Las plantas también pueden tomar decisiones complejas. Al menos ésta es la conclusión a la que se ha llegado en un estudio sobre la planta de la especie Berberis vulgaris, la cual puede abortar sus propias semillas si son infectadas por parásitos. Aunque quizás sea exagerado de «inteligencia» vegetal, los resultados de esta llamativa investigación sí son la primera prueba ecológica de comportamiento complejo en plantas. Indican que esta especie tiene una memoria estructural y que puede diferenciar entre condiciones internas y externas, así como anticipar futuros riesgos
El Berberis vulgaris es un arbusto extendido por toda Europa. Se relaciona con la especie Mahonia aquifolium, nativa de Norteamérica y que ha estado extendiéndose a través de Europa durante los últimos tiempos.
Los autores del nuevo estudio, del Centro Helmholtz para la Investigación Medioambiental (UFZ, por sus siglas en alemán) y la Universidad de Gotinga, ambas instituciones en Alemania, compararon las dos especies citadas y encontraron una diferencia marcada en cuanto a infestación parasitaria: una especie altamente especializada de mosca de la especie Rhagoletis meigenii, cuyas larvas se alimentan de las semillas de la planta de la especie Berberis vulgaris, resultó tener una densidad de población diez veces superior en la nueva planta anfitriona, la Mahonia aquifolium.
Esto llevó al equipo de Harald Auge, biólogo del UFZ, a examinar las semillas de la Berberis vulgaris más de cerca. Se recogieron aproximadamente unas 2.000 bayas de la planta, procedentes de distintas regiones de Alemania, que fueron examinadas en busca de signos de perforación, y después abiertas para observar cualquier infestación por larvas de la Rhagoletis meigenii que pudieran tener. Este parásito perfora las bayas para poder depositar sus huevos en el interior. Si la larva consigue desarrollarse, se nutrirá a menudo de todas las semillas en la baya. Una característica especial de la Berberis vulgaris es que cada baya tiene habitualmente dos semillas y que la planta es capaz de parar el desarrollo de éstas para poder preservar sus recursos. Este mecanismo se usa también para defenderla de la mosca Rhagoletis meigenii. Si una semilla se ve infestada con el parásito, más adelante la larva en desarrollo se alimentará de ambas semillas. Si en cambio la planta aborta la semilla infectada, entonces el parásito en esta última morirá también y la segunda semilla queda a salvo.
Al analizar las semillas, los científicos hicieron un sorprendente descubrimiento: Las semillas de los frutos infestados no siempre son abortados, sino que ello depende de la cantidad de semillas que haya en las bayas. Si el fruto infestado contiene dos semillas, entonces, en el 75 por ciento de los casos, las plantas abortan las semillas infestadas, con el fin de salvar a la segunda semilla. Sin embargo, si la baya infestada sólo contiene una semilla, entonces la planta sólo abortará la semilla infestada en un 5 por ciento de los casos.
El equipo de investigación introdujo en un modelo informático los datos obtenidos durante el trabajo de campo, y los resultados fueron claros. Mediante los cálculos del modelo, los autores del estudio han demostrado que esas plantas sometidas al estrés físico de la infestación de parásitos reaccionaban de manera muy diferente a como lo hacían las que no sufrían estrés físico.
Si la planta aborta una semilla en un fruto en el que no hay ninguna más, todo el fruto habrá resultado inútil. En vez de tomar sin más esa decisión, parece que la planta «especula» con que la larva podría morir de forma natural, lo cual es una posibilidad. Pocas probabilidades de éxito son mejores que ninguna. «Este comportamiento anticipatorio, en el que las pérdidas predichas y las condiciones externas se sopesan, nos sorprendió mucho», confiesa Hans-Hermann Thulke del UFZ. De los resultados de este estudio se podría plantear, en palabras de Thulke, que la inteligencia vegetal es una noción ecológicamente plausible.
Pero, ¿cómo sabe la Berberis vulgaris lo que puede ocurrir cuando una mosca ha pinchado una de sus bayas? Aún no está claro cómo la planta procesa la información y cómo este comportamiento complejo pudo desarrollarse a lo largo del curso de la evolución. La Mahonia aquifolium, muy relacionada con la Berberis vulgaris, ha estado viviendo en Europa durante unos 200 años con el riesgo de ser infestada por la citada mosca de la fruta, y no ha desarrollado aún ninguna estrategia de defensa comparable. Esta nueva información arroja algo de luz en las subestimadas habilidades de las plantas, aunque abre al mismo tiempo muchos otros interrogantes.
En la investigación también han trabajado Katrin M. Meyer y Leo L. Soldaat.
Fuente: UFZ, Daily Galaxy y NCYT Amazings. Aportado por Eduardo J. Carletti
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