INSECTOS DE ARGENTINA Y EL MUNDO
[Índice]
[Portada]
[Introducción]
[Propósitos]
[Metodología]
[T. infestans]
[T. dimidiata dimidiata]
[R. prolixus]
[P. megistus]
[Discusión y conclusiones]
[Resumen/Abstract]
[Referencias]
[Lámina]
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES El conocimiento de la Trypanosomiasis Americana como entidad nosológica diferenciada, data de sólo 75 años, gracias al talento del Insigne Científico brasileño Dr. Carlos Chagas. Pero apenas cabe dudar de que sus transmisores y las molestias que ocasionaban ya se habían hecho notar desde siglos atrás y así lo expresa con claridad el Maestro Dr. Luis A. León, con su revisión de las crónicas sobre el tema, casi desde la Conquista de América hasta el siglo XIX. (Ref. 1 - 18) Pero tomando en cuenta los nombres indígenas aplicados a los vectores —hita, vinchuca, chirimacha— nos asiste el derecho a suponer que la adaptación domiciliaria de los Triatominos ya era una realidad de larga data, muchos siglos antes de la conquista española, por lo menos en algunas regiones. La voz quechua "vinchuca" significa "dejarse caer", "botarse", expresando con justeza lo observado con respecto a la actitud de Triatominos con domiciliación permanente y fue aplicada casi con seguridad a Triatoma infestans. El término "hita", también quechua, es general para todas las chinches y aún se aplica a las garrapatas (ARACHNIDA---- ACARINA); de la misma lengua es "chirimacha", literalmente "la que teme al frío". Pero "vinchuca" tiene también un significado en lenguaje Aimara, tal vez mucho más antiguo que el quechua: se aplica no sólo a los vectores sino a los recaudadores, capataces y verdugos. Naturalmente que no ha podido haber «adaptación domiciliaria" mientras no hubo viviendas estables y esa característica se da en relación con los pueblos agricultores. Por esa razón hemos revisado las culturas indigenas, su economía, viviendas, etc., pues allí deben buscarse, en nuestro concepto, las primeras aproximaciones de los Triatominos al hombre. Las manifestaciones artísticas que por su naturaleza han permanecido hasta nuestros días y son accesibles al estudio de los especialistas, tales como cerámicas, tallas, esculturas, decoraciones, grabados, etc., especialmente antropomorfos, nos ofrecen una nueva vía de investigación de la Enfermedad de Chagas y sus transmisores, poco explorada hasta ahora, pero que quizás enriquezca nuestro conocimiento sobre el tema en un futuro próximo. Valga como ejemplo el grabado gentilmente enviado por el Dr. Luis A. León a los Autores, correspondiente a una cerámica antropomorfa con edema bipalpebral unilateral, que interpretamos, coincidiendo con el distinguido Maestro, como signo de "el ojo en compota" o "de Romaña" ¿Por qué?... Los edemas palpebrales son muy comunes en las zonas ecuatoriales, tropicales y aún templadas, frecuentemente originados por picaduras, especialmente de Himenoptera Aculeata y otros Insecta vulnerantes y en la gran mayoría de los casos remiten rápidamente en pocos días. Debió, sin embargo, llamar poderosamente la atención del artista indígena la coloración de ese "ojo en compota" —desde lívido hasta rojo vinoso— y la permanencia de tal lesión —semanas, hasta meses, como hay ya casos registrados—. Si bien es cierto que, generalmente, el complejo peri-oftalmo-ganglionar remite en 15-21 días, no es raro que se mantenga 30-40 días y aún mas; seguramente el modelo lo brindó algún individuo en el cual la Puerta de Entrada de la Trypanosomiasis Americana presentaba esa característica de prolongada en el tiempo. FIGURA 1
En cuanto a los mecanismos que posibilitaron la colonización por los Triatominos del entorno humano son varios, siendo los más importantes la domesticación de mamíferos para consumo y su estrecho contacto con los moradores, cerca o dentro de las habitaciones (Triatoma infestans, Triatoma dimidiata y ssp.) la construcción de viviendas con hojas de palmera (Rhodnius prolixus y otros Rhodnius), la captura, cría y contacto con mamíferos silvestres (Panstrongylus megistus,Triatoma sordida sordida) y quizás varios que no conocemos pero que en conjunto siguen permitiendo, aún en la actualidad, la domiciliación de poblaciones silvestres de los Triatominos de mayor importancia en Salud Pública y la paulatina adaptación de otras especies básicamente silvestres. El desplazamiento compulsivo de importantes núcleos de población hacia lugares distantes de su entorno habitual, cuando eran conquistados, sistema utilizado por el Imperio Wari, el Imperio Inca —Tawantisuyo— y otros (1) pudo haber facilitado la dispersión pasiva de los vectores ya en contacto estrecho con el hombre; del Trypanosoma cruzi en los propios humanos y aún de reservorios como el "cuis". Hasta en nuestros días, aunque por razones distintas, se comprueba este mecanismo de captación de nuevas áreas geográficas, incrementado por el gran avance de los medios de transporte. A todo este período entre la aparición de las Comunidades agrícolas y sedentarias y la conquista española, se lo conoce convencionalmente como "Prehistoria Americana"; recordamos que en algunos casos estas agrupaciones tienen una antigüedad, controlado por radio-carbono, de 3.800 A. C. Pero si continuamos indagando en secuencia regresiva, analizando los pueblos nómades, recolectores y cazadores, que vagaban en grupos más o menos numerosos por la vastedad del Continente sin viviendas o refugios fijos, en una época que podría corresponderse aproximadamente con la de los cazadores paleo y neolíticos del Antiguo Mundo (2), pensamos que la Trypanosomiasis Americana pudo ya afectar a muchos individuos a través de la contaminación digestiva, por ingestión de mamíferos portadores del Trypanosoma cruzi, sin intervención directa de los Triatominos; la Enfermedad de Chagas pudo ser en un principio adquirida por ingestión antes de serlo por Insectos transmisores. (Ref. 20 - 21) Y es probable que en muchos casos todavía lo sea. (Ref. 22) A propósito de este aspecto ver (3). Por fin y en cuanto a la zoonosis como tal puede remontarse a la aparición de los primeros Mamíferos sobre la Tierra —Marsupiales— en el Período Cretáceo de la Era Secundaria, o al menos coincidiendo con el desarrollo de gran variedad de Mamíferos Placentados, en el Período Eoceno de la Era Terciaria. No está a nuestro alcance precisar la época, ni aproximada, del origen de la enfermedad en los mamíferos; pero puede suponerse razonablemente que ella fue debida a una mutación o recombinación genética del Trypanosoma (S.) cruzi Chagas, que lo convirtió en patógeno para los mamíferos que lo hospedaban, siendo previamente un huésped indiferente, como sucede actualmente con otros Trypanosomas.
(1) Esa costumbre de desarraigar pueblos enteros para dominar la rebeldía de los conquistados fue utilizada por la mayoría de las Naciones expansionistas, hasta la época actual. (2) La cita hace referencia a la correspondencia en nivel evolutivo, sin inferir sobre la concordancia, o no, en lo estrictamente cronológico. (3) El distinguido colega Dr. Amador Neghme (Ref. 23) analiza en 1982 nuestro trabajo en referencia a Triatoma infestans en Chile, coincidiendo casi totalmente con la Hipótesis propuesta, en lo que hace a los mecanismos de adaptación al hombre, antiguedad de dicha adaptación, etc. Agrega además algunas consideraciones sumamente interesantes con respecto a la virulencia exacerbada del T. cruzi al entrar en contacto con personas y animales domesticados —colonización europea—, en relación a la mayor resistencia presentada por los aborígenes, cuya respuesta inmune más precoz y efectiva frente al parásito daba lugar a formas clínicas benignas o inaparentes en estos últimos, explicando que tal condición se debería a un mecanismo de selección natural que permitió el desarrollo de cepas del parásito menos virulentas para el hombre y los animales silvestres propios de América. Compartimos en general tal interpretación de los hechos, aunque la comparación con la clínica en colonizadores evade los límites de nuestro trabajo, que intenta dilucidar los mecanismos de adaptación domiciliaria y otras incógnitas de la Trypanosomiasis Americana antes de la llegada de los españoles y la posterior colonización de América. Pero para intentar explicar el otro aspecto del tema debemos obligadamente "volver al presente". Es interesante señalar —con respecto a la probabilidad de adquirir la parasitosis por vía digestiva— que el 60% de nuestros pacientes chagásicos confirmados niegan las picaduras, contacto o aún presencia de Triatominos; niegan los signos y síntomas del período de puerta de entrada y agudo... Pero el 99 % admite la ingestión frecuente y habitual de mamíferos de cría (caprinos) o de caza (Edentata, Rodentia), cuyos índices de infestación en zonas de alta y mediana endemia es muy significativo. (En algunas áreas de las Provincias de Córdoba, Santiago del Estero y Catamarca, dicho índice oscila entre el 35 al 60 % en Caprinos, produciéndoles una enfermedad muy similar a la humana. En las mismas regiones la infestación en mamíferos silvestres no es inferior al 30%.) Más aún, pacientes que no proceden de zonas endémicas, ni que han transitado por las mismas, ni son hijos de madres chagásicas, ni recibieron transfusiones de sangre, ni están casados con mujeres chagásicas, ni realizan tareas que los expongan a una contaminación accidental (Cirujanos, Obstétricas, Laboratoristas) registran como único antecedente la ingestión de mamíferos criados en zonas de alta endemia. De modo que el peso epidemiolóqico de la infestación parasitaria por vía digestiva no puede subestimarse; debe estudiarse a fondo como lo venimos proponiendo desde 1978 (Ref. 20 - 21 - 22). Tal vía contaminativa, sin embargo, puede o no ser importante en otros Países de América, lo que, eventualmente, también habrá que investigar. NOTA ADICIONADA A LA VERSIÓN DE 1983.- ( Referencia 24) (ABSTRACT en español en: "Chagas en JaIisco" IIº Ed. P. 39 - 43.) Recientemente, por gentileza del Dr. Mario Paredes Espinoza de Guadalajara, México, profundo estudioso de Chagas en su país, recibimos el Resumen del trabajo referido en 24, realizado por el distinguido Colega Dr. Rothamer y colaboradores, quienes, de alguna manera, comparten la hipótesis aquí expuesta. Efectúan estudios sobre momias del Altiplano chileno, con resultados positivos en cuanto a la presencia de esta patología en América Precolombina, que coincide con nuestra interpretación de los hechos (Carpintero-Viana, 1979/83). En una excelente labor y aporte para el conocimiento de la Paleopatología Americana, Rothamer y colaboradores confirman nuestra HIPÓTESIS. Por nuestra parte, si bien no pudimos realizar el estudio de punta de corazón por falta de recursos financieros, revisando los detritus depositados en urnas funerarias de las Culturas TAFÍ, SANTAMARÍA y LA AGUADA, encontramos dentro de las mismas restos de Triatoma infestans, muy fáciles de reconocer para experto. El sellado y posterior enterramiento de las urnas hubiera impedido cualquier penetración de vinchucas "a posteriori". Resulta evidente que fueron enterradas al mismo tiempo, probablemente ocultas entre las vestiduras del cadáver, lo que, obviamente certifica el alto grado de domiciliación —ya en esas épocas— y el estrecho contacto entre el Vector y las Comunidades aborígenes Pre-Colombinas. D.J.C. 1983 La aplicación práctica de los conocimientos que puedan lograrse con este tipo de estudios puede parecer ínfima, o nula, en relación a los objetivos inmediatos de la lucha contra el flagelo. Sin embargo, consideramos que esta línea de investigación nos permitirá profundizar en el porqué y el cómo —si no en el cuándo— de la adaptación al hombre por los Triatominos con alto sinantropismo actual, pudiendo averiguar además las causas favorecedoras o adversas de su dispersión, los focos originarios de cada especie, la presencia de poblaciones silvestres remanentes en esas áreas y concomitantemente cuales eran las condiciones ecobiológicas que circunscribían a la especie dentro de determinados límites, antes de que la presencia del hombre interfiriera alterando el equilibrio y permitiendo la expansión, fuera de control de los transmisores naturales de esta grave endemia Americana. |
HIPOTESIS SOBRE EL DESARROLLO DE LA TRYPANOSOMIASIS AMERICANA - Carpintero, D. J. y Viana, E.J. Buenos Aires, Argentina
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