Un gran detector de partículas que se montará en la Estación Espacial Internacional el año que viene podría encontrar evidencias de ese anti-universo que se evoca a menudo en la ciencia ficción
Al hablar sobre del Espectrómetro Magnético Alfa (AMS), una máquina de 8,5 toneladas de peso que se estaba cargando en el enorme avión de las Fuerzas Aéreas de EEUU en el aeropuerto de Ginebra, se dijo que este programa de investigación de 20 años aportará un gran paso adelante en la comprensión del cosmos.
«Si realmente existe un anti-universo, quizá más allá del borde del nuestro, este detector espacial será capaz de darnos señales de su existencia», dijo el científico Samuel Ting, laureado con el premio Nobel. «El cosmos es el laboratorio definitivo.»
Ting, un profesor de 73 años de edad del Instituto de Tecnología de Massachusetts, es el investigador principal del proyecto, que involucra a unos 500 científicos y técnicos de todo el mundo.
Los cosmólogos dicen que la materia y la antimateria —que se aniquilan entre sí al entrar en contacto, liberando energía— debió haberse creado en cantidades iguales hace 13.700 millones de años, en el Big Bang. Sin embargo, el universo que emergó está compuesto mayormente de materia.
Los científicos esperan que el AMS encuentre pistas sobre qué ocurrió con la antimateria, y si hay otros lugares que estén hechos casi totalmente de antimateria existiendo más allá del borde del universo que conocemos, una imagen espejo de éste con todo su contenido, incluyendo la vida.
Materia oscura
El propósito principal del detector, que tiene un superpotente magneto en su núcleo, es la caza de otra cosa: la misteriosa materia oscura, o invisible, que junto con la energía oscura constituyen cerca del 95 por ciento del universo conocido.
Los científicos también esperan que aporte un mayor conocimiento de los rayos cósmicos con carga energética, un reino inexplorado por los investigadores, cuyo estudio sólo se puede llevar a cabo en el espacio.
Pero también puede responder preguntas aún no formuladas.
«Podrían surgir muchas sorpresas», dice Roberto Battiston, un físico italiano en el equipo. «Nunca habíamos sido tan conscientes de nuestra ignorancia: sabemos que no sabemos nada de lo que constituye el resto que queda fuera del 5 por ciento [conocido] de nuestro universo».
John Ellis, físico teórico británico, a quien Ting describe como el padrino intelectual del proyecto, dice que su objetivo siempre ha sido pensar en cosas que los experimentadores puedan buscar, y espera que encuentren algo.
La aeronave Super Galaxy de EEUU está transportando el AMS al Centro Espacial Kennedy de Florida, para pruebas complementarias.
En febrero será cargado en un transbordador espacial y llevado a la estación espacial en un vuelo especial aprobado por el Congreso de los EE.UU., después de una intensa presión de Ting y sus colegas.
El AMS fue desarrollado por un equipo internacional que trabaja en el CERN, la Organización Europea de Investigación Nuclear cerca de Ginebra, cuyo Gran Colisionador de Hadrones (LHC), un acelerador de partículas, también apunta a resolver los misterios del cosmos.
El costo del proyecto AMS se estima actualmente en unos 2.000 millones de dólares, cubiertos por 16 países, la mayoría de Europa, además de Estados Unidos y China.
Fuente: Reuters. Aportado por Eduardo J. Carletti
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