Cuando el miedo te deja helado: una conexión cerebral

Encuentran en ratas un circuito neuronal responsable de la respuesta fisiológica de ‘congelación’ ante situaciones de peligro

¿Alguna vez ha sentido un miedo que le ha dejado helado? En fecha reciente, investigadores de la Universidad de Bristol han identificado en roedores una cadena de conexiones neuronales que vincula la sustancia gris periacueductal (SGPA) con la médula espinal.

Al parecer, el pyramis, una pequeña porción alojada en el vermis del cerebelo, sirve como punto de convergencia de diferentes redes cerebrales relacionadas con la supervivencia. Esta conexión genera una respuesta fisiológica específica: la sensación de frío y rigidez del cuerpo.

Clave en el cerebelo

Se sabía que la SGPA, sustancia que rodea el acueducto cerebral del mesencéfalo, puede desencadenar respuestas como la paralizacion, un elevado ritmo cardíaco, un aumento de la presión arterial, el deseo de huir o de enfrentamiento ante situaciones de peligro. El nuevo hallazgo revela la vía cerebral que conecta la sustancia gris periacueductal a una parte localizada del cerebelo.

Para el estudio, los investigadores utilizaron ratas adultas, algunas con una lesión en el pyramis, y una cámara de condicionamiento operante (caja de Skinner). Comprobaron que el pyramis se excitaba cuando las redes centrales de la supervivencia se ponían en marcha ante situaciones de amenaza. Los autores concluyen que esta pequeña parte del cerebelo puede servir como un importante punto de convergencia para las diversas redes de supervivencia en el cerebro con el fin de reaccionar ante una situación emocional difícil.

 

 

Según los resposables del estudio, el conocimiento de cómo funcionan estas vías nerviosas contribuye al desarrollo de tratamientos eficaces en trastornos como la ansiedad, ataques de pánico y fobias. «Nuestro trabajo destaca que el cerebelo es un objetivo prometedor para estrategias terapéuticas dirigidas a gestionar la desregulación de los estados emocionales propia de trastornos de pánico y fobias», apunta Bridget Lumb, una de las autoras.

Más información en The Journal of Physiology.

Fuente: Investigación y Ciencia. Aportado por Eduardo J. Carletti

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