Los robots enviados a Marte podrían haber destruido pruebas de vida

Esta imagen fue tomada por el Stereo
de superficie del aterrizador en Marte
de la NASA, Phoenix, el 5 de junio
de 2008, once días después de aterrizar.
Muestra el brazo pala robótico, con una
muestra de suelo sobre la puerta
parcialmente abierta del horno del
aterrizador.

En 1976, la esperanza de muchas personas de encontrar vida sobre Marte se derrumbó cuando los aterrizadores gemelos Viking no pudieron detectar ni siquiera cantidades diminutas de compuestos orgánicos, las moléculas complejas que contienen carbono y que son fundamentales para la vida como la conocemos.

«Contribuyó el hecho, en mi opinión, de que no habría nuevas misiones de aterrizaje en Marte durante 20 años», dice Jeff Moore del Centro de Investigación Ames de la NASA en Moffett Field, California.

El resultado también presentó un enigma. Aún si Marte nunca había tenido vida, los cometas y asteroides que habían golpeado el planeta deberían haber esparcido por lo menos algunas moléculas orgánicas _aunque no producidas por vida_ sobre su superficie.

Marcas dejadas por la pala del aterrizador Phoenix, después sacar las muestras de suelo.

Algunos han sugerido que las sustancias orgánicas fueran barridas de la superficie de forma natural por químicos muy reactivos, como el peróxido de hidrógeno. Entonces el año pasado, el aterrizador Phoenix de la NASA, que tampoco logró detectar sustancias orgánicas sobre Marte, tropezó con algo en el suelo marciano que podía, efectivamente, haber escondido sustancias orgánicas: una clase de químicos llamados percloratos.

A baja temperatura, los percloratos son relativamente inofensivos, pero cuando se calientan a centenares de grados Celsius liberan mucho oxígeno, que tiende a provocar la combustión en cualquier material combustible cercano. Por esa misma razón, los percloratos son usados en la propulsión de cohetes.

Los aterrizadores Phoenix y Viking buscaban moléculas orgánicas calentando las muestras de suelo a altas temperaturas para evaporarlas y analizarlas en forma de gas. Cuando Douglas Ming del Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston, Texas, y sus colegas, trataron de calentar sustancias orgánicas y percloratos como esos sobre la Tierra, la combustión resultante no dejó rastro de las sustancias orgánicas.

El equipo de Ming presentó sus resultados en la reciente Conferencia de Ciencia Lunar y Planetaria en Houston.

Se sospecha que también interfirieron en la detección de sustancias orgánicas los óxidos de hierro, pero es probable que los percloratos sean mucho más eficaces, dice Chris McKay de Ames. Incluso si las sustancias orgánicas constituían un porcentaje muy reducido del suelo, tanto Viking como Phoenix podrían no haberlas detectado, añade, de modo que es demasiado pronto para concluir que estos materiales no están ahí. «No hemos mirado de la manera correcta», dice.

Jeffrey Bada de la University of California, San Diego, está de acuerdo en que se necesita un nuevo enfoque. Está llevando adelante un trabajo sobre un nuevo instrumento llamado Urey para el explorador ExoMars de la Agencia Espacial Europea, con lanzamiento programado para 2016, que podrá detectar material orgánico en concentraciones tan baja como algunas partes por billón.

La buena noticia es que, aunque Urey calienta sus muestras, lo hace en el agua, de modo que las sustancias orgánicas no pueden quemarse.

El misterio de la sal faltante

Los químicos orgánicos no son la única sustancia que podríamos no haber detectado en el Planeta Rojo. Deberíamos haber visto sales de carbonato sobre la superficie. La intemperie degrada el basalto, la roca dominante en la corteza del planeta, en una arcilla más iones positivos. Estos iones deberían reaccionar con el dióxido de carbono de la atmósfera marciana para formar sales de carbonato, explica Ralph Milliken del Jet Propulsion Laboratory de la NASA en Pasadena, California.

Concepto artístico del aterrizador Phoenix sobre Marte.

Los orbitadores han descubierto arcilla sobre Marte pero pocos carbonatos u otras sales. No deberíamos suponer que no están ahí, sin embargo, dice Milliken.

Milliken y sus colegas han calculado que el basalto marciano erosionado debería producir cantidades iguales de arcilla y sal. Por lo tanto, en las tierras altas del sur del planeta, donde han sido identificados miles de depósitos de arcilla, por lo menos debería haber la misma cantidad de sal (Geophysical Research Letters, Doi: 10.1029 / 2009gl038558). «La química ha mostrado que uno no puede sacar conclusiones sólo de las observaciones, porque todavía no tiene partes del rompecabezas», dice Milliken.

Algunos argumentan que la falta de depósitos conocidos de carbonatos apunta a una composición atmosférica diferente en el pasado, pero Milliken dice que deberíamos estudiar las rocas directamente antes de llegar a cualquier conclusión.

Fuente: New Scientist. Aportado por Graciela Lorenzo Tillard

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