Una sensibilidad extra a la hormona en ciertos tejidos en desarrollo podría dar a los animales partes corporales de gran tamaño
Algunos de los más llamativos extremos del reino animal, desde los cuernos de venado al descomunal cuerno del macho de algunos escarabajos rinoceronte, pueden ser mediciones naturales de insulina.
Cuando un animal crece, las prominencias de tejido que forman sus grandes armamentos o escudos pueden ser más sensibles a la insulina que otras partes del cuerpo en desarrollo, dijo Douglas Emlen de la Universidad de Montana, en el congreso científico sobre Evolución de Ottawa.
Esta propuesta «reduce potencialmente el rango de explicaciones para la evolución de los ornamentos y armas [corporales]», dijo Bob Montgomerie, de la Universidad de Queen en Kingston, Ontario, que estudia las características relacionadas con el cortejo de las aves.
La insulina orquesta el crecimiento en sintonía con la cantidad de comida que recibe un animal joven, explicó Emlen. A un animal joven bien alimentado pleno de insulina le crecerán los cuernos (u otros objetos) más espectaculares, mientras que sus rivales desnutridos tendrán menos crecimiento. Si los cuernos u otras estructuras extremas en crecimiento son hipersensibles a la insulina, su supertamaño será desproporcionado respecto al de los tejidos menos sensibles.
Ese es el caso de los cuernos de una especie de escarabajo rinoceronte, Trypoxylus dichotomus. A los machos de esta especie le crecen cuernos de cerca de dos tercios el tamaño de sus cuerpos. Utilizan estas armas para derribar a sus temibles rivales lejos de la savia que supuran los cortes en los árboles, donde van a alimentarse las hembras. Los cuernos son ocho veces más sensibles a la insulina o a factores de crecimiento similares a la insulina que algunas otras partes del cuerpo, dijo Emlen.
Esa sensibilidad se ajusta a los informes de otros investigadores sobre que las señales de insulina, o similares, afectan el desarrollo de las astas de ciervo rojo y las descomunales pinzas de los machos en un tipo de camarón y un tipo de cangrejo. Para estos animales, sin embargo, los investigadores aún no han explorado cómo se compara la sensibilidad de los tejidos de armamento con la de otras partes del cuerpo.
Las diferencias en la sensibilidad a la insulina podría proporcionar un mecanismo subyacente en algunos de los rasgos extravagantes que se desarrollan a través de la selección sexual, un peculiar impulso que favorece los armamentos para arrasar con los rivales, o estructuras llamativas para ganar la atención de las parejas.
«Si no sabes cómo funciona algo, realmente no se puede estar seguro de entender cómo podría haber evolucionado», dijo Montgomerie.
La hipótesis de la insulina también podría influir en un antiguo debate sobre qué mantiene a los señuelos de cortejo y las armas lo bastante «honestos» como para persistir, dice Emlen. Una de las propuestas es que los señuelos deben ser fisiológicamente costosos, o sino, hasta los débiles y enfermos pueden desarrollarlos y engañar en el camino al éxito sexual. Si rasgos como estos están ligados a la insulina durante el crecimiento, sin embargo, sólo un escarabajo bien alimentado puede desarrollar magníficas estructuras. Un gran cuerno debería ser una señal de robustez «no falseable», dice Emlen.
Fuente: Science News. Aportado por Eduardo J. Carletti
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