«El Ilusionista» fue uno de los grandes proyectos que dejó sin realizar el gran cómico y cineasta francés Jacques Tati. Dieciocho años después de su muerte, el realizador Sylvain Chomet, conocido por la multipremiada cinta de animación ‘Las Trillizas de Belleville’, ha decidido poner imágenes al viejo guión de Tati.
Contando con El Ilusionista de Sylvain Chomet, no es una sorpresa que el equipo de uno de los festivales de cine más importantes del Reino Unido haya elegido como apertura una película animada, abundante en estilo y carácter, del director que antes nos había regalado Las Trillizas de Belleville.
La historia está ambientada en 1959 y sigue el periplo de un mago solitario, que parece estar perdiendo su toque mágico y su poder de atracción, ya que el público está más interesado en las bandas de rock que parecen eclipsarlo dondequiera que vaya.
Cuando llega a Escocia se hace amigo de una joven que trabaja en el pub donde está hospedado. Su amistad crece cuando la mujer decide acompañarlo a Edimburgo, y mientras ella se interioriza en los dictados de la última moda, él hace lo posible por mostrar a la gente sus habilidades como mago.
Mientras se encuentran con otros personajes alojados en un pequeño hotel, todos luchando con sus actos pasados de moda, el film nos muestra los altibajos de la amistad entre el mago y la joven escocesa, así como los ideales de ambos sobre las últimas tendencias y las artes no populares.
A pesar de tener el mismo director de Las Trillizas de Belleville, similar diseño de personajes y estilo artístico, y la misma forma de narrar a través de la acción visual, el film conserva su propia identidad, sentimiento y estado de ánimo.
El equipo de la película ha combinado el uso de efectos digitales y animación hecha a mano, y aunque algunas personas pueden sentirse inmediatamente desalentadas por esto, las dos técnicas funcionan bien juntas y los efectos digitales se usan para el fondo, cuando los personajes viajan en un vehículo o cuando vemos tomas fugaces de Edimburgo.
Sin embargo, los que nunca vieron una película de Chomet podrían sentir que su estilo narrativo es un poco insuficiente, dado que sus historias no llegan al nudo de la narración tan rápido como sucede en otras películas animadas.
El arte y el diseño de los caracteres se ajusta muy bien al año en el que transcurre la historia y los personajes son interesantes de ver. La fluidez del proceso de animación es hermosa y sorprende ver el movimiento en la patalla. Junto con los efectos de animación y los fondos pintados, no hace más que mejorar una película ya de por sí magnífica.
Las películas animadas que se estrenaron este año, incluyendo La princesa y el Sapo, de Disney, y la última de Hayao Miyazaki, Ponyo, han demostrado que la animación hecha a mano sigue fuerte. El Ilusionista es tan buena o mejor que estas dos y es un arranque fantástico para el Festival Internacional de Cine de Edimburgo.
Si le gustó la película anterior de Sylvain Chomet, no debe perderse ésta.
Fuente: Heyuguys!. Aportado por Silvia Angiola
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