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La materia oscura podría agruparse para formar planetas

Una nueva teoría sugiere que la materia oscura podría fusionarse en estructuras masivas.

Podría ser que las estrellas oscuras no sean solo para los fanáticos de Grateful Dead (autores del tema Dark Star). En un nuevo artículo subido a arXiv, el profesor de astrofísica de la Universidad de Rutgers, Matthew R. Buckley, presenta una hipótesis verdaderamente alocada: podría ser posible construir mundos a partir de la materia oscura.

Pero todo le llegó desde un ángulo inusual: quería demostrar que las estructuras de materia oscura eran imposibles. En una publicación de blog, Buckley esbozó su pensamiento. A él le gusta la ciencia ficción; también le gusta separar la mala ciencia. Los planetas de materia oscura parecían imposibles. Pero a medida que profundizaba en las matemáticas, se dio cuenta de que estaba equivocado.

Entonces, ¿cuál fue el pensamiento inicial detrás de por qué la materia oscura no podría formar un planeta? Es algo como esto: tenemos evidencia indirecta de materia oscura pero no sabemos de qué está hecha. Cuando los astrónomos mapean nuestra galaxia y otras galaxias, pueden sacar todos los objetos conocidos y los gases visibles y descubrir estructuras invisibles que indican grandes nubes de materia oscura.







Pero sabemos que estas no son materia normal (también conocida como bariónica). Se agrupan de una manera que sugiere que no se agrupa ordenadamente como la materia normal. Según Buckley, esto puede deberse a la falta de un mecanismo de enfriamiento. Tal como escribe, la materia normal puede ser frenada por fotones lo suficiente como para juntarse y acumularse. Pero bajo condiciones típicas, la materia oscura simplemente tendría una serie de inicios en falso y quedaría agrupada en nubes difusas.

«Si existe más física interna para la materia oscura, entonces se puede imaginar que a medida que los cúmulos de material comienczan a acumularse juntos, se obtendría algún proceso que libere energía, como lo hace la fusión para los bariones», dice Buckley. Él y su coautor, Anthony DiFranzo, no especularon demasiado sobre toda la física interna de esto. Pero creen que «si queremos comenzar a hacer predicciones específicas de lo que debemos buscar, deberíamos comenzar a pensar más sobre todas estas diferentes posibilidades, ya que una fuente de energía en el sector oscuro cambiará la manera en que se distribuye la materia oscura.»

Entonces, un mecanismo para enfriar la materia oscura podría no funcionar a escala para formar galaxias enteras u otras megaestructuras naturales, pero bajo este modelo podría formar objetos más pequeños.

Ha habido propuestas de estrellas y otros objetos que utilizan la materia oscura junto con la materia bariónica para producir una extraña quimera. Pero este modelo probablemente sería todo, o más que nada, materia oscura, en lugar de ser mayoritariamente bariónico con neutralinos que produzcan un comportamiento extraño en el interior.

Sugieren que una fuerza de «electromagnetismo oscuro» podría enfriar suficientemente la materia oscura para formar objetos a partir de estos halos de materia oscura.

Los objetos más grandes posibles de materia oscura serían un millón de veces la masa del Sol. Eso es tan grande como los agujeros negros masivos intermedios más grandes o los agujeros negros supermasivos más pequeños. La materia oscura también podría formar algo así como una galaxia enana, o un grupo de objetos de materia oscura.

Pero de acuerdo con este documento, objetos y estructuras tan grandes, si es que existen, pueden haberse roto con el tiempo, dejando atrás objetos mucho más pequeños.

«El más masivo de estos objetos terminaría colapsándose en agujeros negros porque probablemente no habría fuerzas internas lo suficientemente fuertes como para detener ese colapso, como ocurre con los bariones», dice Buckley. «Los agujeros negros serían como cualquier otro agujero negro: la gravedad no distingue entre la materia oscura y los bariones, por lo que un agujero negro es el mismo independientemente del material que entra en él».

Encontrar cualquiera de estos objetos podría ser difícil. La materia oscura no interactúa mucho con la materia bariónica… y eso incluye los fotones, lo que significa que no se desprende ninguna fuente de luz. «Hay una fuerza como el electromagnetismo, pero no es electromagnetismo», dice Buckley. «Entonces no se puede ver realmente la masa de gas congelado de materia oscura, o planetoide, o lo que sea que se forme con la materia oscura, porque no está interactuando con la luz».

Entonces, ¿cómo sería pisar un planeta de materia oscura?

«Si intentara aterrizar en la superficie, uno se hundiría completamente, ya que no hay repulsión electrostática entre sus átomos y la materia oscura», dice Buckley. «Sin embargo, sentirías la gravedad del objeto, por lo que te hundirías».

Fuente: Discovery Magazine. Aportado por Eduardo J. Carletti

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El observador determina el estado de una partícula incluso en largas distancias en el espacio

Un equipo de físicos europeos comprobó que la dualidad onda-partícula se mantiene a largas distancias a pesar de la gravedad, incluso en grandes distancias. La dualidad onda partícula no se resuelve hasta que el observador lo define

El grupo, formado por Francesco Vedovato, Costantino Agnesi1, Matteo Schiavon, Daniele Dequal, Luca Calderaro, Marco Tomasin, Davide G. Marangon, Andrea Stanco, Vincenza Luceri, Giuseppe Bianco, Giuseppe Vallone y Paolo Villoresi, ha reproducido en el espacio exterior la experiencia de elección retardada ideada por Wheeler, y comprobado que la partícula conserva la dualidad a largas distancias en un contexto —el espacio exterior— en el que la gravedad podría jugar un papel.

Un experimento teórico propuesto en 1978 por el físico John Wheeler fue realizado ahora utilizando satélites en el espacio, sobre los que se hizo rebotar fotones emitidos desde de un láser. La distancia recorrida por los fotones fue de 3.500 kilómetros y los resultados obtenidos confirman las predicciones de la mecánica cuántica.

Se trata del “experimento de elección diferida” de Wheeler («Wheeler’s delayed choice experiment», también «elección retardada»). John Archibald Wheeler creó un experimento teórico (en 1978) para poner a prueba la elección retardada, y así cambiar las condiciones de contorno de la ecuación de Schrödinger. Si la teoría resultaba certera, las condiciones iniciales del experimento basadas en el fotón aportarían que este podría ser “engañado”, actuando como una partícula en lugar de la onda, o viceversa. Einstein consideraba que así era. Bohr, por otra parte, pensada que el fotón se comportaría como una partícula o una onda basada en las condiciones límite finales. Wheeler describió su experimento de elección retardada con el uso de un interferómetro Mach-Zehnder.

Lo que se ha comprobado es que la partícula no define su estado hasta que el observador decide configurar el instrumento de medida, que es el que determina el estado final de la partícula (onda o corpúsculo). Esto se había comprobado en laboratorio, en espacios limitados (hasta 50 metros), pero hasta ahora no se sabía si este fenómeno podía ocurrir a distancias más largas.

Francesco Vedovato y Paolo Villoresi, de la Universidad de Padua, y su equipo, quisieron averiguar lo que pasaría con la experiencia de elección retardada si se realizaba con la ayuda de un rayo láser recorriendo una gran distancia. Como se explica en un artículo publicado en Science, se valieron de los instrumentos disponibles en el Matera Laser Ranging Observatory (MLRO) italiano para conformar un interferómetro de Mach-Zender gigante, al conectar el observatorio terrestre y los satélites en órbita por medio de un rayo láser.

El interferómetro de Mach–Zehnder es un dispositivo utilizado para determinar las variaciones de cambio de fase relativas entre dos haces de luz paralelos que han emanado de una misma fuente de luz.

A pesar de la distancia de aproximadamente 3.500 kilómetros que recorrieron los fotones durante el experimento, la experiencia de elección retardada de Wheeler generó los mismos resultados obtenidos en los experimentos terrestres previos, lo cual, según los investigadores, confirma la validez universal de las ecuaciones de la física cuántica.

Los científicos consideran que el resultado que obtuvieron, tanto en términos del significado físico fundamental como de las técnicas experimentales utilizadas, estimulará aún más las aplicaciones de las comunicaciones cuánticas en el espacio.

La dualidad onda-partícula es un fenómeno cuántico bien comprobado empíricamente. Muchas partículas pueden exhibir comportamientos típicos de onda en unos experimentos, mientras en otros aparecen como partículas compactas y localizadas.

Sin embargo, no es posible concebir un experimento en el que ambos rasgos se observen al mismo tiempo, y por esta razón los físicos se han preguntado si la configuración experimental (el observador) es el que causa el comportamiento ondulatorio, o por lo contrario corpuscular de una partícula.

Esto fue lo que llevó a John Wheeler a introducir la idea de un experimento de elección tardía, es decir, un experimento que espera a que la partícula haya hecho su elección (onda o corpúsculo) para entonces realizar su medición (que es determinar su presencia en el espacio).




Wheeler quiso retrasar la medición durante un experimento para ver si la partícula elegía su futuro ella misma, pero descubrió que ese tiempo adicional que se le concede a la partícula no cambia las cosas, ya que finalmente se comporta según las decisiones del observador (la configuración del instrumento de medida).

Lo que ha descubierto el nuevo estudio es que este fenómeno se produce en el espacio con la misma exactitud que en un laboratorio terrestre. No importa la distancia concedida a la partícula para determinar su manifestación: la partícula espera la instrucción del observador para elegir su comportamiento.

Gracias a las distancias espaciales, entonces, se ha confirmado una de las suposiciones de la teoría cuántica: que la partícula conserva la dualidad onda partícula a largas distancias, durante todo el tiempo del experimento, en un contexto, el espacio, en el que la gravedad podría jugar un papel. La naturaleza de un fotón permanece indefinida incluso a lo largo de miles de kilómetros.

Artículo original: Extending Wheeler’s delayed-choice experiment to space. Science Advances 25 Oct 2017: Vol. 3, no. 10, e1701180. DOI: 10.1126/sciadv.1701180

Fuente: Science Advances, Tendencias 21 y otros sitios. Aportado por Eduardo J. Carletti

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Computadora cuántica superconductora logra un entrelazamiento de diez qubits

Físicos en China y Estados Unidos han construido un procesador cuántico superconductor de diez qubits que podría ampliarse para abordar problemas que las computadoras clásicas no pueden resolver.

El rendimiento del dispositivo se verificó por medio de tomografía cuántica, que demostró que el nuevo enfoque puede generar un verdadero estado de diez partes de Greenberger-Horne-Zeilinger (GHZ), el más grande hasta ahora logrado en un sistema de estado sólido.

El campo de la computación cuántica está en su infancia, y todavía no se ha construido un dispositivo práctico genuinamente útil que supere a las computadoras clásicas. En esta etapa de desarrollo, los investigadores ni siquiera están de acuerdo en los aspectos básicos de la implementación, pero las técnicas que emplean circuitos superconductores tienen una ventaja sobre otros diseños en que se basan en procesos de microfabricación establecidos y escalables.




Resistente al ruido

Escribiendo un artículo en Physical Review Letters, una colaboración multi-institución liderada por Jian-Wei Pan de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, Shanghai, reportan una arquitectura superconductora en la que la información se codifica como transmons, una forma de qubit de carga especialmente resistente ante el ruido. El equipo utilizó un resonador de bus (bus resonator) para mediar el acoplamiento qubit-qubit, y mostró que una sola interacción colectiva podría producir un estado GHZ de diez qubits a partir de qubits inicialmente no entrelazados.

Pan y sus colegas proponen que la generación eficiente de entrelazados, y la capacidad de operar en diferentes pares de qubits en paralelo, hacen que su enfoque sea una ruta prometedora para lograr una computadora cuántica a gran escala.

Sobre el Autor: Marric Stephens es reportero de physicsworld.com

Fuente: Physics World. Aportado por Eduardo J. Carletti

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