El último suspiro electrónico de la sonda Ulises ha puesto fin a una de las más largas y fructíferas misiones espaciales puestas en órbita conjuntamente por la NASA y la ESA (Agencia Espacial Europea).Tras 18 años y seis meses en órbita, Ulises ha quedado a la deriva y sus comunicaciones con la Tierra han sido cortadas para siempre
«Ulises nos ha enseñado mucho más de lo que jamás habríamos esperado sobre el Sol y sus interacciones con el espacio que rodea a esta estrella», señalaba Richard Marsden, de la ESA, el director científico de la misión.
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Y es que, en su largo viaje, este navegante de 370 kilos, no sólo ha sido capaz de examinar desde el espacio los polos solares en las cuatro dimensiones del espacio y el tiempo, sino que también recogió pruebas de que el campo magnético del Sol afecta a todo el Sistema Solar de forma más compleja de lo que se pensaba: comprobó que las partículas que expele de las latitudes bajas suben a las altas y viceversa, e incluso, inesperadamente, que algunas están en el camino de los planetas, un fenómeno importante porque desde entonces se tienen en cuenta en todas las misiones espaciales; sobre todo en las que hay astronautas por medio.
Ahorro de costos
Hacía ya un año que ambas agencias espaciales barajaban la posibilidad de dar por finalizada la misión de Ulises. Entonces se debilitó su fuente de alimentación de energía, lo que hizo pensar que las bajas temperaturas iban a congelar el combustible, lo que impediría controlarla desde la Tierra. Sin embargo, no fue así: los reguladores de la sonda lograron mantener ese combustible caliente al prender un pequeño quemador cada dos horas y siguió en activo.
Un problema añadido ha sido que la sonda se ha movido de su órbita, que es elíptica: desde cerca de los polos solares hasta Júpiter. Al cambiar de lugar, la velocidad de transmisión de datos a las 70 estaciones terrestres que recogen sus señales se ha ralentizado, mientras que llegan con más claridad las de otras sondas.
Además, hacía tiempo que ya no sorprendían sus hallazgos y en tiempos de crisis hay que ahorrar costes. «Aunque sea duro tomar esta decisión, tenemos que aceptar que el satélite está funcionando sin todos sus recursos y apagar el interruptor de forma controlada es su mejor final», reconoce Pablo Ferri, Responsable de la División de Operaciones Solares.
Todos destacaban ayer que la longevidad de la sonda ha superado todas las expectativas debido al buen hacer de sus constructores, alemanes. «Siempre que miremos hacia arriba, incluso generaciones futuras, Ulises estará ahí, silenciosamente, moviéndose en órbita alrededor de nuestra estrella», concluía Marsden.
La idea de enviar una sonda al Sol surgio en 1959. El primer lanzamiento fue programado para 1986, pero se aplazó tras el accidente del transbordador Challenger, en enero de ese año. Finalmente se puso en órbita en 1990.
Fuente: El Mundo. Aportado por Gustavo A. Courault
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