Archivo de la categoría: Evolución

El cosmos podría ser un lugar casi sin vida

Cuando era estudiante en la década de 1960, casi todos los científicos creían que estamos solos en el universo. La búsqueda de vida inteligente fuera de la Tierra fue ridiculizada, tal como si uno hubiese profesado interés en la búsqueda de hadas. El enfoque escéptico respecto al origen de la vida, que suponía ampliamente que fue una casualidad química de una probabilidad tan increíblemente baja que no habría sucedido dos veces. «El origen de la vida parece ser, en este momento, casi un milagro», fue la manera en que lo describió Francis Crick, «son muchas las condiciones que han tenido que darse para que surja», coincidió Jacques Monod; en su libro de 1976 Chance and Necessity, escribió, «El hombre sabe al fin que está solo en la inmensidad indiferente del universo, de donde él ha surgido por casualidad.»

Hoy el péndulo ha oscilado de forma decisiva al lado inverso. Muchos distinguidos científicos proclaman que el universo está lleno de vida, y que por lo menos una parte de ella es inteligente. El biólogo Christian de Duve fue tan lejos como para decir que la vida es «un imperativo cósmico.» Sin embargo, la ciencia no ha cambiado. Estamos casi tan a oscuras hoy sobre el recorrido de la no-vida a la vida como Charles Darwin lo estaba cuando escribió: «Es un mero despedicio pensar en la actualidad sobre el origen de la vida; uno también podría pensar en el origen de la materia».







No hay duda de que SETI —la búsqueda de inteligencia extraterrestre—, ha recibido un gran impulso desde el reciente descubrimiento de cientos de planetas extrasolares. Los astrónomos piensan que podría haber miles de millones de planetas similares a la Tierra tan solo en nuestra galaxia. Claramente, no hay falta de lugares habitables ahí fuera. Sin embargo, debido a que no conocemos el proceso que transforma una mezcolanza de sustancias químicas en una célula viva, con toda su asombrosa complejidad, es imposible calcular la probabilidad de que la vida en realidad haya surgido en esos planetas.

Carl Sagan dijo una vez que el origen de la vida no puede ser tan difícil, o ésta no habría aparecido tan rápidamente una vez que la Tierra se convirtió en habitable. Es cierto que podemos rastrear la presencia de la vida en la Tierra hacia atrás tanto como hace 3.500 millones de años. Pero no podemos sacar ninguna estadística significativa a partir de una muestra única.

Otro argumento común es que el universo es tan vasto, no tiene que haber vida en alguna parte. Pero, ¿qué significa esta afirmación? Si restringimos la atención sobre el universo observable, hay probablemente 1023 planetas. Sí, eso es un número grande. Pero queda eclipsado por las probabilidades en contra de la formación de hasta simples moléculas orgánicas por azar. Si la vía de la química a la biología es larga y complicada, bien puede ser que menos de uno en un billón de billones (1012 en ambos casos) de planetas alguna vez engendra vida.

Las afirmaciones de que la vida está muy extendida se basan en una suposición tácita de que la biología no es el resultado de reacciones químicas aleatorias sino el producto de una especie de auto-organización direccional que favorece el estado viviente por encima de otros, una especie de principio de la vida funcionando en la naturaleza. Puede haber tal principio, pero si es así, hemos no encontrado ninguna prueba de ello todavía.

Tal vez no necesitemos ir muy lejos. Si la vida realmente surge con facilidad, como sugiere Sagan, entonces debería haber comenzado muchas veces en nuestro planeta. Si hubo múltiples orígenes de la vida en la Tierra, los descendientes microbianos de otra génesis podrían estar en todo lo que nos rodea, formando una posible biosfera oculta. Nadie ha mirado con seriedad un vida que no conocemos frente a nuestras narices. Se necesitaría el descubrimiento de un solo microbio «extraño» para resolver el asunto.

Este artículo fue publicado originalmente con el título Many Planets, Not Much Life, «Muchos planetas, no mucha vida», por Paul Davies.

Fuente: Scientific American. Aportado por Eduardo J. Carletti

Más información:

Nuevo récord de longevidad entre los vertebrados: 400 años

Hasta ahora la ballena boreal era considerada el vertebrado más longevo del mundo, con una vida de hasta 211 años, pero ahora otro animal ha pulverizado esa marca: el tiburón de Groenlandia. Mediante técnicas de radiocarbono aplicadas al cristalino del ojo, los científicos han estimado que algunos ejemplares de este tiburón tienen 400 años, tantos como los primeros telescopios de Galileo, y que podrían llegar hasta los 500.

Durante décadas, la edad de los tiburones de Groenlandia (Somniosus microcephalus) ha sido un misterio. Realmente se sabe muy poco acerca de la biología de esta especie, que vive en las frías aguas del Ártico y el Atlántico Norte y puede alcanzar los cinco metros de longitud, lo que le convierte en uno de los más grandes del mundo. Sin embargo, se conoce su lentísimo ritmo de crecimiento: aproximadamente de un centímetro al año, lo que ya sugiere que estos peces gozan de una longevidad excepcional.


Un tiburón de Groenlandia se aleja de la zódiac para volver a las profundas y frías aguas del fiordo Uummannaq en el noroeste de Groenlandia – Julius Nielsen







Se ha capturado un tiburón de Groenlandia con casi 400 años

Los métodos tradicionales utilizados para determinar la edad de un animal se basan en análisis del tejido calcificado, pero este elemento es escaso en los tiburones de Groenlandia. Por esta razón, un equipo internacional de investigadores liderado por el biólogo marino Julius Nielsen, de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), ha aplicado técnicas de datación por radiocarbono al cristalino de los ojos de 28 hembras capturadas de forma aleatoria y accidental en redes de arrastre.

“Hemos utilizado solo hembras para minimizar las incertidumbres asociadas a patrones de crecimiento específicos del sexo, además de que en la zona donde se recogieron las muestras –el entorno de Groenlandia– las hembras son más comunes y así tenemos más datos”, aclara Nielsen a Sinc.


Un tiburón de Groenlandia se estudia en el buque de investigación Pâmiut en aguas del sudoeste de Groenlandia. /Julius Nielsen

Los resultados de los análisis demuestran que la esperanza de vida media de Somniosus microcephalus es de, al menos, 272 años. Pero, además, se calculó que los dos tiburones más grandes recogidos, de 493 cm y 502 cm de largo, tenían cerca de 335 y 392 años de edad, respectivamente.

Según el estudio, que aparece en portada esta semana en la revista Science, queda comprobado que el tiburón de Groenlandia puede vivir cerca de 400 años, y hasta llegar a 500, y se convierte en el vertebrado más longevo de la Tierra.

Hasta ahora las ballenas boreales o de Groenlandia (Balaena mysticetus) ostentaban ese honor, con una vida estimada de 211 años, pero los nuevos datos relegan a este mamífero marino al segundo lugar.

“El margen del error para el tiburón más viejo que hemos encontrado es de 392 ± 120 años, pero incluso aunque fuera el valor más bajo (392-120 = 272 años), el tiburón de Groenlandia aún sería el animal vertebrado más longevo del mundo”, destaca Nielsen.

Madurez sexual a los 156 años

Los investigadores también han calculado que las hembras alcanzan su madurez sexual al menos cuando tienen 156 años, teniendo en cuenta estudios previos donde se señala que esta condición se adquiere al superar los 4 metros de longitud.

Respecto al motivo por el que estos peces gozan de una vida tan larga, los científicos todavía no lo tienen claro: “Son animales de sangre fría que habitan en las gélidas aguas árticas, por lo que su temperatura corporal también es muy baja –apunta Nielsen–. Probablemente esta baja temperatura corporal está relacionada con su bajo metabolismo, pero creo que hay algo más. Otros peces árticos no viven tanto tiempo, en absoluto. Espero que podamos descubrir lo que hace que el tiburón de Groenlandia viva tanto”.

El biólogo marino recuerda que se sabe muy poco sobre esta especie: “Necesitamos tener más datos sobre su biología y el tamaño de la población para poder evaluar su estado de conservación (si está amenazada y en qué grado), además de resolver muchos interrogantes sobre su comportamiento: cómo atrapan a sus presas si aparentemente son tan lentos, dónde se aparean y dan a luz a sus crías… ¿Realmente son ciegos debido a un parásito que tienen en los ojos? No estoy tan seguro, a pesar de lo que se pueda leer por internet”. El tiburón de Groenlandia todavía puede deparar muchas sorpresas.

 Referencia bibliográfica:
Julius Nielsen et al. "Eye lens radiocarbon reveals centuries of longevity in the Greenland shark (Somniosus microcephalus)”. Science, 11 de agosto de 2016.

Fuente: Sinc. Aportado por Eduardo J. Carletti

Más información:

Un cuello de botella sería responsable de que los extraterrestres estén extintos

El astrobiólogo Adittya Chopra, de la Universidad Nacional Australiana, propone que no hemos contactado con civilizaciones extraterrestres porque están extintos.

En un artículo publicado en la revista Astrobiology, él y su colega Charley Lineweaver aportan una triste hipótesis: que el destino de la vida primitiva es la extinción. Esto explicaría lo que parece una paradoja: que vivamos en un universo repleto de planetas habitables, según se ha detectado ya y se proyecta estadísticamente, y sin embargo no nos hayamos encontrado con otras civilizaciones ni hayamos encontrado ni remotamente sus mensajes de radio.

La explicación más común, en teoría, es la baja probabilidad de aparición de la vida, lo que implica un cuello de botella en el origen debido a las complejidades de la receta molecular, dicen los científicos.

Contrario a eso, ellos proponen algo que llaman el «cuello de botella de Gaia»: Si la vida emerge en un planeta, en raras ocasiones evoluciona lo suficientemente pronto como para regular los gases de efecto invernadero y el albedo, y mantener las temperaturas de la superficie compatibles con la existencia del agua líquida y la habitabilidad. El cuello de botella de Gaia implica que, 1. el destino por defecto de la mayoría de la vida que ha surgido en las superficies de los planetas rocosos húmedos del Universo es la extinción y 2. los planetas rocosos tienen que estar habitados para permanecer siendo habitables.

En el modelo del cuello de botella de Gaia, el mantenimiento de la habitabilidad planetaria es una propiedad más asociada con una evolución inusualmente rápida de la regulación biológica capaz de controlar los compuestos volátiles de la superficie que con la luminosidad y la distancia hasta la estrella anfitriona.

Los autores creen que la fragilidad de la vida primitiva causa que «raramente» evolucione con lo suficientemente rápido como para establecerse.

«Para que se dé un planeta habitable, las formas de vida deben regular los gases de efecto invernadero, como el vapor de agua y el dióxido de carbono, para mantener estables las temperaturas de la superficie», señala Chopra. Dice que hace 4.000 millones de años tanto la Tierra como Marte y Venus pudieron ser mundos habitables, pero que sólo 1.000 millones de años después Venus se convirtió en un infierno y Marte en un mundo helado. Su colega afirma que, si hubo vida microbiana en esos dos planetas, fracasó en estabilizar un ambiente cambiante.







«Es posible que la vida terrestre haya sido clave al momento de estabilizar el clima del planeta», añade.

Ese cuello de botella de Gaia indica, según los investigadores, que se daría una extinción casi generalizada de la vida extraterrestre. «Una intrigante predicción del modelo del cuello de botella de Gaia es que la gran mayoría de los fósiles en el Universo serán de vida microbiana extinta, no de especies multicelulares como dinosaurios o humanoides, que necesitan miles de millones de años para evolucionar», dice Lineweaver.

Debemos señalar que esta hipótesis se contrapone totalmente con la presentada en el artículo Los cúmulos de estrellas podrían albergar civilizaciones tecnológicas de larga vida

Fuente: Adi Life. Aportado por Eduardo J. Carletti

Más información: