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Resuelto un frío misterio cósmico

Los astrónomos descubren lo que podría ser la estructura más grande conocida en el universo cuya huella se observa en la radiación de fondo cósmico de microondas, o CMB = Cosmic Microwave Background)

En el 2004, al examinar los astrónomos un mapa de la radiación remanente del Big Bang (el fondo cósmico de microondas descubrieron un sector frío, una zona en el cielo inusualmente fría, mayor a lo esperado. La física que involucra la teoría del Big Bang predice lugares más cálidos y más fríos, de distintos tamaños, en el universo primitivo, pero un lugar tan grande y tan frío resultó inesperado.

Ahora un equipo de astrónomos liderado por el Dr. István Szapudi del Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawai en Manoa puede haber encontrado una explicación para la existencia de este sector frío, que Szapudi dice puede ser «la mayor estructura individual que haya identificado la humanidad».

La zona de este sector frío reside en la constelación de Eridanus en el hemisferio sur galáctico. Las inserciones muestran el entorno de este sector anómalo del cielo tal como fue mapeado por el equipo de Szapudi usando el PS1 y datos de WISE, y como se observa en los datos de temperatura de fondo de microondas cósmicas tomados por el satélite Planck. El diámetro angular de la gran supervacío alineado con el punto frío, que supera los 30 grados, está marcado por los óvalos blancos. Gráficos por Gergo Kránicz. Crédito de la imagen: Colaboración ESA-Planck

Si el punto frío se originó en el propio Big Bang, podría ser un raro signo de una física exótica no explicada por la cosmología estándar (básicamente, la teoría del Big Bang y la física relacionada). Sí, en cambio, es causada por una estructura ubicada entre nosotros y el Fondo Cósmico de Microondas, sería una indicación de que allí hay una estructura de gran escala extremadamente rara en la distribución de la masa del universo.

Utilizando datos de Pan-STARRS1 de Hawai (PS1) telescopio ubicado en Haleakala, Maui, y el satélite Wide Field Survey Explorer (WISE) de la NASA, el equipo de Szapudi descubrió una gran supervacío, una vasta región 1.800.000.000 de años luz de diámetro, en el que la densidad de galaxias es mucho menor de lo habitual en el universo conocido. Este vacío fue encontrado combinando las observaciones tomadas por el PS1 en longitudes de onda ópticas con las observaciones tomadas por el WISE en longitudes de onda infrarrojas para estimar la distancia a y la posición de cada galaxia en esa parte del cielo.

Los estudios anteriores, realizados también en Hawai, observaron un área mucho más pequeña en dirección del punto frío, pero podrían determinar únicamente que hay una estructura muy distante que está en esa parte del cielo. Paradójicamente, identificar grandes estructuras en las inmediaciones es más difícil que encontrar las lejanas, ya que debemos mapear mayores porciones del cielo para ver las estructuras más cercanas. Los grandes mapas del cielo en tres dimensiones creados a partir del PS1 y el WISE por el Dr. András Kovács (Universidad Eötvös Loránd, Budapest, Hungría) eran, pues, esenciales para este estudio. El supervacío está a sólo alrededor de 3 mil millones de años luz de distancia de nosotros, una distancia relativamente corta en el esquema cósmico de las cosas.

Imagine que hay un enorme vacío con muy poca materia entre usted (el observador) y el CMB. Ahora, piense en el vacío como si fuese una colina. A medida que la luz entra en el vacío, debe subir esta colina. Si el universo no estuviese experimentando una expansión acelerada, entonces el vacío no se desarrollaría de manera significativa, y la luz descendería la colina y recuperaría la energía que perdió a medida que sale del vacío. Pero con la expansión acelerada, la colina se estira de manera mensurable cuando la luz viaja sobre ella. Para el momento en que la luz desciende la colina, la colina se ha vuelto más plana que cuando la luz entró a ella, por lo cual la luz no puede recoger toda la energía que perdió al entrar en el vacío. La luz sale del vacío con menos energía, y por lo tanto con una mayor longitud de onda, que corresponde a una temperatura más fría.

El paso a través de un supervacío puede llevar millones de años, incluso a la velocidad de la luz, por lo que este efecto mensurable, conocido como Efecto Integrado Sachs-Wolfe (SIA), podría proporcionar la primera explicación de una de las anomalías más significativas que se encontraron hoy en el CMB, primero por un satélite de la NASA llamado Wilkinson Microwave Anisotropy Probe (WMAP), y más recientemente, por Planck, un satélite lanzado por la Agencia Espacial Europea.

Si bien la existencia del supervacío y su efecto esperado en el CMB no explican totalmente el sector frío, es muy poco probable que el supervacío y el sector frío en el mismo lugar sean una coincidencia. El equipo continuará su trabajo a partir de datos mejoradas del PS1 y desde el Dark Energy Survey, que se está llevando a cabo con un telescopio en Chile para estudiar el sector y el supervacío frío, así como otro gran vacío situado cerca de la constelación de Draco.

El estudio se publicó en línea en Monthly Notices de la Royal Astronomical Society por la Oxford University Press. Además de Szapudi y Kovács, los investigadores que contribuyeron a este estudio son el alumno Benjamin Granett de UH Manoa (ahora en el Instituto Nacional de Astrofísica, Italia), Zsolt Frei (Eötvös Loránd) y Joseph Silk (Johns Hopkins).

 

 

Fundado en 1967, el Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawai en Manoa lleva a cabo investigaciones en galaxias, cosmología, las estrellas, los planetas y el Sol. Su Facultad y el personal también participan en la enseñanza de astronomía, las misiones de espacio profundo, y en el desarrollo y gestión de los observatorios de Haleakala y Maunakea. El Instituto opera instalaciones en las islas de Oahu, Maui y Hawaii.

Fuente: Institute for Astronomy. Aportado por Eduardo J. Carletti

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El Chandra de la NASA nos indica que hay agujeros negros que tragan materia a un ritmo excesivo

Un grupo de inusuales agujeros negros gigantes puede consumir excesivas cantidades de materia, de acuerdo con un nuevo estudio utilizando el Observatorio de Rayos X Chandra de la NASA. Este hallazgo podría ayudar a los astrónomos a comprender cómo los mayores agujeros negros pudieron crecer tan rápidamente en el universo temprano

Los astrónomos saben desde hace tiempo que los agujeros negros supermasivos —con masas que van de millones a miles de millones de veces la masa del Sol, y ubicados en los centros de las galaxias— pueden engullir enormes cantidades de gas y polvo que caen ante su atracción gravitatoria. A medida que la materia se aproxima hacia estos agujeros negros, brilla con tanta intensidad que se pueden ver a miles de millones de años luz de distancia. Los astrónomos llaman cuásares a estos agujeros negros extremadamente voraces.

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Este nuevo resultado indica que algunos cuásares son aún más hábiles para devorar material que lo que los científicos conocían previamente.

«Incluso siendo famosos consumidores de prodigiosas cantidades de material, estos enormes agujeros negros parecen estar alimentándose a un enorme ritmo, al menos cinco a diez veces más rápido que los cuásares típicos», dice Bin Luo, de la Universidad de Penn State en State College, Pennsylvania, quien dirigió el estudio.

Luo y sus colegas examinaron los datos de 51 cuásares tomados por el Chandra que se encuentran a una distancia de entre aproximadamente 5.000 millones y 11.500 millones de años luz de la Tierra. Estos cuásares fueron seleccionados porque tenían una emisión inusualmente débil de ciertos átomos de carbono, en especial a longitudes de onda ultravioleta. Cerca del 65% de los quásares en este nuevo estudio resultaron ser mucho más débiles en los rayos X, en cerca de 40 veces en promedio, que los cuásares típicos.

La débil emisión atómica ultravioleta y el débil flujo de rayos X de estos objetos podrían ser una pista importante sobre la cuestión de cómo un agujero negro supermasivo absorbe materia. Las simulaciones por computadora muestran que, a bajos ritmos de flujo de entrada, la materia se arremolina hacia el agujero negro en un disco delgado. Sin embargo, si la tasa de flujo de entrada es alta, el disco puede hincharse de manera espectacular, debido a la presión de la alta radiación en un toroide, o rosquilla, que rodea la parte interior del disco.

«Esta imagen se ajusta a nuestros datos», dice el co-autor Jianfeng Wu, del Centro Harvard-Smithsoniano para Astrofísica, en Cambridge, Massachusetts. «Si un cuásar está incrustado en una estructura en forma de un grueso anillo de gas y polvo, la rosquilla absorberá gran parte de la radiación que se produce más cerca del agujero negro y evitará que impacte sobre el gas que se encuentra más lejos, dando como resultado una emisión atómica ultravioleta y de rayos X más débil».

También se vería afectado el equilibrio habitual entre el tirón hacia adentro de la gravedad y la presión hacia el exterior de la radiación.

«Se emite más radiación en una dirección perpendicular al grueso disco que a lo largo del disco, permitiendo que el material caiga a ritmos más altos», dijo el co-autor Niel Brandt, también de la Universidad de Penn State.

La implicación importante es que estos cuásares «de disco grueso» pueden albergar agujeros negros que crecen a un ritmo extraordinariamente rápido. Los estudios anteriores y los actuales realizados por diferentes equipos sugieren que estos cuásares podrían haber sido más comunes en el Universo temprano, sólo alrededor de mil millones de años después del Big Bang. Un crecimiento tan rápido también podría explicar la existencia de enormes agujeros negros, a veces incluso antes que eso.

Un artículo que describe estos resultados aparece en el número más reciente de The Astrophysical Journal y está disponible en línea. El Centro de Vuelo Espacial Marshall de la NASA en Huntsville, Alabama dirige el programa Chandra para el Directorio de Misiones Científicas de la agencia en Washington. El Observatorio Astrofísico Smithsoniano en Cambridge, Massachusetts, controla las operaciones científicas y de vuelo de Chandra.

Leer más desde el Observatorio Chandra de Rayos X de la NASA

Créditos:
Ilustración: CXC / M. Weiss
Imágenes de rayos X: NASA / CXC / Penn State / B. Luo et al.

 

 

Fuente: NASA. Aportado por Eduardo J. Carletti

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ALMA revela la existencia de un intenso campo magnético cerca de un agujero negro supermasivo

El conjunto ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) ha revelado la existencia de un campo magnético extremadamente potente (más que ningún otro fenómeno detectado hasta ahora en el núcleo de una galaxia) muy cerca del horizonte de sucesos de un agujero negro supermasivo

Esta nueva observación ayuda a los astrónomos a comprender tanto la estructura y la formación de estos habitantes masivos de los centros de las galaxias como los dobles chorros de plasma a alta velocidad que con frecuencia expulsan sus polos. Los resultados aparecen en la revista Science del 17 de abril de 2015.

Los agujeros negros supermasivos, a menudo con masas de miles de millones de veces la del Sol, están situados en el corazón de casi todas las galaxias del universo. Estos agujeros negros pueden acretar enormes cantidades de materia, la cual está en forma de disco circundante. Mientras que la mayor parte de esta materia cae al agujero negro, cierta cantidad puede escapar momentos antes de la captura, siendo lanzada hacia el espacio a velocidades cercanas a la de la luz como parte de un chorro de plasma. No se comprende muy bien cómo ocurre este fenómeno, aunque se cree que los fuertes campos magnéticos, que actúan muy cerca del horizonte de sucesos, desempeñan un papel crucial en este proceso, ayudando a la materia a escapar de las fauces abiertas de la oscuridad.

Hasta ahora sólo se había demostrado la existencia de débiles campos magnéticos muy lejos de los agujeros negros (a varios años-luz) [1]. En este estudio, sin embargo, astrónomos de la Universidad Tecnológica de Chalmers y del Observatorio Espacial de Onsala, en Suecia, han utilizado ALMA para detectar señales directamente relacionadas con un fuerte campo magnético muy cercano al horizonte de sucesos del agujero negro supermasivo de una galaxia distante llamada PKS 1830-211. Este campo magnético se encuentra, precisamente, en el lugar desde el cual la materia es, repentinamente, impulsada lejos del agujero negro en forma de chorro.

El equipo midió la fuerza del campo magnético estudiando la forma en que se polarizaba la luz a medida que esta se alejaba del agujero negro.

«La polarización es una característica importante de la luz y se utiliza mucho en la vida diaria, por ejemplo en las gafas de sol o en las gafas 3D en el cine,» afirma Iván Martí-Vidal, autor principal de este trabajo. «Cuando se produce de forma natural, la polarización puede utilizarse para medir los campos magnéticos, ya que la luz cambia su polarización cuando viaja a través de un medio magnetizado. En este caso, la luz que detectamos con ALMA había viajado a través de material muy cercano al agujero negro, un lugar lleno de plasma altamente magnetizado«.

Los astrónomos aplicaron una nueva técnica de análisis que habían desarrollado para los datos de ALMA y descubrieron que la dirección de la polarización de la radiación proveniente del centro de PKS 1830-211 había rotado [2]. Se trata de las longitudes de onda más cortas jamás utilizadas en este tipo de estudio, lo cual permite estudiar las regiones muy cercanas al agujero negro central [3].

«Hemos encontrado señales claras de la rotación de la polarización cientos de veces mayores que las más altas halladas hasta ahora en el universo«, señala Sebastien Muller, coautor del artículo. «Nuestro descubrimiento es un paso de gigante en cuanto a la frecuencia de observación, gracias al uso de ALMA, y en términos de distancia al agujero negro, donde se ha estudiado el campo magnético — hablamos del orden de sólo unos pocos días-luz de distancia del horizonte de sucesos. Estos resultados y los futuros estudios, nos ayudarán a comprender qué está pasando en las inmediaciones de los agujeros negros supermasivos.»

Notas

[1] Se han detectado campos magnéticos mucho más débiles en las cercanías del relativamente inactivo agujero negro supermasivo del centro de la Vía Láctea. Observaciones recientes han revelado también débiles campos magnéticos en la galaxia activa NGC 1275, detectados en longitudes de onda milimétricas.

[2] Los campos magnéticos generan la rotación Faraday, que hace que la polarización rote de diferentes maneras en diferentes longitudes de onda. La manera en que esta rotación depende de la longitud de onda nos da información sobre el campo magnético de la zona.

[3] Las observaciones de ALMA se hicieron en una longitud de onda de, aproximadamente, un milímetro, mientras que las investigaciones anteriores se hicieron en longitudes de onda de radio mucho más largas. Sólo la luz de las longitudes de onda milimétricas puede escapar de la región cercana al agujero negro, ya que las radiaciones de onda más largas son absorbidas.

Información adicional

Este trabajo de investigación se presenta en el artículo científico titulado “A strong magnetic field in the jet base of a supermassive black hole” que aparece publicado en la revista Science el 16 de abril de 2015.

El equipo está formado por I. Martí-Vidal (Observatorio Espacial de Onsala y Departamento de Ciencias de la Tierra y el Espacio, Universidad Tecnológica de Chalmers, Suecia); S. Muller (Observatorio Espacial de Onsala y Departamento de Ciencias de la Tierra y el Espacio, Universidad Tecnológica de Chalmers, Suecia); W. Vlemmings (Departamento de Ciencias de la Tierra y el Espacio, Universidad Tecnológica de Chalmers, Suecia); C. Horellou (Departamento de Ciencias de la Tierra y el Espacio, Universidad Tecnológica de Chalmers, Suecia) y S. Aalto (Departamento de Ciencias de la Tierra y el Espacio, Universidad Tecnológica de Chalmers, Suecia).

El conjunto ALMA, ( Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) es una instalación astronómica internacional fruto de la colaboración entre ESO, la Fundación Nacional para la Ciencia de EE.UU. (NSF, National Science Foundation) y los Institutos Nacionales de Ciencias Naturales de Japón (NINS, National Institutes of Natural Sciences) en cooperación con la República de Chile. ALMA está financiado por ESO en nombre de sus países miembros; por la NSF en cooperación con el Consejo Nacional de Investigación de Canadá (NRC, National Research Council) y el Consejo Nacional de Ciencias de Taiwán (NSC, National Science Council); y por el NINS en cooperación con la Academia Sinica (AS) de Taiwán y el Instituto de Astronomía y Ciencias Espaciales de Corea (KASI, Korea Astronomy and Space Science Institute).

ESO es la principal organización astronómica intergubernamental de Europa y el observatorio astronómico más productivo del mundo. Cuenta con el respaldo de dieciséis países: Alemania, Austria, Bélgica, Brasil, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Italia, Países Bajos, Polonia, Portugal, el Reino Unido, República Checa, Suecia y Suiza, junto con el país anfitrión, Chile. ESO desarrolla un ambicioso programa centrado en el diseño, construcción y operación de poderosas instalaciones de observación terrestres que permiten a los astrónomos hacer importantes descubrimientos científicos. ESO también desarrolla un importante papel al promover y organizar la cooperación en investigación astronómica. ESO opera en Chile tres instalaciones de observación únicas en el mundo: La Silla, Paranal y Chajnantor. En Paranal, ESO opera el Very Large Telescope, el observatorio óptico más avanzado del mundo, y dos telescopios de rastreo. VISTA (siglas en inglés de Telescopio de Rastreo Óptico e Infrarrojo para Astronomía) trabaja en el infrarrojo y es el telescopio de rastreo más grande del mundo, y el VST (VLT Survey Telescope, Telescopio de Rastreo del VLT) es el telescopio más grande diseñado exclusivamente para rastrear el cielo en luz visible. ESO es el socio europeo de un revolucionario telescopio, ALMA, actualmente el mayor proyecto astronómico en funcionamiento del mundo. Además, cerca de Paranal, en Cerro Armazones, ESO está construyendo el E-ELT (European Extremely Large Telescope), el telescopio óptico y de infrarrojo cercano de 39 metros que llegará a ser “el ojo más grande del mundo para mirar el cielo”.

Las traducciones de las notas de prensa de ESO las llevan a cabo miembros de la Red de Divulgación de la Ciencia de ESO (ESON por sus siglas en inglés), que incluye a expertos en divulgación y comunicadores científicos de todos los países miembros de ESO y de otras naciones.

El nodo español de la red ESON está representado por J. Miguel Mas Hesse y Natalia Ruiz Zelmanovitch.

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Fuente: ESO. Aportado por Eduardo J. Carletti

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