Los resultados de los grupos de enfoque sugieren que el hecho de que los científicos estén pensando seriamente en aplicar geoingeniería podría ser suficiente para estimular a la gente a actuar sobre el cambio climático. Si esto va a ser igual en los políticos, está por verse.
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti
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