A 210 años luz de distancia de la Tierra, en la constelación de Lyra, se encuentra el planeta extrasolar más pequeño encontrado hasta ahora que orbita una estrella similar a nuestro Sol. Ha sido localizado gracias al telescopio espacial Kepler de la NASA y según aseguran los astrónomos que lo han estudiado, su tamaño es un poco mayor que el de nuestra Luna
Sus características se detallan esta semana en la revista Nature, en un estudio internacional liderado por Thomas Barclay en el que participan los españoles Jorge Lillo y David Barrado, investigadores del Centro de Astrobiología (CAB CSIC-INTA) y miembros del programa AstroMadrid. Desde diciembre de 2011 colaboran en este ambicioso proyecto astronómico liderado por la NASA.
Tan pequeño es este objeto celeste que los científicos de la agencia espacial estadounidense que participan en este estudio lo definen como minúsculo y aseguran que su detección ha sido todo un reto. Su tamaño es un tercio del de la Tierra e incluso inferior al de Mercurio, el más pequeño de nuestro Sistema Solar. Hasta ahora los científicos no habían sido capaces de encontrar planetas más pequeños que los de nuestro Sistema Solar.
Un sistema con, al menos, tres planetas
Kepler-37b, como ha sido bautizado, forma parte del sistema planetario Kepler-37, que cuenta con, al menos, otros dos planetas. Kepler-37c tiene un tamaño ligeramente inferior a Venus mientras que Kepler-37d es el doble de grande que la Tierra.
Aunque su estrella parece similar a nuestro Sol, los científicos que firman este trabajo creen que el sistema planetario es bastante diferente al nuestro.
Los tres planetas orbitan su estrella a una distancia inferior a la que Mercurio se encuentra del Sol, por lo que los astrónomos creen que se trata de mundos inhóspitos en los que las temperaturas son muy altas. De hecho, estiman que la superficie de Kepler-37b podría superar los 400º C.
Los científicos sugieren que lo más probable es que se trate de un planeta rocoso sin atmósfera y sin agua, y creen que no alberga vida como la conocemos en la Tierra. «La temperatura superficial es tan alta que estaría esterilizada», afirma a ELMUNDO.es David Barrado. Por lo que respecta a la ausencia de atmósfera, afirma que tienen «evidencias indirectas pero firmes. Dada la cercanía del planeta a la estrella, la cantidad de energía que recibe es tan alta que eliminaría cualquier atmósfera», añade.
Un amplio catálogo de exoplanetas
Los planetas extrasolares o exoplanetas son aquellos que se encuentran fuera de nuestro Sistema Solar. Michel Mayor y Didier Queloz descubrieron en 1995 el primer planeta de estas características, que fue bautizado como Pegasi 51b. En pocos años los astrónomos han logrado elaborar un amplio catálogo de estos objetos gracias a los potentes telescopios espaciales, como Kepler, que fue lanzado al espacio en 2009. Su descubrimiento ha proporcionado a los científicos información muy valiosa sobre los sistemas planetarios y ha revelado que en el universo existen sistemas planetarios muy diferentes al nuestro.
El hallazgo del pequeño Kepler-37b demuestra los grandes y rápidos avances de los astrónomos en este campo, pues hasta hace no mucho sólo eran capaces de detectar exoplanetas mucho más grandes.
Por lo que respecta a la posibilidad de encontrar planetas incluso más pequeños que Kepler-37b David Barrado y Jorge Lillo afirman que «es posible que existan cuerpos más pequeños, aunque probablemente no deberían catalogarse como planetas, de manera análoga al Sistema Solar. Aquí hay cuerpos de gran tamaño como Ceres o Plutón, prácticamente esféricos, pero son denominados planetas enanos. Sus procesos de formación son distintos a los verdaderos planetas», explican.
Los científicos han calculado también la duración de la órbita de los tres planetas que conforman este nuevo sistema descubierto. 13 días en el caso de Kepler37-b (el planeta más interior de este sistema); Kepler-37c tarda 21 días mientras que la órbita de Kepler-37d alrededor de su estrella dura 40 días.
Telescopios espaciales y terrestres
El telescopio Kepler de la NASA es capaz de medir de manera simultánea el brillo de más de 150.000 estrellas y detecta los denominados ‘tránsitos’ de sus cuerpos planetarios (equivalentes a los eclipses de nuestro Sistema Solar). Cuando un candidato a planeta pasa delante de una estrella, se bloquea parte de esa luz. Gracias a esta información, los astrónomos pueden calcular de forma aproximada el tamaño de este objeto celeste en comparación con el de la estrella que orbita. Es decir, para estimar cuánto mide un planeta hace falta saber el tamaño de su estrella.
No obstante, David Barrado destaca que «sólo el uso de telescopios terrestres garantiza la explotación adecuada de los datos facilitados» por los telescopios espaciales.
«Un descubrimiento como éste muestra claramente que la inversión en un observatorio de tamaño medio (como Calar Alto, en Almería) es muy rentable y que la sociedad debe demandar a los poderes públicos que financien sin reservas instalaciones que producen resultados», defiende el investigador. Y es que, según subraya el científico, que denuncia que se enfrentan a una reducción presupuestaria que limitará su trabajo en buena medida, «ahora, cuando la financiación de la ciencia básica se ve amenazada, es el momento de establecer prioridades», sostiene.
Por su parte, Jack Lissauer, científico del Centro de Investigación Ames de la NASA, afirma en un comunicado de la agencia espacial estadounidense.»El hecho de que hayamos podido descubrir el minúsculo Kepler-37b sugiere que estos pequeños planetas son comunes, y que otras maravillas planetarias nos esperan a medida que sigamos acumulando y analizando más datos».
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti
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