Mientras los aficionados de todo el mundo estudian minuciosamente el manuscrito Voynich, uno de los escritos más misteriosos que se han encontrado —escrito por un autor desconocido en una lengua que nadie entiende— un equipo de investigación en la Universidad de Arizona ha resuelto uno de sus mayores misterios: ¿Cuándo fue hecho el libro?
Investigadores de la Universidad de Arizona han descifrado uno de los enigmas que rodean lo que se ha llamado «manuscrito más misterioso del mundo», el manuscrito Voynich, un libro lleno de dibujos y escritos que nadie ha sido capaz de dar sentido hasta ahora.
Utilizando datación por radiocarbono, un equipo dirigido por Greg Hodgins en el Departamento de Física de la UA ha encontrado que las páginas manuscritas sobre pergamino datan de principios del siglo 15, por lo que el libro es un siglo más viejo que lo que los estudiosos habían pensado anteriormente.
Este volumen hace que el «Código Da Vinci» se vea francamente mediocre: Las filas de texto garabateado sobre el visiblemente envejecido pergamino, que fluyen alrededor de elaboradas ilustraciones que representan intrincadas plantas, mapas astronómicos y figuras humanas bañándose en lo que parece ser —quizás— la fuente de la juventud.
A primera vista, el «manuscrito Voynich» parece no ser diferente a cualquier otro trabajo antiguo de escritura y dibujo.
Escritos Ininteligibles: El manuscrito Voynich y sus extrañas ilustraciones han desafiado todos los esfuerzos de comprender su significado.
Una lengua extranjera
Pero una segunda mirada, más de cerca, revela que aquí nada es lo que parece. caracteres extraños, con algunas letras semejantes al Latín, otras diferentes a todas las que se utilizan en cualquier lengua conocida, se organizan en lo que parecen ser palabras y frases, salvo que no se parecen a ninguna cosa escrita —o leída— por los seres humanos.
Hodgins, un científico investigador y profesor asistente en el departamento de Física de la UA con un nombramiento conjunto en la Escuela de Antropología de la UA, está fascinado con el manuscrito.
«¿Es un código, un cifrado de cierto tipo? Hay gente haciendo el análisis estadístico del uso de las letras y el uso de las palabras. Se han utilizado herramientas para romper el código, pero todavía no lo han logrado.»
Hodgins, científico químico, y arqueólogo por formación, trabaja para el laboratorio del Acelerador de Espectrometría de Masas de Arizona del NSF, o AMS, que es compartido entre los físicos y los geólogos. Su equipo pudo determinar concretamente en qué momento se hizo el manuscrito Voynich.
En la actualidad, el libro es propiedad de la Biblioteca Beinecke de Libros y Manuscritos Raros de la Universidad de Yale. El manuscrito fue descubierto en la Villa Mondragone, cerca de Roma, en 1912, por el antiguo librero Wilfrid Voynich, cuando revisaba una caja de libros a la venta por la Compañía de Jesús. Voynich dedicó el resto de su vida a tratar de develar el misterio del origen del libro y descifrar sus significados. Murió 18 años después, sin haber descifrado ninguno de los secretos del libro.
Pasemos ahora al 2009: En el sótano debajo del edificio de Física y Ciencias de la Atmósfera de la UA, Hodgins y un equipo de científicos, ingenieros y técnicos observan un monitor de computadora que muestra gráficos y líneas. El zumbido de las máquinas llena la sala y ofrece un telón de fondo para el silbido rítmico de las bombas de vacío.
Tubos de acero inoxidable, alternandos con cámaras de vacío de gran cuerpo, corren a lo largo de las paredes.
Este es el corazón del Laboratorio AMS en Arizona de la NSF: un espectrómetro acelerador de masas capaz de olfatear rastros de átomos de carbono-14 presentes en las muestras, dando pistas a los científicos sobre la edad de éstas.
La datación por radiocarbono: mirando hacia atrás en el tiempo
El carbono-14 es una forma rara de carbono, lo que se llama un radioisótopo, que se produce naturalmente en el ambiente terrestre. En el medio natural, sólo hay un átomo de carbono-14 por billón de isótopos de carbono no radiactivos, o «estables», sobre todo de carbono-12, pero con pequeñas cantidades de carbono-13. El carbono-14 se encuentra en la atmósfera dentro del gas de dióxido de carbono.
Las plantas generan sus tejidos mediante la adopción de dióxido de carbono de la atmósfera, y así acumulan carbono-14 durante su vida. Los animales, a su vez, acumulan carbono-14 en sus tejidos por el consumo de plantas, o al comer otros organismos que consumen plantas.
Cuando una planta o un animal muere, el nivel de carbono-14 va bajando a una tasa predecible, por lo que se puede utilizar para calcular la cantidad de tiempo que ha transcurrido desde la muerte.
Lo que es cierto para las plantas y los animales también se aplica a los productos elaborados con ellos. Debido a que las páginas de pergamino del Manuscrito Voynich fueron elaborados con piel de animales, pueden ser datados con radiocarbono.
Señalando la parte delantera del espectrómetro de masas, Hodgins explica el principio de su funcionamiento. Una pequeña muestra de carbono extraído del manuscrito se introduce en la «fuente de iones» del espectrómetro de masas.
«Esto causa que los átomos de la muestra sean ionizados», explica, «lo que significa que ahora tienen una carga eléctrica y pueden ser impulsados por los campos eléctricos y magnéticos.»
Expulsados de la fuente de iones, los iones de carbono son conformados en un haz que corre por el instrumento a una fracción de la velocidad de la luz. Enfocando el haz con lentes magnéticas y filtros, el espectrómetro de masas lo divide en varios haces, cada uno con una sola especie de isótopos de una cierta masa.
«El carbono-14 es más pesado que los otros isótopos de carbono», explica Hodgins. «De esta manera, podemos separar este isótopo y determinar cuánto está presente en la muestra. A partir de eso, calcular su edad.»
Disección de un libro de siglos de antigüedad
Para obtener la muestra a partir del manuscrito, Hodgins viajó a la Universidad de Yale, donde los conservadores habían identificado previamente las páginas que no han sido recubiertas o reparadas, y que fueran las mejores para tomar la muestra.
«Me senté con el manuscrito Voynich en un escritorio frente a mí, y seccioné delicadamente un trozo de pergamino del borde de una página con un bisturí», dijo Hodgins.
Cortó cuatro muestras en cuatro páginas, cada una de aproximadamente 1 por 6 milímetros y lasllevó al laboratorio en Tucson, donde se limpiaron a fondo.
«Debido a que se tomaron muestras de los márgenes de la página, esperábamos que hubiese una gran cantidad de grasitud de los dedos adsorbida a lo largo del tiempo», explica Hodgins. «Además, si el libro hubises sido reencuadernado en algún momento, los puntos de muestreo en estas páginas pueden en realidad no haber estado en el borde, sino en el lomo, lo que significa que pueden haber tenido adhesivos en ellas.»
«Los métodos modernos que utilizamos para datar el material son tan sensibles que los rastros de una contaminación reciente serían suficiente para arruinar las cosas.»
A continuación, la muestra se quemó, quitando del todos los compuestos no deseados y dejando tras de sí sólo su contenido de carbono, como un pequeño polvo de grafito en la parte inferior del recipiente.
«En la datación por radiocarbono, hay todo un sistema con mucha gente trabajando en ello», dijo. «Se requiere mucha habilidad para producir lograr una fecha. De principio a fin, hay expertos arqueólogos, expertos bioquímicos y en química, físicos, ingenieros y estadísticos. Uno de los disfrutes de trabajar en este lugar es que todos trabajamos juntos. hacia este objetivo común. »
El equipo de la UA fue capaz de hacer retroceder a la edad presunta del manuscrito Voynich en 100 años, un descubrimiento que eliminó algunas de las hipótesis sostenidas antes sobre sus orígenes e historia.
En otra parte, los expertos analizaron las tintas y pinturas que componen los extraños escritos e imágenes del manuscrito.
«Sería fantástico si pudiéramos datar directamente con radiocarbono las tintas, pero en realidad es muy difícil de hacer. En primer lugar, se encuentran en una superficie sólo en pequeñas cantidades», dijo Hodgins. «El contenido de carbono suele ser muy bajo. Por otra parte, sacar muestras de tinta que no tengan carbono del pergamino en el que se asientan está actualmente más allá de nuestras capacidades. Por último, algunas tintas no son a base de carbono, sino que se derivan de minerales del suelo. Son inorgánicos, por lo que no contienen nada de carbono.»
«Se encontró que los colores son consistentes con la paleta del Renacimiento. Los colores que estaban disponibles en el momento, pero en realidad no nos dicen nada en un sentido u otro, no hay nada sospechoso allí.»
Si bien Hodgins señala enseguida que cualquier cosa más allá del aspecto de la datación está fuera de su experiencia, admite que está tan fascinado con el libro como todos los demás que ha intentado develar su historia y significado.
«El texto muestra características extrañas, como el uso repetitivo de palabras o el intercambio de una letra en una secuencia», dice. «Rarezas que hacen muy difícil entender el significado.»
«Hay tipos de sistemas de cifrado que integran significado dentro de un galimatías. Por lo tanto, es posible que la mayoría de eso no significa nada. Hay un viejo método de cifrado donde se tiene una hoja de papel con orificios estratégicamente situados. Y cuando esos agujeros se colocan sobre la escritura, se leen las letras en esos agujeros.»
«Quién sabe que es lo que está escrito en este manuscrito, pero parece que se trata de una serie de temas que podrían estar relacionados con la alquimia. El secretismo se asocia a veces con la alquimia, y por consiguiente sería coherente con la tradición sue el conocimiento que figura en el libro fue codificado. Y tenemos los dibujos. Basta con mirar los dibujos:. ¿Son de botánica? ¿Son organismos marinos? ¿Son astrológicos? Nadie lo sabe».
«Creo que este manuscrito es absolutamente fascinante como ventana a una mente muy interesante. Poner esas cosas juntas fue fantástico. Es un gran enigma que nadie ha quebrado, y ¿quién no se enamora de un enigma?».
Fuente: Physorg. Aportado por Eduardo J. Carletti
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