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Esta ‘galaxia fantasma’ es 99,99% de materia oscura

Los astrónomos la encontraron con el Observatorio WM Keck y el telescopio Gemini Norte en Mauna Kea, Hawai

Hay un óvalo nebuloso y tenue no resalta en el centro de la imagen; se trata de una galaxia entera. Dragonfly (Libélula) 44 tiene aproximadamente la misma masa que nuestra Vía Láctea, excepto que es un 99,99 por ciento de materia oscura y tiene menos de una centésima parte de cantidad de estrellas. La materia oscura es algo que no puede interactuar con la fuerza electromagnética (sobre todo la forma en que experimentamos el mundo), de modo que no podemos verla o tocarla.

Los científicos pueden observar sus efectos gravitacionales, sin embargo, que mantienen unidas a la insignificante colección de estrellas visibles de Dragonfly 44. Hay alrededor de cinco veces más materia oscura que materia ordinaria en el universo, e incluso nuestra propia Vía Láctea tiene alrededor de 90% de materia oscura.

La galaxia oscura Dragonfly 44. La imagen de la izquierda es del Sloan Digital Sky Survey. Sólo una tenue mancha es visible. La imagen de la derecha es una larga exposición con el telescopio Gemini, revelando un objeto grande, alargado. Dragonfly 44 se ve muy débil para su masa y se compone casi en su totalidad de la materia oscura. (Imágenes de Pieter van Dokkum, Roberto Abraham, Géminis, Sloan Digital Sky Survey)


Los astrónomos encontraron Dragonfly 44 con el Observatorio WM Keck y el telescopio Gemini Norte en Mauna Kea, Hawai y publican sus resultados en la revista The Astrophysical Journal. El equipo midió la masa de la Dragonfly 44 mediante la observación de las velocidades de sus estrellas», al realizar ampliaciones sobre diversas áreas de la galaxia.







En un comunicado de prensa, el científico Pieter van Dokkum de la Universidad de Yale señaló que una galaxia como esta permitiría a los astrónomos estudiar mejor una enorme masa de materia oscura con muchas menos estrellas, o su faltante en la galaxia, que bloqueen la vista.

Fuente: Discover Magazine. Aportado por Eduardo J. Carletti

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Un planeta en la zona habitable que rodea a la estrella Próxima Centauri

La campaña Pale Red Dot revela la existencia de un mundo con una masa similar a la de la Tierra en órbita alrededor de Próxima Centauri.

Utilizando telescopios de ESO y otras instalaciones, un equipo de astrónomos ha encontrado claras evidencias de la presencia de un planeta orbitando la estrella más cercana a la Tierra, Próxima Centauri. Este mundo, tan intensamente buscado y bautizado como Próxima b, orbita a su fría y roja estrella anfitriona cada 11 días y tiene una temperatura que permitiría la existencia de agua líquida en su superficie. Este mundo rocoso es un poco más masivo que la Tierra y es el exoplaneta más cercano a nosotros —y también puede ser el planeta más cercano que pueda albergar vida fuera del Sistema Solar. Un artículo que describe el hallazgo de este hito se publicará en la revista Nature el 25 de agosto de 2016.

A poco más de cuatro años luz del Sistema Solar, se encuentra una estrella enana roja que ha sido nombrada Próxima Centauri, dado que es la estrella más cercana a la Tierra aparte del Sol. Esta estrella fría de la constelación de Centaurus es demasiado débil para poder ser detectada a simple vista y se encuentra cerca de un par de estrellas, mucho más brillantes, conocidas como Alfa Centauri AB.

Durante el primer semestre de 2016, Próxima Centauri fue observada con regularidad con el espectrógrafo HARPS, instalado en el Telescopio de 3,6 metros ESO en La Silla (Chile) y monitorizada simultáneamente con otros telescopios de todo el mundo [1]. Esto formó parte de la campaña Pale Red Dot (Punto rojo pálido), en la que un equipo de astrónomos, dirigido por Guillem Anglada-Escudé (de la Universidad Queen Mary de Londres), buscaba el pequeño bamboleo que, por la fuerza de la gravedad, provocaría en la estrella la existencia de un planeta en órbita [2].

Dado que se trata de un asunto de gran interés público, los avances de la campaña Pale Red Dot obtenidos entre mediados de enero y abril de 2016 se compartieron públicamente en el sitio web y a través de las redes sociales. Los informes iban acompañados por numerosos artículos de divulgación escritos por especialistas de todo el mundo.

Guillem Anglada-Escudé explica el trasfondo de esta búsqueda única: «Las primeras señales de un posible planeta se vieron en 2013, pero la detección no era convincente. Desde entonces, hemos trabajado duro para obtener más observaciones con la ayuda de ESO y de otras instituciones. La reciente campaña Pale Red Dot ha sido llevado casi dos años de planificación».

Al combinar los datos de Pale Red Dot con observaciones anteriores llevadas a cabo en observatorios de ESO y en otros lugares, se ha obtenido claramente un resultado verdaderamente emocionante. A veces, Próxima Centauri se aproxima a la Tierra a unos 5 kilómetros por hora –el ritmo de una marcha humana normal- y, a veces, retrocede a la misma velocidad. Este patrón regular de cambio de velocidades radiales se repite con un período de 11,2 días. Un análisis cuidadoso de los minúsculos cambios en el efecto Doppler indicó la presencia de un planeta con una masa al menos 1,3 veces mayor que la de la Tierra, orbitando a unos 7 millones de kilómetros de Próxima Centauri -sólo el 5% de la distancia Sol-Tierra [3].

Guillem Anglada-Escudé nos habla sobre la emoción de los últimos meses: «Seguí revisando la consistencia de la señal todos los días durante las 60 noches de la campaña Pale Red Dot. Los 10 primeros fueron prometedores, los primeros 20 fueron consistentes con las expectativas, y a los 30 días el resultado era bastante definitivo, ¡así que empezamos a redactar el artículo!».

Las enanas rojas como Próxima Centauri son estrellas activas que pueden tener variaciones, generando efectos parecidos a los que genera la presencia de un planeta. Para excluir esta posibilidad, durante la campaña el equipo también monitorizó de forma cuidadosa la luminosidad cambiante de la estrella usando el telescopio ASH2, instalado en el Observatorio de Exploraciones Celestes de San Pedro de Atacama (Chile) y la red de telescopios del Observatorio Las Cumbres. Se excluyeron del análisis final los datos de velocidad radial tomados cuando la estrella se dilataba.

Aunque Próxima b orbita mucho más cerca de su estrella que Mercurio del Sol en nuestro Sistema Solar, su estrella es mucho más débil que el Sol. Como resultado, Próxima b se encuentra dentro de la zona habitable alrededor de la estrella y tiene una temperatura superficial estimada que permitiría la presencia de agua líquida.

A pesar de la órbita templada de Próxima b, las condiciones en la superficie pueden verse fuertemente afectadas por las llamaradas de rayos X y de radiación ultravioleta procedentes de la estrella, mucho más intensas que las que experimenta la Tierra con respecto al Sol [4].

Este descubrimiento será el inicio de observaciones más amplias, tanto con instrumentos actuales [5] como con la próxima generación de telescopios gigantes como el E-ELT (European Extremely Large Telescope). Próxima b será un blanco perfecto para la búsqueda de evidencia de vida en otros lugares del universo. De hecho, el sistema Alfa Centauri es también el objetivo del primer intento de la humanidad de viajar a otro sistema solar, el proyecto StarShot.

Guillem Anglada-Escudé concluye: «Se han encontrado muchos exoplanetas y van a descubrirse aún muchos más, pero buscar el potencial análogo de la Tierra más cercano y conseguirlo ha sido la experiencia de toda una vida para todos nosotros. Historias y esfuerzos de muchas personas convergen en este descubrimiento. El resultado es también un homenaje a todos ellos. El siguiente paso es la búsqueda de vida en Próxima b…».

Notas

[1] Además de los datos de la reciente campaña Pale Red Dot, el artículo incorpora las aportaciones de los científicos que han estado observando Próxima Centauri durante muchos años. Esto incluye a miembros del programa original UVES/ESO M-dwarf (Martin Kürster y Michael Endl) y a pioneros en la búsqueda de exoplanetas como R. Paul Butler. También se incluyeron observaciones públicas del equipo de HARPS de Ginebra obtenidas a lo largo de muchos años.

[2] El nombre Pale Red Dot (punto rojo pálido) hace referencia a la famosa frase de Carl Sagan que describe a la Tierra como un punto azul pálido. Dado que Próxima Centauri es una estrella enana roja, bañaría a su planeta en órbita con un pálido resplandor rojo.

[3] Durante los últimos diez años ya es técnicamente posible obtener detecciones como la que hoy damos a conocer. De hecho, previamente se han detectado señales con amplitudes más pequeñas. Sin embargo, las estrellas no son suaves bolas de gas y Próxima Centauri es una estrella activa. La confirmada detección de Próxima b sólo ha sido posible tras alcanzar un detallado entendimiento de cómo la estrella cambia en escalas de tiempo de minutos a una década, y tras monitorizar su brillo con telescopios fotométricos.

[4] Que un tipo de planeta como este tenga capacidad o no para albergar agua y vida parecida a la de la Tierra es un intenso tema de debate, en gran parte, teórico. Los aspectos principales que actuarían en contra de la presencia de vida se relacionan con la cercanía de la estrella. Por ejemplo, es muy probable que las fuerzas gravitatorias hagan que el mismo lado del planeta permanezca expuesto a la luz del día, mientras que el otro lado está en perpetua noche. La atmósfera del planeta también podría estar evaporándose lentamente, o tener una química más compleja que la de la Tierra debido a la fuerte radiación ultravioleta y a los rayos X, especialmente durante los primeros miles de millones de años de vida de la estrella. Sin embargo, ninguno de los argumentos se ha demostrado de manera concluyente y no pueden darse por hechos sin evidencias observacionales directas que permitan, entre otras cosas, la caracterización de la atmósfera del planeta. Factores similares se aplican a los planetas recientemente encontrados alrededor de TRAPPIST-1.

[5] Algunos métodos para estudiar la atmósfera de un planeta dependen de su paso delante de su estrella y, por tanto, de la luz de la estrella que, a su vez, pasa a través de la atmósfera del exoplaneta en su camino hacia la Tierra. Actualmente no hay ninguna evidencia de que Próxima b transite a través del disco de su estrella y parece que hay pocas posibilidades de que esto ocurra, pero se están llevando a cabo otras observaciones para comprobar esta opción.

Información adicional

Este trabajo de investigación se ha presentado en el artículo científico titulado “A terrestrial planet candidate in a temperate orbit around Proxima Centauri”, por G. Anglada-Escudé et al., y aparece en la revista Nature el 25 de agosto de 2016.

El equipo está formado por Guillem Anglada-Escudé (Universidad Queen Mary de Londres, Londres, Reino Unido); Pedro J. Amado (Instituto de Astrofísica de Andalucía-CSIC, Granada, España); John Barnes (Universidad Abierta, Milton Keynes, Reino Unido); Zaira M. Berdiñas (Instituto de Astrofísica de Andalucia-CSIC, Granada, España); R. Paul Butler (Institución Carnegie de Washington, Departamento de Magnetismo Terrestre, Washington, EE.UU.); Gavin A. L. Coleman (Universidad Queen Mary de Londres, Londres, Reino Unido); Ignacio de la Cueva (Astroimagen, Ibiza, España); Stefan Dreizler (Instituto de Astrofísica, Universidad Georgia Augusta de Gotinga, Gotinga, Alemania); Michael Endl (Universidad de Texas en Austin y Observatorio McDonald, Austin, Texas, EE.UU.); Benjamin Giesers (Instituto de Astrofísica, Universidad Georgia Augusta de Gotinga, Gotinga, Alemania); Sandra V. Jeffers (Instituto de Astrofísica, Universidad Georgia Augusta de Gotinga, Gotinga, Alemania); James S. Jenkins (Universidad de Chile, Santiago, Chile); Hugh R. A. Jones (Universidad de Hertfordshire, Hatfield, Reino Unido); Marcin Kiraga (Observatorio de la Universidad de Varsovia, Varsovia, Polonia); Martin Kürster (Instituto Max-Planck de Astronomía, Heidelberg, Alemania); María J. López-González (Instituto de Astrofísica de Andalucía-CSIC, Granada, España); Christopher J. Marvin (Instituto de Astrofísica, Universidad Georgia Augusta de Gotinga, Gotinga, Alemania); Nicolás Morales (Instituto de Astrofísica de Andalucía-CSIC, Granada, España); Julien Morin (Laboratorio Universo y Partículas de Montpellier, Universidad de Montpellier & CNRS, Montpellier, Francia); Richard P. Nelson (Universidad Queen Mary de Londres, Londres, Reino Unido); José L. Ortiz (Instituto de Astrofísica de Andalucía-CSIC, Granada, España); Aviv Ofir (Instituto Weizmann de Ciencia, Rehovot, Israel); Sijme-Jan Paardekooper (Universidad Queen Mary de Londres, Londres, Reino Unido); Ansgar Reiners (Instituto de Astrofísica, Universidad Georgia Augusta de Gotinga, Gotinga, Alemania); Eloy Rodriguez (Instituto de Astrofísica de Andalucía-CSIC, Granada, España); Cristina Rodriguez-Lopez (Instituto de Astrofísica de Andalucía-CSIC, Granada, España); Luis F. Sarmiento (Instituto de Astrofísica, Universidad Georgia Augusta de Gotinga, Gotinga, Alemania); John P. Strachan (Universidad Queen Mary de Londres, Londres, Reino Unido); Yiannis Tsapras (Instituto de Cálculo Astronómico, Heidelberg, Alemania); Mikko Tuomi (Universidad de Hertfordshire, Hatfield, Reino Unido) y Mathias Zechmeister (Instituto de Astrofísica, Universidad Georgia Augusta de Gotinga, Gotinga, Alemania).

ESO es la principal organización astronómica intergubernamental de Europa y el observatorio astronómico más productivo del mundo. Cuenta con el respaldo de dieciséis países: Alemania, Austria, Bélgica, Brasil, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Italia, Países Bajos, Polonia, Portugal, el Reino Unido, República Checa, Suecia y Suiza, junto con el país anfitrión, Chile. ESO desarrolla un ambicioso programa centrado en el diseño, construcción y operación de poderosas instalaciones de observación terrestres que permiten a los astrónomos hacer importantes descubrimientos científicos. ESO también desarrolla un importante papel al promover y organizar la cooperación en investigación astronómica. ESO opera en Chile tres instalaciones de observación únicas en el mundo: La Silla, Paranal y Chajnantor. En Paranal, ESO opera el Very Large Telescope, el observatorio óptico más avanzado del mundo, y dos telescopios de rastreo. VISTA (siglas en inglés de Telescopio de Rastreo Óptico e Infrarrojo para Astronomía) trabaja en el infrarrojo y es el telescopio de rastreo más grande del mundo, y el VST (VLT Survey Telescope, Telescopio de Rastreo del VLT) es el telescopio más grande diseñado exclusivamente para rastrear el cielo en luz visible. ESO es el socio europeo de un revolucionario telescopio, ALMA, actualmente el mayor proyecto astronómico en funcionamiento del mundo. Además, cerca de Paranal, en Cerro Armazones, ESO está construyendo el E-ELT (European Extremely Large Telescope), el telescopio óptico y de infrarrojo cercano de 39 metros que llegará a ser “el ojo más grande del mundo para mirar el cielo”.

Las traducciones de las notas de prensa de ESO las llevan a cabo miembros de la Red de Divulgación de la Ciencia de ESO (ESON por sus siglas en inglés), que incluye a expertos en divulgación y comunicadores científicos de todos los países miembros de ESO y de otras naciones.

El nodo español de la red ESON está representado por J. Miguel Mas Hesse y Natalia Ruiz Zelmanovitch.

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Objetos misteriosos con órbitas extrañas descubiertos en el Sistema Solar exterior

Un nuevo descubrimiento indica que nuestro Sistema Solar tiene más de un plano orbital, y estos otros planos podrían estar llenos de misteriosos planetoides.

Estos cuerpos permanecen ocultos en lugares hasta ahora inexplorados. Se ha descubierto más allá de Neptuno un objeto extraño, con un tamaño de aproximadamente 200 kilómetros, llamado Niku (que significa «rebelde» en chino), que no circunda el Sol en el mismo plano orbital que los planetas del sistema, informó Mateo Holman del Harvard Smithsonian Center for Astrophysics. En cambio gira alrededor del Sol en sentido inverso con una inclinación de 110 grados, en comparación con otros objetos planetarios.

«Esto sugiere que hay más en juego en el Sistema Solar exterior de lo que estamos plenamente conscientes», dijo Holman, parte del equipo que descubrió Niku. Es posible que Niku y otros objetos como él tengan otro origen diferente a los que científicos tiene en cuenta en la actualidad.


De hecho, es el segundo objeto descubierto que tiene una órbita tan retrógrada, después del descubrimiento del menos elegantemente llamado 2008 KV42 (llamado también Drac), por lo que es probable que se descubran por ahí mundos más extraños.







El misterioso 2011 KT19

2011 KT19 (apodado Niku) es un objeto transneptuniano (trans-Neptunian object, TNO) con un inusual plano orbital de 110 grados de inclinación respecto al plano orbital solar, y con un giro retrógrado en torno al Sol.

Ha sido descubierto recientemente, en agosto de 2016, por un equipo de astrónomos que utilizaban el telescopio Pan-STARRS. Enseguida se lo asoció con un supuesto Centauro de órbita también retrógrada que se había perdido de vista, al que se había designado 2011 KT19. Notablemente, es parte de un grupo de objetos que orbitan al Sol en un órbita muy inclinada. No se conocen las razones por las que se encuentra en esta inusual órbita.


Dibujo de cómo podría ser el nuevo objeto, bautizado Niku

Las características orbitales de 2011 KT19 se han comparado con las de 2008 KV42 (Drac). Las órbitas de 2011 KT19, 2008 KV42, y cuatro objetos parecen ocupar un plano en común, tres de ellos en órbita no retrógrada y tres girando en dirección retrógrada. La probabilidad de que ocurra esta alineación es de 0,016%. Esas órbitas deberían dejar el plano común en unos pocos millones de años ya que la dirección de la precesión de las órbitas retrógradas y no retrógradas va en dirección opuesta. Las simulaciones que incluyen el hipotético Planeta Nueve no mantienen un plano orbital común y ese plano no coincide con el plano de la máxima inclinación predicha para grandes objetos del gran eje semi-mayor de ese modelo.

Cómo han alcanzado estos objetos sus extrañas órbitas es un misterio. La razón por la que la mayor parte del resto de los objetos en nuestro Sistema Solar órbitan en el mismo plano se debe a que se formaron a partir de la misma nube de gas original, que giraba en una dirección en particular, creando nuestro Sol.

La imagen superior muestra el Cinturón de Kuiper y la Nube de Oort en el Sistema Solar exterior, un smog cósmico, una sopa de Oort del tamaño de algunas galaxias, que contiene el gas, el polvo, los planetesimales, los planetas y las estrellas enanas negras de masa sub-solar, en la que hay volúmenes donde de vez en cuando se ha producido una agregación de masa lo suficientemente grande como para formar una estrella funcional.

Fuente: The Daily Galaxy. Aportado por Eduardo J. Carletti

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