Si usted se ha visto confundido por la sonrisa de la Mona Lisa —la ve radiante por un momento, y seria en el siguiente— sus preocupaciones han terminado. Eso ocurre porque nuestros ojos están enviando señales mezcladas al cerebro con respecto a su sonrisa
Diferentes células de la retina transmiten las distintas categorías de información, o «canales», hacia el cerebro. Estos canales codifican datos sobre el tamaño de un objeto, su claridad, brillo y ubicación en el campo visual.
«A veces una canal le gana al otro y se ve la sonrisa, a veces se hace cargo el otro, no se ve la sonrisa», dice Luis Martínez Otero, un neurocientífico del Instituto de Neurociencias de Alicante, España, que llevó adelnate el estudio junto con Diego Alonso Pablos.
Esta no es la primera vez que los científicos han deconstruido la obra maestra de Leonardo da Vinci. En el 2000, Margaret Livingstone, una neurocientífica de la Escuela Médica de Harvard, con un interés secundario en la historia del arte, demostró que la sonrisa de Mona Lisa es más evidente en la visión periférica que en el punto central de la visión, o fóvea. Y en 2005, un equipo estadounidense sugirió que el ruido aleatorio del camino de la retina a la corteza visual determina si vemos una sonrisa o no.
Vías visuales
Para obtener una imagen más completa de las razones de la evanescente la sonrisa de la Mona Lisa, Martínez Otero y Alonso Pablos cambiaron diferentes aspectos de la Mona Lisa que son procesados por diferentes canales visuales, y luego le preguntaron si los voluntarios se veían una sonrisa o no.
Para empezar, la pareja pidió que los voluntarios miraran la pintura a diferentes tamaños, desde diferentes distancias. Al estar de pie lejos o cuando veían una pequeña reproducción del retrato, los voluntarios tenían problemas para determinar cualquier expresión facial.
Cuando se acercaron, o vieron una copia más grande de la pintura, comenzaron a ver la sonrisa; y cuanto mayor era la imagen más probable era que fueran a verla. Esto sugiere que las células de la retina que procesan la visión central transmiten información acerca de la sonrisa tal como las células que contribuyen a la visión periférica.
A continuación, el equipo de Martínez Otero, comparó cómo afecta la luz nuestro juicio sobre la sonrisa de la Mona Lisa. Dos tipos de células determinan el brillo de un objeto en relación con su entorno: las células «en centro», que sólo son estimulados cuando se iluminan sus centros, y nos permiten ver una estrella brillante en una noche oscura, y las células «fuera de centro «, que sólo se activan cuando sus centros están oscuros, y que nos permiten seleccionar las palabras en una página impresa.
Luz y oscuridad
Martínez Otero trabó estos canales, mostrando a otro grupo de voluntarios ya sea una pantalla en negro o en blanco durante 30 segundos, y a continuación un vsitazo de la Mona Lisa. Los voluntarios fueron más propensos a ver la sonrisa de la Mona Lisa después de que se les había mostrado la pantalla blanca. Esto habría cancelado las células fuera del centro, por lo cual Otero Martínez llegó a la conclusión de que son las células en centro las que detectan la sonrisa de la Mona Lisa.
La dirección de la mirada también afecta cómo los voluntarios ven la sonrisa, dice Otero Martínez. El equipo utilizó un software para seguir a qué parte del cuadro miraban los 20 voluntarios mientras votaban si la sonrisa de Mona Lisa se hacía más o menos aparente.
A un minuto de mirar la pintura, los voluntarios tienden a centrarse en el lado izquierdo de la boca para juzgar si ella está sonriendo, una prueba más de que la visión central es la que detecta la sonrisa. Esto no puede ser definitivo, sin embargo, porque cuando los voluntarios tenían sólo una fracción de segundo para discernir su sonrisa, sus ojos tendían a centrarse en la mejilla izquierda, dando a entender que la visión periférica tambiéndesempeña un papel.
¿Entonces, Leonardo intentó sembrar la confusión en los cerebros de los espectadores, por no hablar de los científicos? Por supuesto, sostiene Otero Martínez. «Escribió en uno de sus cuadernos que estaba tratando de pintar expresiones dinámicas porque eso es lo que veía en la calle».
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti