No sea demasiado duro con ellas. Las amebas que se deslizan furtivamente hacia nuestros cerebros y se alimentan de nuestra materia gris no son bienvenidas, pero lo realmente letal es cómo nuestro sistema inmunológico reacciona a eso. Aclarar esta historia podría ayudarnos a lidiar mejor con ellas
Las amebas comecerebro (Naegleria fowleri) se encuentran en las piscinas de agua dulce caliente de todo el mundo, y se alimentan de bacterias. Si alguien nada en una de estas piscinas y se le mete agua en la nariz, las amebas se dirigen al cerebro en busca de comida. Una vez allí, comienzan a destruir el tejido al ingerir las células y la liberar proteínas que hacen que otras células se desintegren.
El sistema inmunitario lanza un contraataque inundando el cerebro con células inmunológicas, que causan inflamación e hinchazón. Rara vez funciona: de las 132 personas que se sabe han sido infectadas en los EE.UU. desde 1962, sólo tres sobrevivieron.
Las infecciones por amebas comecerebro son más comunes en otros lugares. «En Pakistán, tenemos algo así como 20 muertes al año», dice Abdul Mannan Baig en la Universidad Aga Khan en Karachi.
No existe un tratamiento estándar. Los médicos en los EE.UU. han comenzado a probar de tratar de matar a las amebas con miltefosina, un fármaco conocido para enfrentar el parásito de la leishmaniasis. Mannan piensa que deberían adoptar un método diferente, ya que la respuesta inmunitaria puede ser más perjudicial que la propia ameba.
Sobrecarga inmunitaria
El problema es que las enzimas liberadas por las células del sistema inmunitario también pueden llegar a destruir el tejido cerebral. Y, con el tiempo, la hinchazón provocada por el sistema inmunitario aplasta el tronco cerebral, cerrando fatalmente la comunicación entre el cuerpo y el cerebro.
Para comprobar su teoría, Mannan y sus colegas compararon cómo les fue a las células cerebrales en un recipiente de cultivo en la lucha contra la ameba con o sin la ayuda de las células de sistema inmunitario. Encontraron que cuando la respuesta inmunológica estaba ausente, las células del cerebro sobrevivían aproximadamente 8 horas más.
A la luz de esto, Mannan propone que las personas infectadas por la ameba primero sean tratadas con medicamentos que amortiguen el sistema inmunológico, antes de aplicar medicamentos que atacan el parásito.
Jennifer Cope, del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades en Atlanta, Georgia, piensa que la idea es buena. «Vale la pena probar, pero es muy difícil hacerlo debido a que la infección es tan rara», dice ella.
Un clima más cálido podría cambiar eso, sin embargo. Aunque las tasas de infección no han aumentado significativamente desde la ameba fue descrita por primera vez hace 60 años, están empezando a surgir casos en lugares inesperados, como el norte del estado de Minnesota. «En los EE.UU. hemos tenido nuestro primer caso vinculado al agua potable», dice Cope. «Tenemos que realizar un seguimiento de estos casos y mantener el ojo sobre ellos.»
Mientras tanto, Mannan dice que la ameba comecerebros merece un cambio de nombre. Sugiere «ameba atacacerebro por la nariz» o «ameba olfatoencefálica». «No brota de la lengua con tanta facilidad», dijo Cope.
Referencia de publicación: Acta Tropica, doi.org/4g4
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti
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