Investigadores del Instituto Cooperativo para la Investigación en Ciencias Ambientales (Cooperative Institute for Research in Environmental Sciences, o CIRES), respaldan la teoría de que un incendio generalizado por todo el planeta provocpo la extinción masiva del Cretácico/Paleógeno
Hace 66 millones de años, un gigantesco asteroide del tamaño de una montaña chocó contra la Tierra en lo que ahora es el estado de Yucatán, en México. El impacto dejó un cráter submarino de casi 180 km de diámetro. Exactamente en el mismo momento se produjo lo que se conoce como la extinción en masa del final del Cretácico, en la que desaparecieron los dinosaurios.
Las pruebas del choque de esta roca espacial —que se calcula tenía unos 10 km de diámetro— se encuentran reflejadas en las capas terrestres correspondientes a esa época, pero los detalles del evento, incluyendo lo que precisamente pudo causar la extinción global, todavía son objeto de debate.
¿Hubo otras causas además del impacto del visitante espacial?
Algunos científicos tienen la hipótesis de que, dado que el material expulsado por el impacto se habría calentado drásticamente cuando volvió a entrar en la atmósfera de la Tierra, la radiación de infrarrojos resultante que llegó desde la atmósfera superior habría encendido incendios en todo el mundo y aniquilado a todo ser viviente, excepto a los animales y plantas que estaban resguardados bajo tierra o bajo el agua. La roca vaporizada por el impacto y lanzada a la atmósfera se habría condensado en esferas del tamaño de un grano de arena al elevarse dentro de la atmósfera.
A medida que este material eyectado volvió a entrar en la atmósfera terrestre, liberó suficiente calor en la atmósfera superior como disparar pulso de calor de infrarrojos, tan caliente que causó que el cielo se pusiera al rojo vivo durante varias horas, a pesar de que parte de la radiación fue bloqueada desde la Tierra por el material que estaba cayeendo, explicaron los científicos.
Otros científicos han cuestionado la hipótesis del fuego global sobre la base de varias líneas de evidencias, incluyendo la ausencia de carbón —que sería un signo de extensos incendios— en los sedimentos del límite Cretácico-Paleógeno (K-Pg). También han sugerido que el hollín observado en la capa de escombros en realidad fue originado en el mismo lugar del impacto, no por los incendios generalizados causados por volver éstos a caer del cielo.
Exceso de carbón
Sin embargo, Douglas S. Robertson y su equipo, de la Universidad de Colorado Boulder, creen que la aparente falta de carbón en la capa límite K-Pg es resultado de cambios en el ritmo de sedimentación: se corrigen cuando los datos de carbón en base a los cambios conocidos en las tasas de sedimentación, se encuentra un exceso de carbón, y no un faltante.
También demuestran que la masa de hollín que podría haber sido liberada desde el sitio de impacto en sí es demasiado pequeña como para formar todo el hollín que se observa en la capa K-Pg.
Además, argumentan que, dado que los modelos físicos muestran que la energía radiante que llega al suelo desde el material expulsado que vuelve ingresar sería suficiente para encender los fuegos, eso provocaría incendios generalizados.
Los autores también examinan otras pruebas a favor y en contra de la hipótesis de la tormenta de fuego y la conclusión es que todos los datos pueden se ajustan a la explicación de los incendios generalizados.
Había suficiente radiación infrarroja de la atmósfera superior que alcanza la superficie de la Tierra para crear las condiciones abrasadoras que encendieron el material inflamable, incluyendo las hojas muertas y las agujas de pino. Si una persona hubiese estado en la Tierra en ese entonces, habría sido como estar en un horno de asar durante dos o tres horas, dijo Robertson.
La cantidad de energía generada por la radiación infrarroja el día de la colisión de un asteroide a la Tierra es alucinante, dijo Robertson. «Es probable que la cantidad total de calor infrarrojo fuera igual a bombas de 1 megatón explotando cada cuatro kilómetros sobre la Tierra entera.»
Una bomba de hidrógeno de 1 megatón tiene aproximadamente el mismo poder explosivo que 80 bombas nucleares del tipo que estalló sobre Hiroshima tipo, dijo. Se estima que la colisión de un asteroide a la Tierra han generado unos 100 millones de megatones de energía, dijo Robertson.
Robertson y sus colegas calcularon que la cantidad de hollín creada durante el evento del gran impacto es demasiado alta y se corresponde con la cantidad que se espera hubiese quedado de los incendios globales.
Fuente: Science Daily. Aportado por Eduardo J. Carletti
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