Internet, que es uno de los mayores avances de las últimas décadas, no parecía estar en nuestro futuro más inmediato, y sin embargo, ha democratizado mucho el acceso a la información y los servicios
El otro día me acordé de las famosas zapatillas de deporte que lucía Michael J. Fox en Regreso al Futuro II, de 1989, y de la gran acogida que tuvieron por parte del público en su momento. Miles de fans pedían a la casa Nike que las pusiese a la venta, tarde o temprano, e incluso había quienes lo que deseaban realmente es que la famosa franquicia retuviese el lanzamiento de las mismas hasta el año 2015, que es el tiempo en que se desarrolla la película. Finalmente, en 2012 se lanzaron 1.500 pares de una réplica del par de zapatillas, bajo subasta, con unas cifras impresionantes, sólo accesibles para coleccionistas muy, muy interesados, ya que el primer par fue adquirido por la friolera de 27.000 euros. No esperaron a 2015, pero quedan menos de dos años y el futuro que proponía Robert Zemeckis no parece estar cumpliéndose. Y es que la ciencia ficción a veces es un preludio de lo que seremos, e incluso fuente de inspiración para diseñadores y científicos, y otras veces, podríamos llegar a plantearnos qué fue antes, si el huevo o la gallina, es decir, si los guionistas y escritores de novelas y cómics de ciencia ficción han tenido acceso a prototipos o estudios que demostrasen la viabilidad, con un poco más de investigación, de ciertos conceptos, y es en ellos en los que basan sus historias.
Resulta curioso, por ejemplo, cómo se ha apostado tanto en el cine y la literatura futurista por las telecomunicaciones «cara a cara», es decir, no por los teléfonos móviles con internet, que es lo que hoy día todos tenemos o deseamos tener, sino por grandes pantallas en nuestra casa con las que realizar videoconferencia. Desde hace casi una década nuestros dispositivos móviles ofrecen esa tecnología, y sin embargo, rara vez la utilizamos, incluso desde nuestros ordenadores no solemos emplear por sistema las videoconferencias. De hecho, y volviendo a incidir en el mismo ejemplo de la archiconocida saga de Regreso al Futuro, cuando vemos al padrastro de Marty McFly, Biff Tannen, en su lujoso edificio, aparece jugando al poker, exactamente igual que en la tercera película que se desarrolla en el pasado, en el Lejano Oeste. A nadie se le ocurrió que se pudiesen celebrar partidas de poker online. Internet, que es uno de los mayores avances de las últimas décadas, no parecía estar en nuestro futuro más inmediato, y sin embargo, ha democratizado mucho el acceso a la información y los servicios.
Pasa algo parecido con los medios de transporte, que en la mayor parte de los casos abandonan el suelo para salir volando, pero salvo la fantástica idea de Doc de alimentarlos a base de basura, rara vez se hace mención al salto de la energía fundamentada en combustibles fósiles a la energía eléctrica, que es lo que parece ser, si realmente se acaba apostando por ello, lo que moverá nuestros vehículos en un futuro. Nuestro presente no es ni con mucho el futuro que imaginábamos en los ochenta, y posiblemente, el presente de 2040 nada tenga que ver con lo que ahora reflejamos en nuestras películas futuristas. Seguro que es ese distanciamiento de la realidad lo que hace que nos gusten tanto.
Fuente: Axxón. Aportado por Eduardo J. Carletti
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