Los resultados previos de un proyecto de excelencia desarrollado por investigadores del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) apuntan ahora a un posible aumento en la cantidad de planetas enanos en el Cinturón de Kuiper. El incremento se podría deber a la propia definición de planeta enano según la Unión Astronómica Internacional: cuerpos con diámetro suficientemente grande que les permite mantener un equilibro hidrostático
Los expertos del IAA-CSIC estudian algunas de las propiedades físicas de los denominados objetos transneptunianos, los centauros, los cometas de la familia de Júpiter, los asteroides cercanos a la Tierra (NEOs), los meteoroides.
El trabajo, dirigido por José Luis Ortiz Moreno y dotado con cerca de 300.000 euros por la Junta de Andalucía, persigue aumentar el conocimiento en aspectos como su formación y su evolución. «Es de importancia cosmogónica porque nos proporcionará información esencial para comprender el origen y evolución inicial de nuestro Sistema Solar, así como el de otros sistemas planetarios».
Tres puntos de la geografía andaluza toman parte de este proyecto: Calar Alto (Almería), Sierra Nevada y La Sagra, en Granada, respectivamente. «Los estudios que pretendemos realizar estarán parcialmente dirigidos a los estados rotacionales y a los efectos de las colisiones, así como a su dinámica orbital, aspectos que están íntimamente relacionados con estudio de los objetos transneptunianos (TNO), también denominados por algunos especialistas objetos del Cinturón de Kuiper», apunta.
Para Ortiz, los TNO son uno de los temas de mayor pujanza en las investigaciones del Sistema Solar. El descubrimiento de estos cuerpos ha causado una auténtica revolución. En apenas 15 años (desde el hallazgo del objeto 1992QB1 por Jewitt y Luu, el Cinturón de Kuiper ha pasado de considerarse un postulado teórico a ser la región más poblada del Sistema Solar.
Actualmente, se estima que en la región entre 30 y 50 unidades astronómicas del Sol residen, aproximadamente 100.000 con diámetros próximos a los 100 kilómetros. «Este diámetro nominal de 100 kilómetros probablemente necesite revisión a la baja, habida cuenta de los últimos hallazgos sobre el albedo medio de estos objetos. Nunca antes se había descubierto un cinturón cuya población es tan grande y había pasado completamente inadvertida», subraya el investigador.
El interés de los NEO
Uno de los objetos más interesantes a estudio son los denominados NEO (Near Earth Objects o asteroides cercanos a la Tierra), cuya importancia radica, esencialmente, en su peligrosidad, ya que al orbitar cerca de la Tierra son susceptibles de colisionar con ella. De hecho, sabemos que son una de las principales causas de extinción masiva en la Tierra y la posible causa natural de la destrucción de la civilización.
Constantemente se citan a los NEO como potencialmente peligrosos. El denominado 2004MN4 (Apofis o Apophis) ha sido uno de los que mayor probabilidad ha tenido de colisionar con la Tierra a corto plazo. Incluso, desde el sector aeroespacial norteamericano se propuso la realización de una misión espacial para desviar su trayectoria. Los TNO, principalmente por su enorme lejanía del Sol (más lejos que Plutón en la mayoría de los casos), son de los cuerpos menos evolucionados del Sistema Solar. «Por ello su estudio nos dará claves que no se encuentran en ningún otro lugar (salvo quizá en los cometas de la nube de Oort) sobre la materia que constituía la nebulosa solar primitiva y sobre la formación del sistema solar y su evolución temprana», asegura Ortiz.
Además, el cinturón Transneptuniano proporciona la conexión natural con el estudio de discos protoplanetarios que se observan en algunas estrellas. No en vano, y a pesar de las dificultades, NASA ya ha lanzado una misión espacial específica denominada New Horizons que visitará Plutón y otro TNO aún sin precisar.
Los conocimientos en el campo de los Objetos Transneptunianos están evolucionando a un ritmo vertiginoso. «Un mayor número de observaciones en el futuro y el estudio de la distribución de los periodos de rotación en función de diversos parámetros orbitales y diferentes poblaciones, así como en función de los tamaños también pueden arrojar luz sobre el asunto. Asimismo, es evidentemente necesario el estudio de las composiciones de las superficies mediante espectroscopía, fundamentalmente infrarroja. Esta última línea de trabajo puede resultar clave, ya que al no aportar sólo información de color, el estudio es mucho más completo. Estas son líneas de investigación que queremos desarrollar en nuestro proyecto», concluye.
Fuente: Sinc. Aportado por Eduardo J. Carletti
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