Las mismas regiones del cerebro que realizan tareas cognitivas pueden también aportar la inteligencia social, según un nuevo estudio publicado en la revista Social Cognitive and Affective Neuroscience
Esto implica que la inteligencia emocional y la inteligencia general puede estar más estrechamente vinculados de lo que se pensaba.
En un grupo de 152 veteranos de guerra de Vietnam que sufrieron daños cerebrales, las pruebas de Coeficiente de Inteligencia (IQ) y la Inteligencia Emocional, o la habilidad de percibir, comprender y manejarse con las emociones propias y de los otros, están conectadas. En los escaneos cerebrales, el estudio encontró que, al parecer, las mismas regiones del cerebro llevan adelante tanto las tareas emocionales como las cognitivas. Los hallazgos fueron publicados en la revista Social Cognitive & Affective Neuroscience (SCAN).
Con estos datos, los investigadores crearon el primer mapa de la inteligencia emocional, que implica la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los sentimientos de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los otros.
El estudio revela que la inteligencia general, la que se considera como inteligencia «universal», y la más recientemente analizada en la ciencia, la emocional, están bastante entrelazadas entre sí, tanto en el cerebro como en el comportamiento en la vida cotidiana. Las puntuaciones más altas en pruebas de inteligencia general se corresponderían con las señales de estar dotado de inteligencia emocional.
Para ubicar espacialmente esto en el cerebro, el neurocientifico estadounidense Aron K. Barbey y sus colegas usaron escáneres de tomografía computada para obtener un mapa en tres dimensiones de la corteza cerebral, que seguidamente dividieron en vóxeles (unidades de volumen). Asociando las habilidades cognitivas que se encontraba dañadas en los pacientes con determinados grupos de vóxeles, los investigadores lograron identificar qué áreas del cerebro juegan un papel clave en aspectos de la que llamamos inteligencia «general», de la inteligencia emocional, o ambas.
Los resultados, aparecidos en la revista SCAN, perteneciente al área de Prensa de la Universidad de Oxford, muestran que la corteza frontal y la corteza parietal (lóbulo parietal) son fundamentales para los dos tipos. La primera se ocupa de regular el comportamiento, la atención, la planificación, y participa en la memoria; y la corteza parietal integra la información de los sentidos y ayuda a procesar el lenguaje y a coordinar los movimientos del cuerpo.
«Históricamente la inteligencia general había sido considerada aislada de la inteligencia social y emocional; pero ahora tenemos la demostración de que la inteligencia humana también depende de cómo interactuamos con otras personas», indica Barbey, refiriéndose a que ambos tipos son interdependientes a nivel cerebral en una mente sana. «Somos seres sociales, y además de las habilidades cognitivas necesitamos aplicar habilidades a situaciones sociales para poder entender a los demás y movernos en la sociedad en la que vivimos», puntualiza el investigador.
Fuente: Scientific American y otros medios. Aportado por Eduardo J. Carletti
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