El hambre, la sed, el estrés y las drogas pueden crear un cambio en el cerebro que transforma un sentimiento de repulsión en un fuerte y positivo «deseo», indica un nuevo estudio de la Universidad de Michigan
La investigación utilizó el apetito por la sal para demostrar cuan fuertes son los mecanismos naturales de deseo del cerebro, capaces de cambiar de manera instantánea una señal previsiblemente repulsiva: una solución de sal del Mar Muerto (con alta concentración de minerales y un sabor muy fuerte), en una deseada atracción motivacional.
Mike Robinson, investigador del Departamento de Psicología de la UM y autor principal del estudio, dijo que estos hallazgos ayudan a explicar cómo las activaciones cerebrales relativas en los individuos pueden causar el deseo ávido de algo que siempre les ha disgustado.
Esta transformación instantánea de la motivación, dice él, reside en la capacidad de los sucesos que activan los circuitos neuronales particulares, una estructura cerebral conocida como núcleo accumbens, que se encuentra cerca de la base de la parte frontal del cerebro y que también se activa mediante el consumo de drogas adictivas.
En general, las señales de recompensa a menudo desencadenan una intensa motivación. Por ejemplo, el olor de la comida puede hacer que una persona de repente sienta hambre, aunque hasta ese momento no lo sintiera.
Asimismo, el indicio o las señales de la presencia de drogas pueden inducir a cualquier adicto a una recaída, por ejemplo si está intentando dejar de fumar. En algunos casos, el deseo puede desencadenarse incluso para un evento relativamente desagradable.
Los investigadores estudiaron cómo respondían un grupo de ratas a un trozo de azúcar —de sabor agradable— y también a una solución de sal del Mar Muerto, asquerosamente intensa. Las ratas aprendieron rápidamente a acercarse y a morder el azúcar, pero se apartaron pronto de la muestra salada.
Pero un día, en las ratas se despertó de pronto un nuevo estado, de apetito hacia la sal, que fue inducido por fármacos que les fueron administrados la noche anterior. En su primer rencuentro con la muestra de sal en este nuevo estado de su apetito, sus sistemas cerebrales se activaron, por lo que los animales saltaron al instante sobre la muestra salada y la mordisquearon como si fuera azúcar, publicaron los investigadores en la revista Current Biology.
La señal salina se convirtió para las ratas en algo que deseaban con avidez, a pesar de que sabían que esta muestra tenía un gusto repugnante, explica Robinson. Estos cambios repentinos en el cerebro ayudan a explicar cómo un hecho, como tomar una droga adictiva, puede convertirse en algo ‘buscado’, aunque la persona sepa de las consecuencias negativas y desagradables de la droga.
«Nuestros hallazgos evidencian lo que significa que las drogas ‘secuestren’ nuestro sistema natural de recompensa», concluye Robinson.
Referencia de publicación: Mike J.F. Robinson, Kent C. Berridge. Instant Transformation of Learned Repulsion into Motivational “Wanting”. Current Biology, 2013; DOI: 10.1016/j.cub.2013.01.016
Fuente: Science Daily. Aportado por Eduardo J. Carletti
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