Mientras un satélite meteorológico japonés se dirige a Venus, una nueva teoría aborda uno de los misterios pendientes del planeta
Akatsuki, el primer satélite de meteorología extraterrestre, comenzó su viaje a Venus esta mañana después de un exitoso lanzamiento desde el Centro Espacial de Tanegashima en Japón.
Esta nave espacial podría ayudar a resolver uno de los grandes misterios del Sistema Solar: ¿por qué los vientos de Venus soplan más rápido que la velocidad a la que rota el propio planeta?
Venus gira sobre sí una vez cada 243 días, pero las nubes en la atmósfera de Venus dan toda la vuelta al planeta en apenas un 4 días, a la friolera de 200 metros por segundo. Este fenómeno se conoce como súper rotación.
Los astrofísicos han especulado que lo que impulsa estos vientos es la diferencia de temperatura entre el lado diurno y nocturno de Venus a 300º K y 100º K, respectivamente. But there’s a problem with this calculation Pero hay un problema con este cálculo
El enigma es que la atmósfera de Venus tiene cierta viscosidad y por eso, por sí sola, debería disipar la energía a razón de 109 W y frenarlo. Otra cosa debe inyectar energía al sistema a este ritmo. ¿Cómo sucede esto?
Hoy, Héctor Javier Durand Manterola-y sus socios en la Universidad Nacional Autónoma de México dicen que han resuelto el enigma. Señalan que, además de los vientos atmosféricos normales, hay otro flujo mucho más rápido más alto, por encima del planeta. Éstos son los vientos iónicos en la ionosfera, ubicados entre 150 y 800 km sobre la superficie, y fueron descubiertos por la Pioneer Venus Orbiter, en los años 80.
Conocidos como flujo transterminator, estos vientos viajan a velocidades supersónicas, de varios kilómetros por segundo, impulsados probablemente por la interacción del planeta con el viento solar.
La cuestión a la que Durand-Manterola y sus compañeros apuntan es a lo que ocurre cuando los vientos supersónicos en la ionosfera interactuan con los vientos más lentos en la atmósfera. Su respuesta es que la interacción genera turbulencias en la atmósfera y que la disipación de esta turbulencia crea ondas de sonido que inyectan una cantidad significativa de energía en la atmósfera.
¿Cuánto? Durand-Manterola y sus amigos calculan que el proceso inyecta energía a razón de 1010 W, más que suficiente para dar cuenta de las pérdidas debido a la viscosidad. De hecho, la predicción que hacen es que las ondas sonoras creadas por el proceso de inyección de energía tienen una intensidad de 84 dB. Este es un importante rugido, que deben ser medible en el futuro.
Para apoyar la idea, el equipo ha realizado un sencillo experimento con agua para mostrar cómo se produce la transferencia de energía, aunque en condiciones bastante diferentes.
Es una idea interesante, pero que se necesitan más observaciones del propio Venus antes de que se pueda reclamar como una anotación. El hecho de que este proceso pueda sustituir la energía disipada no significa que de hecho lo hace.
Si llega a ser el caso, la sonda Akatsuki podría ayudar. Arribará a Venus en diciembre y debe comenzar a enviar datos poco después. Durand-Manterola y otros estarán observando.
Referencia de publicación: arxiv.org/abs/1005.3488 : Superrotation on Venus: Driven By Waves Generated By Dissipation of the Transterminator Flow
Fuente: Technology Review. Aportado por Eduardo J. Carletti
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