El nombre de la especie es Syringammina fragilissima. Vive en el fondo del mar alrededor de Europa y el norte de África
A finales del verano de 1882, un barco llamado Tritón cruzó los mares fríos del norte de Escocia. A medida que se retiraba, dragó el fondo del mar colectando especímenes de animales desconocidos, bajo la dirección del oceanógrafo John Murray.
Dos de los especímenes eran tan extraños que Murray los envió a su colega Henry Brady para que los examinara. Eran trozos de arena de pocos centímetros de diámetro, ligeramente pegados y llenos de una red de tubos huecos ramificados.
Las muestras eran frágiles y se habían roto malamente, pero aun así Brady fue capaz de identificarlos como una nueva especie, que llamó Syringammina fragilissima: » tubo de arena muy frágil». Un mejor nombre hubiera sido fragilísima pelota de playa de arena, pero Brady no vio el organismo cuando estaba bajo el agua.
Resulta que Murray y Brady habían descubierto la primera muestra de un grupo totalmente nuevo de organismos, los unicelulares Xenophyophorea. Escapando de la convención de que las células individuales son microscópicas, Syringammina es un bruto que crece hasta los 10 centímetros, y a veces el doble.
Crujiente y viscoso
La célula se bifurca y divide en cientos de tubos, que se ramifican y se interconectan en una red enormemente compleja. Esto también rompe la convención de que una célula tiene un único núcleo: Syringammina tiene muchos, dispersos por los tubos.
A medida que la célula prolifera, se construye una estructura de costras a su alrededor, a la que se le llama testa, y esto es lo que encontró la expedición de Murray. Para construirlo, la célula excreta un cemento orgánico viscoso, que utiliza para pegar entre sí diminutas partículas de sedimento.
La testa que construye Syringammina es, lejos, la mayor estructuras creada por una célula única. La célula real puede que no sea tan grande, ya que como la testa es cada vez más grande, la célula abandona algunas de sus partes, que pueden ser copadas por una serie de pequeños animales, como los nematodos.
Un estudio sobre una especie similar, que fue observada con una cámara de exposición lenta durante ocho meses, mostró que la criatura se construye de prisa y a los saltos, creciendo unos días, y luego mantiene el mismo tamaño durante unos meses, para tener luego otro brote de crecimiento. Es posible que Syringammina lo haga de la misma forma, pero esto no lo sabemos.
Conocidas incógnitas
De hecho, se sabe muy poco acerca de la monstruosa célula pelota de playa.
Vamos a hace un recuento: No sabemos cómo se reproduce. El grupo al que pertenece, Xenophyophorea, es parte de un grupo mucho más grande, el de los foraminíferos, y éstos a menudo cambian entre la reproducción sexual y asexual. Syringammina bien podría hacer lo mismo.
No sabemos cómo se alimenta. Puede ser que se alimente por suspensión, bombeando agua a través de su cuerpo y filtrando pequeñas partículas de alimentos, o puede que use un «miembro» para recoger la comida del fondo del mar.
Animales de granja
Otra posibilidad fue sido presentada por Ole Tendal del Museo de Zoología de la Universidad de Copenhague, Dinamarca: Syringammina puede criar bacterias.
Dentro de los tubos de la testa, Syringammina acumula partículas de desecho, que se unen en largas cadenas. Syringammina podría utilizar estas cadenas para cultivar bacterias. Las acumulaciones de residuos servirían de alimento a las bacterias, que la Syringammina podría comer.
Hay algunas pruebas preliminares que respaldan esto. Un estudio en el 2004 encontró que Syringammina contiene altos niveles de ciertos ácidos grasos que son característicos de las bacterias.
Un misterio más: Desparramados por toda la célula de Syringammina —y, de hecho, por las células de todos los Xenophyophorea— se encuentran pequeños cristales de sulfato de bario. Podrían ser un productos de desecho, o de lastre, o algo completamente diferente. No tenemos ni idea.
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